59

1K 41 4
                                    

Lena.

—¿Pero estarán bien?

Hablaba por teléfono con mi madre. No había tenido noticias nuevas desde el momento que llegó la ambulancia por Robert.

Todo había sucedido demasiado rápido.

—Él estará bien..., Y más vale que lo esté para que esté vivo en nuestro divorcio. Me rehúso a ser la viuda de un animal como él.

—Mamá..., Gracias por defenderme. Y por no llamar a la policía.

Guardó silencio por unos segundos en los que lo único que se escuchaba del otro lado de la línea era su respiración entrecortada.

—Te dije que quería arreglar las cosas contigo, mi cielo, y era verdad..., Dile a Grayson que no se preocupe. Yo me encargaré de que Robert no presente cargos.

—Sí, mamá, ya se lo diré..., -Hice una pausa cuando me di cuenta que Grayson venía acercándose a mí por el pasillo -Tengo que irme..., Pero gracias otra vez.

—Claro, Lena..., Te amo. Cuídate.

Me aclaré la garganta y asentí aunque sabía que no podía verme.

Pasaron un par de segundos que se sintieron eternos, en los que consideré la idea de decirle que también la amaba...,
Pero la herida aún seguía fresca y sensible.

—Nos vemos -Dije antes de colgar.

Pasé mis dos manos por mis ojos, con la intención de mantenerme despierta.
Eran alrededor de las cuatro treinta de la madrugada.
Con tantas cosas sucediendo al mismo tiempo, lo último que quería hacer era dormir.

Quería entender a toda costa cómo era posible que en un sólo día mi vida se hubiera convertido en todo eso.

—Hey -Dijo Grayson sentándose a mi lado, sacándome de mis pensamientos.

Estaba oscuro y no podía verlo a la cara, pero aún así, intenté articular una media sonrisa que se convirtió más bien en una mueca.
Gracias al cielo no podía verme.

Giré mi cabeza hasta que mi mirada encontró de nueva cuenta el paisaje que me ofrecía el ventanal del salón.

Estaba sentada en el piso, el cual gracias a la calefacción del departamento, permanecía cálido e incluso más acogedor que mi propia cama.

Y así estaba mejor.
No quería ir y acostarme en una cama fría que sólo me traería malos recuerdos y no me dejaría olvidar todo el desastre que había sucedido.

Aunque eso ya llevaba varias horas ocurriendo.

—¿Alguna noticia?

Me encogí de hombros sin dejar de apreciar la tormenta eléctrica que cobijaba la ciudad.
La calma que me daba era escalofriante.

—Robert tiene la mandíbula y dos costillas fracturadas..., Y le acabo de ahorrar la rinoplastia a Rebeca.

—¿Le rompiste la nariz? -Preguntó, como si fuera muy divertido.

Negué con la cabeza, lentamente.

—Se la destrocé, más bien.

Escuché como se contenía por no reír.
¿Cómo podía darle tanta gracia todo ese asunto?
Era increíble.

—¿Me escuchaste, Grayson? -Pregunté, indignada -Le destrocé la cara a la estelar de mi propia obra.

—Entonces que lo haga la suplente...,

In love with the fuckboy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora