Epílogo

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Sus patines se deslizaban con tranquilidad por el hielo y su cabello largo se movía con el viento que el patinar traía por consecuencia. Iba atento a un pequeño cuerpo que se movía en frente de él, vigilando que no le ocurriera ningún accidente.

El pequeño se veía desanimado, y él nunca se veía así cuando patinaba, es más siempre decía que patinar era su juego favorito del mundo. George decidió salir de la pista, esperando a que el niño no lo hiciera, como era de costumbre, pero apenas comenzó a patinar hacia la salida él lo hizo también. Ambos se sentaron en las gradas, en un silencio incómodo, el infante parecía enojado o algo por el estilo con su padre, pero en realidad él no sabía como interpretar todo lo que su pequeño corazón sentía.

—¿Sucede algo, cariño?— Preguntó con dulzura a su hijo, pero él negó. —¿Estás seguro? No me has hablado en todo el día.— El niño volvió a negar con su cabeza, haciendo que el mayor soltara un suspiro. —¿Prefieres contarle a papá cuando llegué?— Con sus labios sellados y con sus ojitos al borde del llanto esta vez asintió.

El niño no es que no quisiera contarle a su papi lo que había ocurrido en la escuela, pero sabía que él era más sensible que su papá, seguramente su corazoncito dolería cuando le contara y también lloraría, y él odiaba ver a su papi George llorar. Con esfuerzo se levantó sobre la grada en la que estaba sentado para dejar caer su cuerpo de infante sobre las piernas de su padre, así lo abrazó con fuerza e intentó protegerse en su pecho como siempre hacía cuando algo le sucedía. Harrison lo abrazó también y dejó un sonoro beso sobre su cabello oscuro.

—No estoy molesto contigo, mi vida... Entiendo que no quieras contarme, ya habrá un momento para que lo hagas, yo te esperaré cuanto tiempo sea necesario.— El niño asintió, evitando llorar porque no quería preocupar a su papi más de lo que ya estaba.

Sus manos pasaban por el suave, liso y largo cabello de su bebé, intentando calmarlo y dejando besos en su cabeza. Dhani siempre buscaba el amor paternal e indispensable en los brazos de George, mientras que en su papá siempre veía los juegos, aventuras de exploradores, secretos de padre e hijo y también algunos castigos. El ojipardo era quién lo mimaba, a quién llamaba cuando tenía pesadillas y a quién más le regalaba sus dibujos de la escuela (aunque, en secreto, eran para los dos porque siempre estaban pegados en el refrigerador)

Harrison caminó con su niño en brazos, hasta la puerta principal del lugar cuando vió a su amado asomarse por esta junto con su madre, el rostro de Richard de inmediato se mostró preocupado al ver como el pequeño estaba aferrado como si se tratara de un koala al cuerpo de su padre.

—Hola, cariño.— Dijo dejando un beso sobre los labios de su esposo.

Dhani apenas escuchó la voz de su papá levantó la cabeza del pecho de su papi, sus ojitos estaban ligeramente rojos al igual que la punta de su nariz, pero lo único que pudo preguntar fue:

—¿Dónde está la abuela?— Con un movimiento George dejó que tocara el suelo de nuevo y con ojitos expectantes esperó la respuesta de su padre.

—Acaba de subir a su oficina, ¿Por qué no vas con ella?— Él sin pensarlo corrió hacia las escaleras, subiéndolas con precaución, necesitaba mucho hablar con su nanny.

—No se lo que le ocurre.— Murmuró George siguiendo con la mirada a su pequeño, desanimado. —Cuando fui a recogerlo a la escuela estaba raro, ni siquiera me saludó cuando subió al auto y ahora me dijo que sólo quería decirte a ti.

Ringo sonrió con ligereza al escuchar las palabras de su muchacho antes de abrazarlo; él seguía siendo igual, después de catorce años de estar juntos nunca dejaba atrás es escencia suya de preocuparse de todo y de todos, pero siempre sentía que su mundo se acercaba a un abismo cuando a su bebé o a su esposo les ocurrían cosas.

Cold Dreams [Starrison]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora