|Eclipse|
Narra Lauren
La vida es una sucesión de acontecimientos buenos y malos, a veces es difícil darnos cuenta que ambos vienen de la mano.
Hace una semana atrás habían llegado los resultados de los exámenes de Christopher, y junto con ellos la maravillosa noticia que tanto habíamos estado ansiando recibir.
La remisión de la leucemia.
Recuerdo ese día que mi madre llamó al centro de rehabilitación para darme la noticia; ella lloraba frenéticamente haciéndome especular lo peor, hasta que en medio de sus gimoteos balbuceó un torpe «remisión, cielo, remisión».
Nunca podré sacar de mi cabeza el tono de la voz de mi madre al enunciar aquella simple pero trascendental palabra, había alivio, felicidad, incredulidad y otras tantas emociones en ella… ni siquiera puedo describirlo con exactitud.
Por mí parte recuerdo haberme aferrado al teléfono en mi oreja y haber pedido a Clara que lo repitiera al menos diez oportunidades más, después de escucharlo tantas veces solo pude cortar la llamada sin decir nada permaneciendo en un estado estupefacción.
Luego lloriqueé de forma descontrolada mientras Khalif no entendía lo que sucedía, especialmente cuando el llanto se convirtió en un ataque de risas haciéndolo susurrar un «estás asustándome con tus cambios de humor.» Hasta que le conté sobre la llamada…
La leucemia no se detectaba más en las pruebas médicas, y sus analíticas eran casi las de un niño en perfecto estado de salud. Yo no podía estar más feliz.
Sin embargo, como señalé inicialmente lo bueno y lo malo vienen de la mano y dos días atrás la directora del centro de rehabilitación volvió a guiarme a su oficina estirando el teléfono en mi dirección segundos después.
La voz seria de mi padre me advirtieron que algo no estaba bien, un escalofrío bailó a lo largo de mi espina dorsal al imaginar que la remisión de Christopher había sido un sueño o alguna especie de equivocación del hospital.
Phil fue hallado muerto por su hermano mayor en el piso de su habitación aquella mañana.
Me preocupe terriblemente por como sentaría aquella noticia a Christopher, una vez más había perdido a uno de sus amigos.
Mis padres hicieron todo a su alcance para que yo pudiera salir hoy jueves para asistir a su funeral hasta que, el equipo médico accedió.
Christopher estaba sentado en silencio balanceando sus piernas y mirando sus zapatos negros como si aquello es lo más fascinante que tuviese para hacer, me senté en la silla que estaba junto a la de él y estiré mis brazos tomándolo en un abrazo de costado al que puso un poco de resistencia al inicio, pero poco después terminó acurrucándose en mis costillas.
Perduramos justo así y en silencio escuchamos las palabras del sacerdote y los constantes lamentos de los familiares de Phil. Acaricié la frente de mi hermano delineando sus ya visibles cejas.
Cuando el féretro comenzó a descender, Chris enterró su cara en mi costado sin querer reparar en lo que sucedía a su alrededor, y por los pequeños espasmos que su cuerpo daba supe que las lágrimas habían ganado la batalla ante su orgullo.