Stefan había bajado por desayuno a la planta baja hacía unos 20 minutos porque hacerme comer algo era en lo único que pensaba desde que se había levantado, pero yo no podía ni siquiera probar un bocado de algo porque hasta el agua se sentía pesada en mi estómago. Había bajado casi 2 kilos en cuatro días y no me importaba, ¿La verdad? Ya nada lo hacía.
Desde que él había bajado estaba en su cama torturándome o más bien pensando en Matt, lo único que mi mente tenía presente era a mi primo y el cómo esto terminaría por arruinar todo entre nosotros.
Hacía varios instantes que el alrededor se había vuelto insignificante y poco importante para mí, sólo mis pensamientos rondaban mi mente, hasta que de repente sentí como la puerta principal era abierta de sopetón. Me erguí sobre la cama intentando entender qué sucedía por el ruido que procedía de abajo y cuando me esforcé por escuchar algo noté las voces de dos hombres. Tragué pesado.
Stefan no había vuelto a subir y cuando sentí la voz de Matt alzarse abruptamente en el primer piso pensé nuevamente en mi decisión sólo para aferrarme más a ella.
Parecía que discutía con Stefan, pero no los podía oír claramente, pero mi cuerpo de pronto comenzó a temblar de un momento a otro, porque si las cosas podían volverse peor este sería el momento.
Tenía más que clara mi decisión, pero en hacerla realidad a sólo pensarla había un gran trecho, el cual en cosa de segundos me pareció aterrador, pero que tenía claro debía cruzar sin mirar atrás.
Tomé mi cuello y lo alongué un poco, la tensión en mi cuerpo se acrecentaba con cada segundo, pero traté de ignorarla y centrarme en lo que haría en unos segundos.
Saqué fuerzas de donde no las tenía y esperé a que Matt llegase a la habitación, él sabía perfectamente que me encontraba aquí.
– ¡No, Stefan no me calmo nada! ¿Está arriba no es cierto? Déjame pasar... –Gritó mi primo como pocas veces lo había escuchado.
Me senté en el borde de la cama con mis manos temblando y sintiendo el corazón en la garganta, sabía que en cualquier momento entraría por la puerta y debía enfrentarlo. Los gritos hacían entender como Stefan parecía querer calmarlo a toda costa, pero mi primo era obstinado y si estaba enojado no habría forma de cambiarlo, eso lo sabía perfectamente.– Matt, no es lo que piensas. Sé que se ve horriblemente mal, pero si me dejas explicarte... –Sentí las pisadas rápidas de Matt en las escaleras y luego el paso lento hacia la habitación de Stefan, en la que me encontraba yo.
Entró en la habitación y me miró duramente. Tragué pesado. –¿Qué fue lo que te dije? –Su cara era más de decepción que otra cosa, quise llorar al instante. Su mano empuñada y las venas marcándose en su cuello me hicieron temblar aún más.
Miró alrededor de la habitación hasta que su vista volvió a mí sólo para volverse aún más dura. Su mirada me recorrió lentamente, pero con un desprecio abominante.
Mis manos en mis muslos ocultaban los hematomas perfectamente, porque si Matt los veía todo mi plan fracasaría y no habría forma de que creyese la historia de Stefan y yo pasando la noche, juntos. Apreté más aún mis manos sobre ellos y a pesar del ardor lo seguí haciendo. El dolor ahora, era lo que menos importaba.
Él simplemente no se podía enterar, nadie podía. Mi mente lo repetía como un mantra.
– Matt, esto realmente tiene una explicación. –Miré a Stefan, ¿Pensaba contarle? Sentí la bilis en mi garganta quemar. No iba a dejar que lo hiciese, Matt no podía saberlo, nadie podía tener conocimiento de esa noche. Nadie.
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Demonios: Mi Error Favorito
Teen FictionAlex y Stefan no son exactamente la princesa y el príncipe de cuentos de hadas respectivamente; ambos buscan sólo diversión y libertad, porque con los demonios que cada uno esconde es difícil que algo pueda terminar realmente bien en sus vidas. Se...