|Neumáticos|
Narra Camila.“Señorita Cabello.” Llamó el profesor, lo miré en espera de su pregunta. “En la batalla de Saratoga...” Hizo una pausa y tamborileó sus dedos en su mentón. “¿Quienes salieron victoriosos?” Interrogó.
“Estados Unidos, señor.” Respondí con tranquilidad y él sonrió para luego caminar hasta la pizarra y con un rotulador rojo escribió en grande «EEUU.»
Ya sabéis... para que no quedara duda alguna.
“Correcto señorita Cabello.” Se giró para mirar a la clase. “Saratoga significó la primera derrota para los británicos.” Resaltó con orgullo, un orgullo con que, sólo un ex soldado del ejército norteamericano podría impartir una clase de historia a un grupo de adolescentes enteramente apáticos a lo que decía. Y eso me incluía.
No es él... la historia no es mi fuerte y no me resulta tan absorbente como a él.
“Esto resultó cuando las trece colonias inglesas de Norte América se rebelaron contra el imperio Británico, y liderados por...” Miró a Bradley con una ceja enarcada para que este respondiera.
“George Washington, señor.” Dijo con aburrimiento, y no es para menos... en temas de este tipo, parecía que el castaño y yo éramos los únicos en aquella clase.
Puede que el hecho de que seamos ingleses tenga algo que ver...
Bufé al mirar el reloj, todavía quedaban quince largos y torturantes minutos.
“Al menos hoy no ha mencionado como sobrevivió a la emboscada en territorio iraní.” Susurró Mani sentada en la mesa detrás de mí.
La miré por encima de mi hombro y con una sonrisa forzada asentí a su comentario.
“No cantéis victoria, quedan trece minutos con treinta y tres segundos de clases.” Susurró Vero con su cuerpo inclinado en nuestra dirección mirando el reloj sobre el pizarrón.
“Esa historia la contó la clase pasada, os apuesto cinco dólares a que recitará la de Afganistán.” Aposté, ladee un poco mi cuerpo para mirar a ambas chicas.
“Trato.” Susurraron al unísono.
Doce minutos después, de mala gana las chicas dejaban un par de billetes de cinco dólares sobre la palma de mi mano.
“Pensé que nunca terminaría este día.” Gruñó Dinah acercándose a nosotras, yo recogía mis pertenencias. “¿Qué planes tenéis para hoy?”
“Debo terminar el cuadro para la clase de artes...” Refunfuño Normani, nuestros ojos viajaron a Verónica.
“Yo...” Mordió su labio inferior y descarrió su mirada al suelo. “Yo... acompañaré a Lucy a su cita semanal con el psicólogo.” Mencionó con timidez y aquello me pareció mega adorable.
Me encantaba el efecto que Lucia tenía en Verónica; la colombiana sacaba su lado tierno y sensible, Verónica Iglesias era paciente con Lucy... y sobretodo trataba de comprender su condición. Apenas ayer en la tarde, luego de que la clase de deportes terminara la encontré con el rostro enterrado en un libro sobre el autismo.
No me acerqué a ella, consideré que lo mejor era dejarla a solas, estaba segura que mi presencia solo haría que sus muros se elevarán y daría paso a la pedante, flemática e inmodesta Verónica Iglesias, aquella que habituaba ser frente a todos, sin embargo, la latina no era más que un osito cariñoso.
Adorable.
“Yo iré a la feria.” Indique ante las miradas curiosas de mis amigas. “Vero ¿Puedes llevarme?” Pregunté, en realidad necesitaba hablar a solas con la latina aprovechando que Lucy se saltó la última hora de clases por petición de sus padres.