18.

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El año se encontraba en noviembre y ya era mi cumpleaños, el número 22 y el primero en compañía de Stefan.

El dolor punzante en mi cabeza me hacía querer hacer trizas el reloj de la pared. Sin embargo, estaba lejos y no podía si quiera abrir los ojos, no quería más bien, mi cuerpo iba a necesitar días para poder recuperarse de tal noche, y lo peor de todo es que hoy teníamos una exposición importante con Dani.

Pero lo de ayer había sido necesario, no todos los días cumples 22 años. Apagué la alarma de mi teléfono por vez número 1400.

Cuando la responsabilidad me ganó abrí mis ojos y me giré sobre la cama. Miré la hora 09:56 a.m.

– ¡Maldición! –Grité tan fuerte como mis pulmones me lo permitieron. ¡Nos habíamos quedado dormidas!

– ¡¿Puedes callarte?! –La voz de Matt me sobresaltó, miré a un lado y en la cama contigua se encontraban él y Dani mirándome con expresión de querer asesinarme–. ¿Qué hora es?

– ¡¡No llegamos a la exposición!! –La cara de mi amiga lejos de ser de preocupación fue de risa. No entendí nada así que pregunté–. ¿Dime por qué aún estás aquí y no saliste corriendo porque llegamos tarde...?

Se recostó sobre la cabecera de la cama y sonrió. Ahora si no entendía nada –¿No recuerdas que ayer te dije que cambié de puesto con Andrew y Connie? –Negué. ¿En qué momento había sido eso? Y no es que estuviese borracha, pero...

– ¡¿Qué?! –La expresión de Matt fue de diversión a más no poder. Quería golpearlo.

– Estabas más borracha de lo que parecías, creo. –Negué, o tal vez tenía razón. La verdad no recordaba mucho.

– Lo estabas prima, lo estabas... –Dijo Matt para luego ir a la puerta de un salto–. ¡Ya! –Gritó.

– ¿Por qué gritas como un tarado? –Pregunté en lo que una almohada vino a dar directo a mi cara. La buena puntería de mi amiga a veces era impresionante. Un fleco del cojín dio con todo en mí ojo dejándome ciega por unos segundos–. ¡Auch! ¡Imbécil!

Saqué el cojín de mi cara y al poder abrir de nuevo el ojo me llevé la sorpresa. –¡Feliz Cumpleaños! –Gritó un coro de voces en todo mi rostro. Al principio me causó sorpresa, luego sonreí de buena gana.

Globos, flores y confeti cubrieron mi vista. Pero la sonrisa de Stefan se robó la película. –¡Feliz Cumpleaños amor! –Besó mis labios tenuemente y luego me entregó un ramo de rosas blancas con una azul en medio. ¡Otra regla a la basura! Pero siendo él y hoy, lo aceptaba todo.

– ¡Gracias! –Dije intentando abrazarlos a todos. Mis padres que poco alcanzaron de mi abrazo tomaron mi mano para hacerme salir de la cama.

– ¡Necesitas ver tu regalo de cumpleaños, bebé! –Dijo mamá emocionada. Miré a los demás que sonreían radiantes, no iban a decir nada.

– ¡Feliz Cumpleaños amiga! ¡Por vez mil! –Me abrazó Dani. Era literalmente la vez número mil que me lo decía desde anoche, pero siendo ella no me molestaba.

Tomé mi chaleco y lo puse sobre mis hombros. Mamá me llevaba abrazada junto a papá y Stefan, Matt y Dani iban adelante.

Bajamos hasta la planta baja sin que yo entendiese demasiado, hasta el momento en que pisé la sala y mi sorpresa se encontraba allí. –¡Tiene que ser una broma! –Dije contemplando mi regalo.

– ¡No! –Dijeron al unísono.

Entre globos y un cartel gigante se encontraba mi regalo. Al principio pensé que era una broma, no podía estar ahí, pero lo estaba, radiante, como nueva, como si los años no hubiesen pasado. –¡¿Cómo es que la restauraron?! –Pregunté en lo que la rodeaba sin poder creerlo aún–. Digo, la última vez estaba hecha un desastre...

Demonios: Mi Error FavoritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora