IV

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Desperté con un sobresalto. Mi cuerpo estaba tenso, y mi respiración entrecortada se mezclaba con la sensación de mareo que me recorría. La primera cosa que noté fue una pequeña gota en mi frente. La toqué rápidamente, y al mirar mi dedo vi que era sangre. Solo un puntito, pero eso no me tranquilizó. Me asusté más al pensar que algo había sucedido mientras estaba fuera de control. Dawne... mi hermano. Estaba en casa, y no sabía si estaba a salvo. Esperaba que Donnie hubiera cumplido su promesa de cuidar de él.

-Dawne... -susurré, dejando escapar un pesado suspiro.

No sería fácil salir de aquí, no si me permitía que el sueño me siguiera dominando. Ya había pasado por esto antes, pero nunca en menos de 24 horas. Las piernas me temblaban mientras intentaba levantarme, ignorando el mareo que me nublaba la vista. Me acerqué a la ventana y me quedé allí, observando, esperando que todo tuviera algo de sentido.

-¿Es de tarde? -me pregunté, desconcertada. ¿Cuánto había dormido?

Mi vista se fijó en los barrotes de la ventana. El cuarto estaba completamente blanco, con una decoración dorada que parecía una mezcla de lujo y frialdad. Era extraño, inquietante. Al caminar, sentí un dolor agudo en mi nuca. Cuando pasé mi mano por allí, descubrí lo que me causaba esa sensación: una herida. Algo que no me había percatado antes. Me había insertado un chip, probablemente para rastrearme. Era lo último que necesitaba, pero estaba claro que me habían dejado sin opción.

Me volví cuando escuché la puerta abrirse. Un chico alto entró, con el cabello rubio perfectamente arreglado, pero su presencia era completamente diferente a la del otro. Este, al contrario, parecía más... hombre.

-Es hora de la cena -dijo sin más preámbulo.

Asentí, pero lo primero que noté fue que mis ropas eran... extrañas. Un vestido blanco, simple, pero aún así, cómodo. No estaba herida, pero algo me decía que eso no era suficiente para estar tranquila. La preocupación me embargaba.

Salí del cuarto con dificultad, el dolor en mi pie me frenaba más de lo que quisiera admitir. Decidí que si iba a tener que bajar tantas escaleras, al menos podría saber si estaba en un edificio o en alguna otra parte.

-Por aquí -me indicó, mientras un chico pequeño, con el cabello negro y los ojos brillantes, se acercaba sin hacer ruido.

Me sorprendió, no había sentido su presencia hasta ese momento.

-¿Disculpa? -le pregunté, desconcertada-. ¿Dónde está el comedor?

Él me miró fijamente, sin decir palabra alguna. Su expresión era inexpresiva, pero, antes de que pudiera insistir, comenzó a caminar más rápido, obligándome a seguirlo.

Finalmente, llegamos a una sala decorada con tonos azules y blancos, lujosa y sobria, con una gran mesa en el centro. En la cabecera, estaba él. El "amo". Lucifer.

Me señaló un asiento a su izquierda sin decir una palabra. Yo me quedé allí, inmóvil, sintiendo el poder que emanaba de él como una presión que me oprimía el pecho.

-Siéntate aquí. -Su tono fue firme, pero no se veía alterado en absoluto.

Me quedé paralizada por un momento, dudando si debería obedecer o resistir. Sin embargo, la mirada de los hombres a su alrededor, las armas visibles, me hicieron comprender que no tenía otra opción. La presión de su poder era palpable, como si sus palabras pudieran perforarme la piel.

-Está bien -respondí finalmente, mientras me sentaba con la cabeza baja. Recibí una taza de té, cálida y humeante, pero no podía dejar de pensar en lo que había perdido en todo esto.

-Desde hoy -comenzó Lucifer, su voz llena de calma y autoridad-, nos ayudarás a nuestra familia. Si no deseas hacerlo... nosotros entenderemos.

Quise hablar, protestar, pero algo me detuvo. Vi cómo algunos de los hombres a su alrededor levantaban sus armas, su mensaje claro: no tenía opción. Mi corazón se aceleró, mi mente trataba de buscar una salida, pero no podía.

-Está bien, pero... -la necesidad de decir algo, de poner mis condiciones, me impulsó a hablar-. Tengo algunas peticiones...

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-una chica un poco más cuerda

el humo impregnado en ti (HxH)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora