29.

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Había pasado más de una semana desde que supe lo de Stefan, toda la verdad de Arya y básicamente desde que las dudas habían asomado en mi mente sin cesar. Mi estado anímico era más o menos bipolar, mis padres no entendían muy bien qué sucedía conmigo y Stefan porque no les conté nada, no era necesario y es que no quería que lo odiaran de la manera en que creía que yo lo hacía, porque al final y después de todo aún le quería.

Pensé en ir a buscarlo un millón de veces, pero siempre al tratar de tomar el pomo de la puerta me arrepentía; esto ya estaba siendo un círculo vicioso, estar en mi habitación, decidirme a ir a buscarlo y antes de abrir la puerta volver al primer punto.

No sabía exactamente por qué ni en qué momento mi parecido a Arya y el que Stefan me lo ocultara había pasado a segundo plano, tal vez sólo era el hecho de que frente a estar con o sin él, prefería tenerlo conmigo, pero al final me había decidido a buscarlo sin importar nada.

Hice una trenza con mi cabello y me puse un vestido que le encantaba a Stefan, era negro de encaje, con mangas y la espalda era un poco baja. Mirándome en el espejo sabía que me veía bien, pero había algo que faltaba y claro que sí, el collar que me había regalado en el lago aquel día en que lo de Tobias se había sabido, y me lo había quitado cuando terminamos... Lo busqué y se encontraba allí, tal cual lo había dejado. Lo puse en mi cuello y miré la hora.

Mi plan era tan sencillo como ir a buscar a Stefan e invitarlo a cenar porque quería que habláramos y que con suerte pudiésemos arreglar todo esto.

Bajé hasta la planta baja de la casa y busqué las llaves de mi auto. Apenas las encontré, me miré en el espejo de la sala y me dispuse a salir.

Al abrir la puerta mi campo visual se redujo a un ramo de calas, y un globo de helio que decía "Soy un idiota, pero ¿Volverías conmigo?"

Sonreí como una tarada. –¿Qué es esto? –Dije con más felicidad de la que habría querido.

Las flores bajaron y el globo quedó en medio, justo en el rostro de Stefan. –¿Eso es un no? –Quité el globo y lo miré. Traía un perfecto traje casual, y una sonrisa de "lo siento" entre los labios.

– Es un, ¿Qué es esto? –Lo miré y las ganas de lanzarme a sus brazos fueron gigantes.

– Es un, lo siento. Soy un idiota. Vuelve conmigo. –Sonreí–. ¿Ibas a salir? –Preguntó un poco decepcionado al verme.

Negué. –O sea sí, pero te iba a buscar... –Su rostro se iluminó y me acercó a él–. Pero no te emociones... –Sonrió.

– Si te invito a cenar, ¿Vendrías? –Asentí–. Entonces, vamos. –Me ofreció su brazo y acepté.

– ¿Cuál es tu plan? –Pregunté cuando rodeó su jeep para abrirme la puerta–. Gracias.

Me senté y se quedó allí. –Arreglar todas las estupideces que dije e hice anteriormente...

– Te costará un poco... –Sonrió y asintió a la vez. Besó mi mejilla y cerró la puerta. ¿Qué tan conectados teníamos que estar para que a ambos se nos ocurriese lo mismo?

Abrió la puerta del piloto y se sentó. –¿Está segura señorita Fabiani de que acepta pasar esta noche conmigo?

Negué. –Dijiste que íbamos a cenar, nada de pasar la noche juntos...

Se acercó y giró mi cabeza con su mano. –Hoy la regla es que no te niegues a nada que quieras...

– Vayamos lento, la cena primero. –Asintió y echó a correr el jeep.

Demonios: Mi Error FavoritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora