XXVI

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Richard Starkey.

5 meses después.

Sujeté mi cabeza entre mis manos para evitar que esta misma cayera en el montón de exámenes que habían sobre el escritorio compartido que había en el salón de profesores. Mis párpados pesaban, sentía que caería rendido ahí sólo en un par de segundos.

Mi profesión me encantaba, pero en ocasiones podía ser agotadora.

─¡Richie!─ Esa exclamación de mi nombre me hizo saltar en el lugar donde estaba sentado. ─¿Qué es lo que haces aquí y porque no fuiste a desayunar con el amor de tu vida, o sea yo?

Solté una risa al oír aquello viniendo de Tom, desde que nos habíamos conocido en mi primer día de trabajo en Westminster hacía esas bromas, sin importarle que algunos maestros le vieran mal por creer engañaba a su novia conmigo.

─He estado revisando estos exámenes desde ayer en la noche...─ Pronuncié cuando Tom ya se había sentado a su lado del escritorio. ─Hay algunos realmente malos e intento encontrarle coherencia a sus respuestas para que sus calificaciones no se tan bajas.

─Estás siendo muy bueno con ellos, Ringo. Sé que sólo llevas aquí cinco meses,  pero yo llevo tres años, ellos son así, si les das un poco de confianza ello se van a aprovechar.─ Apretó sus labios y tomó uno de los exámenes echándole una ojeada. ─Te ayudaré, ¿Bien? Pero tienes que recordar que no siempre tiene que ser así.

Asentí sin mucho ánimos a sus palabras, él tenía razón, las cosas eran muy diferente aquí a como lo eran en Liverpool. Westminster era como una fábrica de chicos rubios de ojos azules herederos de empresas o grandes fortunas, todos eran hijitos de papá y en ocasiones le sacaban ventaja a eso por el poder que tenían.

Aún me costaba captar cuanto había cambiado mi vida en sólo cinco meses, había dejado a Liverpool en el olvido, o al menos la mayor parte de él. Maureen, los abuelos de Charlie y mi madre venían a visitarnos constantemente, mientras que con John y Paul era un tanto diferente, con ellos manteníamos más contacto por línea a causa de George.

George.

George.

George.

A él lo había dejado en el completo olvido, o eso quería creer.

Cada vez que pensaba en él la primera imagen que en mi cabeza aparecía era él con Pete comiéndose la boca como si el mundo fuera acabarse. Se suponía que había ido a esa fiesta para solucionar todo lo que había hecho, para explicarle con detalles lo que él había visto en la sala de descanso del palacio de hielo, pero nunca creí que saldría de esa enorme fiesta con el corazón partido en cientos de pedazos.

En cierta manera le había tomado un poco de desprecio luego de ese acontecimiento... Pero mentía a mi mismo cuando decía eso, porque seguía extrañandolo como el primer día, aún lo pensaba en las noches, y por supuesto, Charlie aún seguía preguntando por él.

Quería pensar que todo estaba mejor como estaba.

─¿Quién fue la primera esposa del heredero al trono, el famoso Príncipe Carlos?─ La pregunta que mi amigo leía de uno de los exámenes me sacó de mi trance por completo. ─¡¿La Reina Isabel?! ¡¿Es en serio?! ¡Estos niños no saben nada! ¡Fue Diana! ¡Hasta yo sé eso y soy americano!─ Exclamó exasperado, apretando un poco la evaluación que yacía en sus manos. ─Jesús líbranos de este infierno.

Cold Dreams [Starrison]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora