Capítulo 21

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SHAWN POV:

La rabia y el dolor que sentía en ese momento reinaban en mi mente. Camila me había rechazado una vez más, sus labios ya no eran los mismos ahora eran fríos y vacilantes ya no había determinación ni amor. Simplemente fue un beso frío que logró romper mi alma y corazón.

Grité tan fuerte como pude sin importarme nada, tiré cada adorno, mueble, papel y fotografía. No podía parar, necesitaba liberar toda esta impotencia que tenía aquella que se acumuló desde aquel día, aquel maldito día.

Terminé sentado en el piso con todas las cosas rotas a mí alrededor y lágrimas saliendo de mis ojos. Mi corazón no quería parar y mi mente pedía liberarse. Logré llegar hasta la cocina, destruida pero al final era la cocina, busqué en el suelo algo cortante y encontré un cuchillo delgado el cual era perfecto para liberarme.

Rompí la camiseta que llevaba y frente al espejo que tenía la marca de mi puño en la parte inferior derecha comencé a rasguñar mi piel con intensidad, el dolor no era nada con lo que estaba sintiendo ahora mismo.

Mi mundo empezaba a caerse.

A la mañana siguiente desperté con un dolor infernal en el pecho y brazos, estaba semidesnudo y sentado bajo el lavabo del baño con un cuchillo a mi lado. Empecé a recordar lo que había pasado y mis lágrimas silenciosas bajaban de nuevo. Intenté ponerme de pie pero el dolor no me dejaba así que decidí quedarme ahí y quizás, con suerte, morir desangrado pues los rasguños seguían frescos con sangre sin secar saliendo de ellos.

Mi celular comenzó a vibrar pero no me importo, a estas alturas ser un alto investigador del FBI norteamericano no importaba más. Solo quería cerrar los ojos y dormir para siempre, quería que el dolor cesara de una buena vez.

Intenté pararme pero el dolor me paralizo hasta hacerme caer y golpearme la cabeza con la helada loza del baño. No sé qué pasó después pero escuchaba el sonido tan característico de un Holter. Y eso solo podía significar una cosa, estaba en un jodido hospital, vivo.

LAUREN POV:

Camila relató todo lo sucedido con Shawn, amaba saber que ella confiaba en Katie pero me dolía conocer la verdad detrás de todo, ella amaba una imagen que no era real. No sabía que la de los mensajes era yo.

Eliminé ese pensamiento y me centré en la información recién procesada, así que el chico castaño era Shawn. Padre de su hijo desaparecido y aquel cobarde que la dejo con su hijo recién nacido.

Estaba escribiendo una respuesta para ella cuando mi madre entro a mi habitación, le di permiso para pasar y por su rostro supe que no era nada bueno.

-Hoy vendrá Felipe con su familia a cenar –contó emocionada- quiero que te arregles y te pongas el mejor vestido de tu ropero.

Mi rostro estaba petrificado, no quería ver a Felipe porque sabía cómo terminaría todo esto. No pienso salir con él y mucho menos tener una cena en donde tengo que fingir que me agrada cuando solo quiero darle una golpiza por ser tan idiota.

-No has pensado en qué él no es mi tipo –dije impaciente-

-Lauren él es un gran chico y ya sabes que tu padre lo adora –respondió tratando de hacerme pisar el anzuelo-

-Mi padre lo adora pero yo no –estaba empezando a molestarme- no es guapo y ni siquiera me parece interesante.

Mi madre dejo de sonreír para enarcar las cejas y mirarme con reproche.

-Él vendrá a cenar y tú vas a estar presente te guste o no –demandó molesta-

Quería gritarle que no iba a hacerlo que era otra persona la cual me causaba las mejores emociones de toda mi vida pero solo callé para evitar una pelea mayor.

-Odio esto –murmuré entre dientes-

Mi madre salió molesta del lugar cerrando la puerta de un portazo. Bufé molesta buscando el número de Camila entre los contactos. Antes de que ella pudiera contestar tapé el micrófono lo suficiente para saber que mi voz se distorsionaría y no pudiera reconocerme.

Al segundo pitido escuché su respiración algo irregular del otro lado de la línea.

-¿Ejercicios antes del almuerzo? –pregunte con una sonrisa-

-No tengo hambre así que quiero aprovechar el tiempo –respondió y pude sentir su sonrisa-

Hablamos tanto tiempo que perdí la noción de que ya era la hora del almuerzo y por ende tenía que bajar con mis padres soportando su charla de la famosa cena con Felipe. Corté susurrando un "te quiero" y bajé al comedor con cara de pocos amigos.

Guardaespaldas Cabello | CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora