Capítulo 9

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Distrito Federal de México

19 años era una cantidad relativamente corta para aquella chica de ojos cafés y cabello castaño que lloraba sobre aquel ataúd, una vida tan corta que empezaba a caer mientras crecía otra. No había duda que cualquiera que la viera diría que estaba desamparada pero no era así, tenía a su prometido quien juró cuidarla por todo el resto de su vida, su amor estaba sellado con aquel pequeño que tenía en el vientre. Su pedacito de felicidad en todo el dolor de enterrar a su madre el mismo día en que estaba programada su confección y revisión del vestido blanco con la cual todas las mujeres sueñan.

En vez de sonreír por verse en aquel traje blanco ella estaba llorando en la tumba de su madre, desgarrada por perder a la única persona que le quedaba de familia.

Intento abrazarse a sí misma para calmar el frio que recorría su interior pero sobre todo su corazón, su madre era la única fortaleza que tenía después de perder a su padre en aquel accidente automovilístico cuando escapaban de su natal Cuba para buscar un futuro mejor. Intento callar sus sollozos al escuchar las palabras del cura bendecir la caja de madera donde yacía el cuerpo de su madre, aquella que estuvo sumergida en depresión pero nunca dejo de amar a su pequeña.

-Estoy contigo amor –susurró su prometido- estoy aquí –abrazó la cintura con ternura-

-No es justo –susurró Camila- ella no debía dejarme, no ahora... -intentó replicar-

-Calma amor –pidió el castaño- ella ahora nos cuidará desde arriba –besó su frente-

Tras esa pequeña muestra de amor, Camila se relajó en los brazos de aquel chico de piel clara, con cabello castaño, sonrisa encantadora y futuro padre de su hijo. Se sentía segura con él, en sus brazos con su pequeño pedacito de felicidad entre ellos.

Miami, EE.UU

30 días.

30 días en los cuales Camila estaba en un caos mental, su pasado cada vez era más cercano a ella que en los últimos años. Aquel 10 de Octubre era tan frío como el clima, Camila llevaba 2 rosas una de color roja simbolizando el amor entre sus padres y otra blanca para su pedacito de felicidad.

Ir a ese lugar nunca fue fácil para Camila pero quería hacerlo porque se sentía más cerca de ellos, quería al menor saber que ahí estarían cuando necesitara un lugar donde llorar como lo hacía desde hace 5 años atrás.

-Hola mamá –susurró al viento mirando aquella lápida grisácea-

Una lágrima rebelde resbalo por su mejilla izquierda pero la dejo salir porque necesitaba desahogar su dolor, necesitaba ser débil.

-Ya han pasado 5 años desde que te fuiste y 24 desde que papá se fue  –recordó con un amago de sonrisa-  ¿te extraño sabes? Extraño mucho llegar del trabajo en la cafetería y hablar sobre cómo nos iríamos a EEUU para poder fundar nuestra propia cafetería con frases motivadora para personas como nosotros...  -su voz sonaba quebrada-  para personas que se sentían solas y desamparadas, íbamos a ayudarlos ¿lo recuerdas?  –susurró con un hilo de voz-

Era un fracaso, Camila había decidido no llorar más, no mostrar su debilidad pero ahí estaba ella arrodillada frente a la lápida de sus padres llorando por los sueños que no se cumplieron, por la familia que no tuvo y por el desamor que tuvo. No podía aguantarlo más y empezó a derrumbar todos sus muros frente a sus seres amados donde podía ser débil sin temor a ser lastimada.

-Quería poder lograr ese sueño mamá pero no puedo hacerlo si no me perdono y jamás lo haré hasta que encuentre a las personas que te arrebataron de mi lado  –susurró mirando el césped con rocío de aquella mañana-  quiero seguir el sueño de papá, ser alguien que cuide de los demás para evitar que se dañen como nosotros, cuidar de las personas que merecen ser felices  –la primera sonrisa entre lágrimas salió a flote-  eso decías tu mamá, siempre cuidar a las personas que te hacen feliz y a mí me hace feliz ver a los demás con sus familias aunque yo nunca tuve la mía...

Luego de aquella charla entre el frio viento y ella, dejo las rosas en cada lugar correspondiente y abandonó el lugar. Se sentía débil de nuevo pero no dejaba a libertad su verdadero sentir, nadie podía conocerlo.

Toronto, Canadá

Aquella mañana fría sin luz no era nada comparado con el frío del chico castaño de sonrisa pérdida por aquellos recuerdos de hace 5 años atrás. Aquel día donde él juró cuidar de su prometida y su pequeño hijo que crecía en ella, desde ese día donde se enteró de la verdad. Una verdad que él nunca quiso aceptar pero decidió renunciar a su felicidad sin darse cuenta que ya no existía.

Siempre soñó con una familia, vivir en paz con una mujer que lo amará y tener 2 hijos preciosos a los cuales aconsejar sobre la vida. Estuvo a punto de lograrlo pero la vida no quería concederle ese deseo, nunca pudo sentir el calor de su familia porque se desmoronó frente a él sin poder hacer algo o evitarlo. Simplemente se esfumo como aquel vaho que salía desde su interior.

Llegó a la pequeña casa de madera donde vivía después de escapar de su familia, creyendo que los dejarían en paz pero la vida siempre tiene otros planes.

Siempre.


Guardaespaldas Cabello | CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora