XX

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Richard Starkey.

Solté un suspiro y al fin me observé en el espejo. Maureen había llegado hace dos horas, había elegido un montón de atuendos para mí y ninguno me había convencido, este era el último, así que tenía que ser el indicado.

Observé el atuendo y me sentí levemente conforme. Llevaba puesta una camiseta roja con franjas horizontales blancas, unos jeans claros, unas vans negras y una chaqueta de mezclilla que combinaba a la perfección con mi pantalón.

─¿Crees que así está bien?─ Le pregunté a mi amiga mientras pasaba una de mis manos por mi cabello para peinarlo un poco.

─Creo que es el mejor de todos.─ Se levantó del sofá en el que estaba sentada y se posicionó a mi lado. ─Además... Yo lo elegí, y mi sentido de la moda es fantástico.

Reí un poco y negué con mi cabeza. Ella decía la verdad, siempre tenía una u otra forma de verse bien con lo que llevaba puesto, así que si ella decía que estaba bien, lo estaba.

Observé el reloj que estaba colgado en la pared y al ver que ya se me estaba haciendo un poco tarde me alejé del espejo y fui en busca de mí billetera a mi habitación.

─Ya me voy, eres la mejor del mundo.─ Dije cuando me acerqué nuevamente hacia mi amiga para así poder dejar un sonoro beso en su mejilla.

─¡Suerte!─ Exclamó antes de que yo saliera por la puerta.

Iba un poco tarde, pero eso no me impidió pasar por un pequeño puesto ambulante de flores para comprarle un ramo de flores a Geo. Luego de un par de minutos observando, terminé por elegir un pequeño ramo que consistía en muchas flores pequeñas y frágiles, me recordaron mucho a George. Era increíble cómo ese niño aparecía en mi cabeza cada vez que me ponía a pensar en algo.

Mientras caminaba hacia la casa de John comencé a pensar que no hablaba con George desde ayer luego del incidente en la casa de mi amigo. No me había llamado en la noche como usualmente lo hacía, ni tampoco me envió ningún mensaje de texto. Era extraño, desde que empezamos a hablar sobre Londres en la tarde de ayer se había mostrado extraño. No me había hablado casi nada y solamente se acercó a mí cuando tuvimos que despedirnos, pero aún así decidí ir por él para ir a nuestra cita, nada podría arruinarme este momento.

Al momento de llegar a la casa de John solté un suspiro e intenté calmarme, revisé que el ramo de pequeñas flores estuviera en orden y esperando a que George no se hubiera arrepentido de aceptar mi invitación toqué la puerta un par de veces, sin duda no hubo algún tipo de respuesta desde adentro. Esperé un par de segundos y volví a tocar, pero de nuevo no hubo respuesta. ¿Y si lo había olvidado? Toqué una vez más y de nuevo no había repuesta. Me senté en el pequeño escalón que estaba en la puerta y así solté un suspiro, tal vez George tenía algo más importante que hacer y por eso lo olvidó.

Me levanté del escalón en el que hace un par de minutos me había sentado y cuando estaba dispuesto a irme la puerta se abrió, dejando ver solamente la cabeza de George asomada por esta misma.

─Creí que no estabas en casa...─ Murmuré con una pequeña sonrisa, haciendo que George abriera la puerta por completo.

Vestía un conjunto azul que le quedaba de maravilla. Se veía completamente hermoso, de pies a cabeza y su peinado ya no estaba tan mal como lo estaba el día en que se lo cortó.

─Y-yo estaba terminando de arreglarme... Sí, eso.─ Caminé hacia él y subí el pequeño escalón en el que había estado sentado, dejé un sonoro besito en su mejilla y luego reí.

─Entonces esos minutos que esperé aquí afuera no fueron para nada en vano.─ Estiré el pequeño ramo de flores que había comprado para él hacia en frente y le dediqué una sonrisa.─ No sé si te gustan las flores, pero espero a que sí, porque cuando las vi me recordaron mucho a ti.─ Observé algunas de las flores y solté un suspiro.─ Porque son frágiles y lindas... Igual que tú, Geo.

Cold Dreams [Starrison]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora