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Richard Starkey.

No lo hagas, Richard... Por favor no lo hagas, no te cases con ella.

Me sentía como hipnotizado, no sabía si el chico frente a mi casa era una alucinación o mi mente me estaba jugando muy mal por el cansancio acumulado en las últimas semanas.

—Eres el amor de mi vida, Richard... Y sé que suena egoísta pedirte esto luego de ni siquiera haber intentado buscarte en los últimos meses...— Sus delgadas manos pasabas por sus ojos de manera desesperada, como si quisiera ocultar que estaba llorando. —...Pero te amo, Richard. Como nunca creí que amaría a nadie, por favor no te cases con ella.

Bajé los escasos escalones que separaban mi puerta del resto de la calle, me quedé detenido observándolo por un par de segundos para apreciarlo mejor. Efectivamente estaba más delgado, su cabello decolorado y tinturado le hacía ver bien, al igual que esos pircings que ahora adornaban su angelical cara, habían un par de tatuajes en lo que su camiseta me dejaba ver de sus brazos, dibujos sin sentido, en realidad.

Era increíble que a pesar de todo su cambio físico se veía igual de hermoso que la última vez que logré verlo.

Sin nada más que esperar, lo único que hice fue cerrar mis ojos y estrecharlo entre mis brazos. Volví a sentir su aroma luego de tanto tiempo, sus brazos envolviendo mi cuerpo me reconfortaron y su cabeza intentando esconderse en mi cuello me recordaba que él seguía siendo el mismo chico dulce y un tanto tímido del que me enamoré.

Sentía que ese abrazo me estaba devolviendo la vida que creía haber perderdio en los últimos meses.

Podríamos haber pasado abrazados toda la noche, mientras yo acariciaba su cabello y mientras que él mojaba el hombro de mi camisa por culpa de sus lagrimas, pero al parecer a mi hermana le había entrado la curiosidad del porqué me había tardado tanto en volver de la puerta. Su voz de niña pequeña no tardó en llegar a mis oídos, seguido de un pequeño gritito de emoción, seguramente porque lo primero que vió al llegar a la puerta fue la cara de George asomándose por mi hombro.

—¡Georgie!— El grito de mi hermana fue suficiente excusa para separarnos, ella no tardó en correr hacia él para dar un salto que la dejó colgando de su cuerpo, George no dudó en sujetarla también. —¡Si viniste, yo lo sabía! ¿Qué le ocurrió a tu cabello? ¡Se ve súper cool!— Ella hablaba tan rápido y con tanta emoción que hizo que ambos rieramos. —Que bueno que hayas venido a salvar a Richie.— Dijo finalmente abrazando con fuerza el cuello de nuestro nuevo invitado.

Ella nunca podría crear ese tipo de lazo con mi futura esposa, Charlotte nunca sonreía en su presencia, todo lo contrario a George, apenas lo vió su rostro se llenó de luz y sus mejillas se pintaron de un leve color rosa. No me sorprendería que yo también me encontrara en las mismas condiciones.

—¿T-Te gustaría pasar?— Pregunté un tanto avergonzado al chico que aún hacía latir fuerte mi corazón, él sólo me observó un tanto preocupado. —Ella no está aquí, está con su familia... Además, creo que tenemos mucho de que hablar.

George dejó a Charlie en el suelo y le susurró que entrara a la casa, cosa que ella aceptó de inmediato con una sonrisa traviesa en sus labios. El punky frente a mi me dedicó una sonrisa, dejando así que el delgado metal que cruzaba su labio se juntara a la punta de uno de sus colmillos.

Sentía que me desmayaba.

—Hablaremos hasta que la noche se haga día si eso es lo que quieres.

Cold Dreams [Starrison]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora