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Lena.

—¿No te molestaste ni un poco?

Me preguntó Kat desde mi sillón, estaba recostada mientras botaba una pequeña pelota contra el piso.

Me estaba ayudando a empacar lo que llevaría a casa de Grayson.
Ya era un hecho.
Ya no había vuelta atrás.

No habíamos tenido tiempo a solas en bastante tiempo, así que a pesar de que sólo estaba haciendo al tonto en lugar de ayudarme, disfrutaba su presencia.

—Sí me molesté, Kat..., En su momento. No podía echarle toda la culpa a Grayson, Savannah ha sido su mejor amiga desde siempre y tenía mucho tiempo sin verla.

Levantó ligeramente la cabeza para encararme con una ceja levantada.

—Eso no le justifica que te ignoró toda la tarde.

—No, pero sí vino a disculparse...,

—No lleves eso, es muy de abuela -Me interrumpió de la nada.

Se refería a mi sudadera gris de GAP que tanto amaba.

Hice una mueca y miré la prenda, luego volteé a verla a ella para percatarme que no fuera una broma.

—¿En qué mundo esto es de abuela? -Le pregunté indignada.

—En el mundo en el que te vas a vivir por dos meses al departamento de tu novio -Se puso de pie y me arrebató la sudadera -Y en el mundo en el cual tienes un cuerpo envidiable.

—No es mi novio -Dije a regañadientes, acercándome a ella para adueñarme de la prenda y ponérmela -Y no pienso ir pavoneándome sobre mi cuerpo en el mismo lugar donde vive el novio de mi mejor amiga.

Rodó los ojos y volvió a su postura en el sillón. Siguió botando la pelota.

—Tráeme helado -Soltó de repente -Es cansado ayudarte a empacar.

Me puse de pie como un resorte y me acerqué para picarle las costillas.
Odiaba que hiciera eso.

—Llevas todo el día acostada en mi sillón.

Comenzó a retorcerse mientras reía y lanzaba maldiciones al aire.
No la dejé en paz hasta que la vi dispuesta a comenzar a patalear.

—Sabes que detesto que hagas eso.

—Eso te ganas cuando sólo vienes a acabarte mi comida.

Me enseñó el dedo de en medio, obviamente jugando.

Salí de mi cuarto para poder ir por algo de comer, tenía desde la mañana empacando cosas y ya me empezaba a dar hambre.

Bajé de uno en uno los escalones hasta llegar al primer piso y adentrarme a la cocina.

Me llevé una sorpresa desagradable al entrar y darme cuenta que Rebeca estaba ahí sirviéndose un gran plato de lasaña que había sobrado de la cena de la noche anterior.

—¿Qué haces aquí? -Le pregunté con seriedad.

Me miró con una sonrisa hipócrita y con una ceja levantada.

—Vine a visitar a mi papi, Lenita, cálmate..., Ya me contó lo que pasó la otra noche.

Me acerqué a la alacena para tomar dos vasos de cristal.
No tenía por qué discutir eso con ella.

—Permiso -Pasé junto a ella rozándole el hombro.

Me estaba bloqueando el paso a la nevera.

—¿No vas a decir nada? -Volteó a mirarme.

In love with the fuckboy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora