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Lena.

Por primera vez en mucho tiempo, los lunes no parecían lo peor del universo.
Me levanté de la cama como un resorte, no podía esperar a llegar a la escuela.

Recordé que tenía que llamarle a mi tía Sarah.
En cuanto salí de la ducha, me dispuse a hacerlo.

—¿Lena? -No tardó mucho en contestarme, siempre estaba disponible.

—Sí, soy yo, tía. Buenos días..., Espero no haberte despertado.

—Nada de eso, cariño. Me alegra mucho escucharte ¿Cómo has estado?

Me hablaba tan dulcemente como siempre. Realmente la había extrañado.

—Bien..., Bastante bien, en realidad. Tengo tantas cosas que contarte.

—¿Por qué no vienes unos días a visitarme, linda? Sé que te vendría bien despejarte de Robert y tu mamá.

—De hecho..., De eso quería hablarte.

Suspiré sutilmente tapando con la mano el micrófono de mi teléfono.
No había pensado bien la forma en la que le diría algo así.

—Te escucho -Desde el otro lado del teléfono pude oír su respiración, atenta a lo que tenía por decirle.

—Conocí a alguien este semestre..., Hemos estado conviviendo mucho y esas cosas -Había comenzado a balbucear -Me invitó a q-quedarme en su apartamento todas las vacaciones.

—¿Estamos hablando de un chico, cariño?

Asentí sin decir una palabra, temiendo confesarle la verdad.
De verdad quería que me ayudara.

—Sí.

Guardó silencio por varios segundos, aunque aún podía escucharla.

Luego de un largo periodo de tiempo, comenzó a hablar.

—Lo que quieres es que yo le diga a tu mamá que vas a quedarte en mi casa durante tus vacaciones, pero en realidad vas a irte a casa de un chico que conociste a penas este semestre..., ¿O estoy entendiendo mal?

—Es exactamente lo que necesito que hagas por mí.

Inconscientemente comencé a hablar con voz queda, como si me diera miedo enunciar mis palabras.

—Sabes que haría lo que sea por ti, Lena..., Pero esto es bastante arriesgado.

Demonios.

—Tía..., He aguantado el mal comportamiento de mi madre y su desinterés sobre el maltrato de Robert hacia mí por más de seis meses seguidos. No hubo día en que no pensara en lo miserable que es vivir en esta casa. Necesito despejarme, de lo contrario me voy a volver loca..., Por favor.

No sabía de dónde había sacado el valor para poder expresarme así, pero de alguna manera había sido de gran ayuda.

—Te mereces salir de ahí todo el tiempo que puedas, cariño. Simplemente me preocupa que estés tanto tiempo con un muchacho..., ¿Qué clase de persona es?

—No sé cómo describirlo, tía -Comenzaba a desesperarme -Sólo sé que cuando estoy con él es como si todos mis problemas no existieran..., De verdad necesito tu ayuda en esto.

—¿Es guapo? -Había comenzado a hablarme con picardía.

—Eh..., L-La verdad lo es, es muy guapo.

—Uhum..., Sólo prométeme que vas a irte con mucho cuidado. Y que vas a venir a visitarme.

Sonreí de oreja a oreja sin poder evitarlo.
Sabía perfectamente que no me iba a negar la ayuda, por eso mismo la quería tanto.

In love with the fuckboy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora