VII

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George Harrison.

Eran casi las una de la tarde y tenía que salir a mi primer receso, lo cual me ponía ultra nervioso porque no tenía idea de qué haría o dónde me escondería, pues con Pattie ya no es una opción.

─Siempre arruinas todo, George...

Estaba molesto conmigo mismo, ¿cómo se me podía ocurrir que alguien como Pattie se fijaría en un raro como yo? Primera vez que pude tener confianza en mí mismo y claramente fue en vano.

De tanto pensar y odiarme sonó la campana dándonos a entender que podíamos salir. Con timidez tomé mi mochila y estaba dispuesto a ir hasta la cafetería, ya que debía comer algo o moriría de hambre, pero tenía muchísimo miedo. No quería irme.

─¡George! Apúrate, vamos. ─Escuché esa voz y me giré a ver con rapidez, de manera obvia era Paul.

─¿Qué haces aquí? ─Cuestioné al ya tenerlo en frente de mí, y era extraño porque Paul no era de mi misma escuela.

─Ya casi ni tengo clases, sólo debo esperar hasta mi graduación y dije... ¿Por qué no venir a estar con mi Geo? Así que aquí estoy. ─Sonreí cabizbajo y lo empujé con suavidad. Era el mejor amigo del mundo y lo único importante que tenía.

─Me trajiste comida, supongo.

─No pidas tanto, George. ─Rodeé mis ojos y formé un puchero con mis labios, a la vez que lo miraba.

─Te odio mucho. ─Comentó y sacó de su mochila una bolsa llena de cosas para comer.─ Lo compré en el lugar donde trabaja el amigo de John, Ringo. 

─Ringo... ─Sonreí sin poder evitarlo al recordar los momentos junto a ese pequeñín en la pista de hielo.─ Es un nombre particular.

─No es su nombre real, obvio. Se llama Richard.

─Lo sé... ─Suspiré y miré hacia un lado, pues sabía que Paul me daría su típica mirada de impactado y de que sabía que yo le ocultaba algo, lo que era cierto.

─¡¿Qué?! ─Y así fue, sentí su característica mirada sobre mí.─ ¿Cómo? Johnny y yo casi no te hablamos de él.

─Debieron. ─Susurré, pero casi inaudible.─ Pues... Pasa que lo conocí.

─¡¿Cómo?! ─Me tomó de los hombros justo antes de que pudiera sentarme en las bancas que habían en la cafetería junto a sus respectivas mesas.

─No es importante, Paul.

─Sí que lo es, porque también te he notado muy triste. ─Lo miré y vi sus ojos un tanto apagados.─ ¿No confías en mí, Georgie?

─¡Claro que sí! ─Claro que lo hacía, y saber que lo hacía sentir de esa manera provocaba que la culpa me comiera.─ Bien, te contaré.

─Adelante.

Y así comencé a contarle desde lo que le preparé a Pattie el domingo, luego el Lunes de su rechazo y finalizando con mi encuentro con Richard en la pista de hielo. Las expresiones de Paul realmente valían oro, ya que el pelinegro de por sí era exagerado y expresivo, mientras le contaba la situación fue peor. Siendo sincero me sentí mucho mejor al contarle todo a Paul, era aliviador de alguna forma y me golpeé mentalmente al no haberlo hecho antes.

─Y eso fue lo que pasó.

─Primero que todo, ¡Esa rubia teñida de Pattie es una maldita p...! ─No logró terminar su frase por mi culpa, ya que le puse su sándwich en la boca para que no dijera nada más.

─¡Shhh! Te pueden oír.

─Segundo, Richie es un sol y me alegra que te lo encontraras ese día.

Cold Dreams [Starrison]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora