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Eran aproximadamente las cinco de la tarde.

Salí de casa, y emprendí mi camino hacia la casa de Jungkook. Pero sin antes irme, el señor Min estaba ahí, en su pórtico, fumando un cigarrillo y con atendiendo su llamada. Quería saludarlo para no verme como una mala educada, además de qué jamás había escuchado su voz, debe ser muy linda.

Caminé frente a su casa, quizá estaría ocupado en la línea, que mejor decidí pasar frente a él y esbozar una sonrisa. Se percató de mi presencia me siguió con la mirada. Y el también me sonrió de manera pícara, seguí avanzando y todo indicaba que estaba aún observándome como todo un pervertido.

Lo perdí de vista cuando dí la vuelta por la manzana. Pensé sí sería buena idea ya formalizar confianza con el señor Min, tengo pena pues se ve que es una persona de muy pocos amigos, pero haría el esfuerzo.

—L-lindo día señor Min —eso sonó muy tonto.

Él solo se limitó en plasmar una sonrisa sin mostrar su dentadura —Ten un lindo día también —. Su  voz era jodidamente rasposa y sexy a la vez.

Seguí mi caminando como sí nada, sin saber que aquella persona con quién estaría dispuesta a entablar una conversación y hace tener un poco de confianza, estaba ahí, parado con los brazos cruzados viendo cómo me iba. Su mirada estaba solo se enfocaba en mi trasero.

Qué pronto será suyo.

***

Finalmente llegué a mi destino.

La casa de Jeon era bastante amplia, no era la primera vez que pisaba su hogar. Recién cuando lo conocí me invitó a su casa para hacer tareas juntos y fue así como lo nuestro cobró vida.

Ahora estoy tocando el timbre.

Y no pasó un segundo más cuando mi novio salió a recibirme. Cómo toda pareja nos dimos un cálido beso y después me invitó a pasar.

—¿Tus padres no están, cierto?

—No llegarán hasta mañana. Mi abuela solicitaba de su presencia cuánto antes. —dijo con simpleza.

—Bueno, entonces... ire al sofá—Me dirigí hacia el sofá de color hueso que se ubicaba en la sala de estar, mientras que Kook iba a la cocina.

Al poco tiempo regresó con algunas botanas. Y después con bebidas para acompañar.

—¿Tienes alguna duda o comentario acerca del tema que vimos recientemente?

El frunció los labios y negó con la cabeza. De ser así, ¿a que habría venido?

—Entonces... ¿no tienes ninguna duda?

—No. Perdón sí pensaste que haríamos un trabajo pero, solo quiero estar contigo —sonrió. —¿Tiene algo de malo? ven acércate.

—Mhg, n-no te preocupes. Sólo me hubieras dicho la verdad Kookie.

En verdad, no me molestaba. El hecho de qué podríamos pasar tiempo juntos era casi imposible pues Taehyung está al pendiente de mí y además de que casi no contamos con el tiempo necesario debido a los estudios.

Fuimos directo al grano, dejé a un lado mis cosas y coloqué mi cabeza en su pecho, mientras él sostenía el control remoto en sus manos...

—Veamos una película, ¿sí? —dijo casi en un susurro y yo asentí.

Después de unos minutos en medio de la película, Jungkook me besó la frente, nos la estábamos pasando bien. Yo me considero de esas personas que les gusta estar con sus seres queridos viendo películas o estando en casa que salir. Mi relación con Jungkook está yendo de maravilla. Sólo qué aún no lo habíamos hecho.

Tengo miedo pues no quiero que pasé algo a mayores, no lo sé, un embarazo, o algo por el estilo ¿quizá? No lo sé.

Pero eso pasó desapercibido, pues luego beso mis labios y acarició mi sien. Sus ojos felinos destellaban amor y de otra emoción que no sé describir, —a mí parecer—.

—¿Me amas ___? —preguntó, separándose de mis labios y mirándome directamente a mis ojos.

Yo le sonreí un poco avergonzada, pues cada que se comporta así no puedo evitar sonreírle —Claro que sí—asentí.

—¿Mucho, mucho? —su pregunta sonó bastante forzada e irritante como la de un niño insoportable.

Nuevamente asentí.

¿A qué quería llegar?

Volvió a besar mis labios de manera dulce y yo le correspondía con muchos besos en todo su rostro robándole suspiros de su parte. Después de otro beso, se aumentó la sincronía, provocando que Jungkook estuviera encima de mí—sin dejar car su peso— y yo dándole acceso en medio de mis piernas.

Estuvimos así por poco tiempo, solos sin ningún tipo de interrupción, con nuestras respiraciones un poco agitadas y nuestros rostros a solo centímetros del uno al otro. Con sus manos, él iba recorriendo mis mejillas y con una sonrisa ladina dibujada en sus labios hizo que mis mejillas se tornaran de ese característico color carmesí.

—Vamos a mi habitación...—susurró a mí oído.

Guiñó su ojo y se puso de pie. Tomando mi mano para que yo lo acompañara a dónde mencionó.

¿Realmente lo iba a hacer con él?

Es muy pronto como para entregarme, ¿no lo creen?



Es muy pronto como para entregarme, ¿no lo creen?

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Nos leemos luego.

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