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Lena.

Todo el camino de regreso al departamento fue silencioso y un tanto denso.

Grayson no compartió ni una sola palabra conmigo. Ni siquiera me miraba directamente y estuvo todo el tiempo con una mueca en el rostro.

No me di cuenta en qué momento había hecho algo que le molestara, porque realmente no había hecho nada.
Literalmente estaba molesto conmigo sin razón aparente.
Su enfado, me hizo enfadar a mí.

¿Iba a estar enojándose conmigo de la nada?

Al llegar al edificio, salí del auto dando un portazo, ni siquiera lo volteé a ver.
No me siguió, se quedó estático en el auto sin importarle un carajo lo que hacía.

No tenía ganas de entrar, en cuanto me subí al elevador presioné el botón para subir al último piso.

Era la primera vez que Grayson y yo nos enojábamos, y lo peor es que ni siquiera sabía por qué.

Entré a la azotea, en el mismo lugar donde Grayson me había pedido que fuera su novia.

Quería pensar las cosas bien, sabía que no tenía que tomar decisiones con la cabeza caliente.

Pero no podía no molestarme.
El mejor día que había tenido en mucho tiempo, se había convertido en lo peor.

Y todo gracias a la persona que se suponía debía hacerme feliz.

En el mismo momento que puse un pie fuera del pasillo que daba a la terraza de la azotea, mi teléfono comenzó a vibrar dentro de mi bolsillo.

Miré extrañada la pantalla para ver quién era.

Travis F.

El chico que había conocido en Grinder's.

Contesté al instante.
Desde el momento que nos habíamos conocido, no hubo un sólo día que no habláramos al menos por mensaje.
Nos habíamos vuelto muy buenos amigos.

—Hola, Travis.

—¡Lena! Qué gusto escucharte..., ¿Cómo estás?

Suspiré pesadamente mientras me sentaba en una de las bancas que estaban al límite del edificio, en el mirador.
Donde con un sólo paso, caías directo al precipicio.
La idea no sonaba tan mal.

—Bien, Trav..., ¿Qué onda? ¿Todo bien?

—No te escucho muy animada, Magdalena..., ¿Segura que estás bien?

Lo procesé por varios instantes.
No sabía nada de Kat, y realmente necesitaba un consejo de alguien amistoso.

—La verdad..., ¿Te molestaría venir a hablar un rato?

—Por supuesto que no, Lena. Dime dónde estás.

Le di la dirección específica, recalcándole bien que tenía que subir al último piso del edificio.

—Estoy cerca..., Llego en cinco minutos.

Colgó sin decir nada más.
Y justo como había dicho. En menos de diez minutos él ya estaba cruzando la puerta de la azotea.

In love with the fuckboy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora