In love with the fuckboy

25

Grayson.

—¿Puedes pasarme el queso?

Ya habían pasado tres semanas desde que Lena había aceptado ser mi novia.

Era realmente agradable tenerla alrededor las veinticuatro horas del día.  Por más que le decía que no era necesario que hiciera tanto por nosotros, era la mujer más obstinada y no se quedaba ni un segundo quieta.

—No tenías que molestarte, ángel -Le dije entregándole la bolsa de queso en la mano como me lo había pedido.

—Ya te he dicho que no es una molestia -Se puso de puntitas para poder depositar un beso sobre mi mejilla.

Lena había estado radiante los últimos días.
No había momento en el que no me dijera cuánto me quería. Y tenía rato que no la veía sin una sonrisa en el rostro.

Y toda esa alegría era contagiosa, ya que yo tampoco podía borrar la idiotez de mi cara.

—Lo entiendo, muñeca, pero creo que hacer lasaña es mucho trabajo.

—No lo es..., Además, me relaja. Mi padre amaba cocinar, y me dejaba ayudarlo.

No me quedaba otra opción más que ceder.
No iba a ser quien le quitara el gusto de hacer lo que quisiera.
Adoraba verla feliz.

—Me hubiera gustado conocer a tu padre -Le confesé mientras jugaba con su cabello.

No podía ver su rostro debido a que tenía la mirada agachada hacia la bandeja de lasaña que preparaba, pero sabía que había sonreído.

Hablar de su padre la ponía contenta, a pesar de que antes no podía ni siquiera pensar en ello.

—Siempre decía que el día que tuviera novio le partiría la cara y lo dejaría tan horroroso que me darían ganas de terminar con él -Relataba mientras reía y a su vez terminaba de armar la lasaña.

—¿Seguirías conmigo aún con la cara destrozada? -Le dije en tono de broma.

—No.

Estuve varios segundos esperando a que se riera y dijera que era sólo una broma.
Nunca sucedió.

—¿No? -Le dije escéptico.

Negó varias veces con la cabeza, sin siquiera voltearme a ver.

—Tú y yo ni siquiera nos conoceríamos porque teníamos planes de irnos a Italia con mis abuelos cuando yo cumpliera dieciséis.

—¿Tus abuelos viven en Italia? -Pregunté casi sin creerlo.

—Sólo mi abuelo..., Mi abuela murió tres meses después de lo de mi padre.

No tenía la menor idea de que Lena tenía familia italiana. No me pasó por un segundo por la cabeza.

—¿Eras cercana a ella? -Intentaba hablar despacio, no quería que se sintiera mal.

—No la veía muy seguido, pero la quería mucho. Me llamaba Sole.

—¿Sole?

—Odiaba mi nombre -Ahogó una risa y sonrió -Cuando nací, insistió hasta el cansancio que me llamaran Sole, pero aparentemente mi madre me odiaba desde antes de nacer.

—¿Y qué significa?

—Literalmente, sólo significa "sol".

—Realmente a nadie de tu familia le gusta tu nombre ¿verdad? -Dije en tono de broma.

Comenzó a reír sutilmente antes de meter la bandeja al horno.