Estaba sentado en el baño, con sus manos apoyadas en el retrete y su cabeza casi metida dentro de este, hace horas que no dejaba de sentir náuseas, retrasando así su preparación para ese día especial. No sabía si eran los nervios, la ansiedad o cualquier otra cosa, lo único que sabía era que sentía que pronto expulsaría por su boca lo poco y nada que había conseguido comer durante la mañana.
Nunca en su vida se había sentido así, ni siquiera por sus últimas competencias a nivel nacional, tal vez porque el momento que estaba por vivir era de un mayor calibre y definiría su vida por completo. Pero no podía arrepentirse, no quería hacerlo.
Se levantó del suelo con pereza y con su rostro pálido, se observó en el espejo y no pudo evitar sonreír un poco. Alguien lo había elegido así como era, sin prejuicios y sin culparle de sus inseguridades y problemas, sabía que no volvería encontrar a alguien así y que no podía hacer nada más que ser feliz. Tambaleante se dirigió hacia la sala de su hogar, ahí en donde lo esperaban Paul, Brian y George con muecas de preocupación en sus rostros.
—¿Ya estás bien?— Preguntó Paul, tomándolo de las manos para guiarlo hacia el sofá.
—Lo estoy... Supongo que solo estoy nervioso, ¿quién no lo estaría?— Intentó bromear, recibiendo una sonrisa de total compresión por parte de su padre.
—Te entiendo, Geo. Todos nos ponemos nerviosos en un día como este.— Brian dejó un sonoro beso en su cabello y luego río. —Vamos a prepararte.
No pasaron muchos minutos antes de que Paul pusiera una bolsa con distintas cosas en el sofá, entre ellas mascarillas par el rostro, esmaltes de uñas, blanqueador de dientes y bandas para el cabello para alejarlo de su cara.
Estaba exagerando un poco, pero él creía que nada era suficiente cuando se trataba de la boda de su mejor amigo.
Su traje era gris, su corbata sería de color lavanda y su camisa blanca. En su solapa izquierda, en el lado de su corazón, había un pequeño broche de plata con forma de corazón que era envuelto por un punk is not dead puesto en una placa blanca que daba a entender que era un trozo de tela, su futuro esposo se lo había obsequiado en su primer aniversario. Creyó que era importante llevarlo en él, siempre quería un poco de Ringo sobre sí. Sus uñas estaban pintadas de negro y en su dedo medio estaba el anillo de compromiso que Richard le había dado hacía seis meses atrás.
¿Tan rápido había pasado el tiempo? Hace tres años que vivían juntos, pero parecía haber sido ayer cuando volvieron a reencontrarse en la puerta de su hogar. Iban a casarse, muchos le preguntaron en la universidad si no creía que era muy joven para hacerlo, pero él siempre respondía que no importaba la edad si querías reafirmar tu amor con la persona que creías correcta. Porque sí, Harrison podía dar por firmado, con una mano sobre su pecho y con sus ojos cerrados que Richard, era, es, y sería su persona ideal. Nadie lo había amado como él, nadie le había hecho tan feliz como él.
Richard era la definición de felicidad y plenitud para George, su arcoiris después de la tormenta.
Ya listo, con su traje y su cabello tinturado de azul, porque no había dejado esa costumbre atrás, ordenado en un copete, soltó un fuerte suspiro al mirarse al espejo. Al fin había llegado el día, a los veintiuno años se casaría con su persona ideal, con la que había soñado toda su infancia y adolescencia, su salvación.
Con Richard Starkey.
[...]
—¿No puedes dejar de sonreír? Pareciera que tu boca está siendo estirada por ganchos.— Bromeó John mientras observaba a Ringo por el reflejo del espejo.
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Cold Dreams [Starrison]
Fanfiction[STARRISON] A pesar de todos esos sueños fríos dentro de mi cabeza, él era el principal.