XIV

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Richard Starkey.

Juro que nunca había reído ni sonreído tanto como lo hice con George hoy. Todos los recesos los pasamos juntos, por mi parte para no dejarlo solo, porque sabía que si alguien lo encontraba solo probablemente le harían algo malo.

Me había hecho reír como idiota en el receso del almuerzo y luego habíamos compartido audífonos por el resto del tiempo que nos sobraba en la parte trasera del instituto, donde nadie podía molestarnos.

Era extraño, tal vez muy extraño que su timidez se haya ido de un día para otro, ahora cada vez que estábamos juntos sonreía y así dejaba al aire sus relucientes colmillos, tampoco se alejaba si estábamos muy juntos y eso me agradaba, me agradaba tanto que cada vez que nos tocábamos sentía cosquillas en la parte de mi cuerpo que tocó el suyo. Cuándo sus oscuros ojos se conectaban con los míos sentía un horrible hormigueo en mi estómago, y eso era algo extraño.

Recordé cuando John y Paul se estaban conociendo, mi mejor amigo siempre hablaba de eso. Los cosquilleos por todo el cuerpo y en el estómago, siempre decía eso y luego decía que nunca le había gustado tanto alguien. Esperen, no. George no podía gustarme, era descabellado, él es mucho menor que yo... Aunque no podía negar que su sonrisa era la más linda que alguna ves haya visto, ni que su cabello era tan suave que podía compararse con el algodón, ni que su delgada contextura lo hacía ver muy tierno.

Negué con mi cabeza para alejar aquellos pensamientos de mi mente en cuanto vi a George salir de su salón. Había prometido acompañarlo a casa de John para que nada malo le pasara en el camino.

Sus labios pasaron se ser a una línea recta a una sonrisa cuando me vió, de verdad ahora pensaba que haría de todo para ver esa sonrisa todo el tiempo.

─¿Ya nos vamos?─ Preguntó con una suave sonrisa.

Su cuello estaba envuelto en una bufanda de franjas rojas y blancas, su cuerpo estaba cubierto por un abrigo perfecto para protegerse del frío invierno que Liverpool estaba viviendo. Sujetaba con fuerza las correas de su mochila y en sus mejillas había un tenue color rosa. Tal vez era muy lindo para ser verdad.

Asentí un par de veces antes de dedicarle una pequeña sonrisa. Comencé a caminar con él a mí lado, escuchando los murmullos de alguno que otro alumno que nos veía pasar juntos, algo sin duda molesto.

Cuándo al fin salimos del instituto antes de emprender camino hacia la casa de John me detuve, haciendo que el se detuviera un par de pasos más adelante.

─¿Ocurrió algo?

Al escuchar su pregunta solamente negué y caminé un poco más para poder quedar más cerca de él.

─Me preguntaba si te gusta comer helado en invierno...─ En su rostro se dibujó una expresión de sorpresa pero luego volvió a sonreír.

─C-creí que era al único que le gustaba comer helado con frío.─ Eso me relajó sin duda, porque pensé que sería extraño invitarlo a comer helado en invierno. ─Paul dice que es extraño comer algo frío si hace mucho frío.

─¡Claro que no lo es! Es lo mejor del mundo.─ Él asintió dándome la razón. ─Conozco una heladería por aquí cerca, yo invito.

[...]

La heladería estaba desierta, aparte de nosotros y los empleados no había nadie más. Era algo obvio, ya que estábamos literalmente en medio del invierno.

Cold Dreams [Starrison]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora