|Despedida|
(N/A: no sé qué tan sensibles sois, así que quizás sea bueno tener Kleenex a la mano)Narra Camila
Dos semanas después.
Finales de NoviembreUna pequeña lluvia caía sobre New York, el frío iba en aumento a medida que el invierno se avecinaba, el ambiente estaba jodidamente áspero y apesadumbrado... como si la naturaleza hubiese montado la atmósfera para la ocasión.
A las 05 horas una llamada de Lauren había ahuyentado cualquier indicio de tener un buen día.
Con los gimoteos impidiéndole hablar y mi corazón pulsando tan fuerte para estar en estado de reposo, entre vagidos la ojiverde consiguió formular una oración tan corta pero con un gran peso.
“Tommy a muerto.”
Un pitido ensordecedor perforó mis oídos y las ganas de vomitar me atosigaron por completo, estaba tiritando como gelatina sentada en medio de mi cama mirando la penumbra de mi dormitorio.
“Voy enseguida.” Fue todo lo que pude emitir en un tembloroso hilo de voz y luego terminé la llamada.
Corrí al baño en cuanto el sabor de la bilis llegó a mi boca, vomité todo lo que mi organismo podía mientras las palabras citadas por Lauren se repetían en mi cabeza una y otra vez.
“¿Kaki?” La voz adormilada de Sofía me hizo levantar el rostro del retrete, sus ojos estaban llenos de preocupación mientras abrazaba su oso de peluche “¿Has enfermado? ¿Por qué estás llorando?” Interrogó colocando sus pequeñas manos sobre mis mejillas.
Pasé mis manos por mis ojos solo para comprobar que realmente estaba llorando, pude sentir mis dedos fríos y temblorosos secar los rastros de llanto cuando otra fuerte arqueada me hizo apartarme de Sofí y volver mi cabeza al retrete.
“Kaki...” Volví a escuchar la voz de Sofí pero está vez retumbaba a la distancia. “Iré por tío Hyun.” Avisó antes de salir corriendo.
Como pude me puse de pie y me enganché al lavabo, enjuagué mi boca y eché agua sobre mi rostro para luego mirarme en el espejo. Estaba pálida y mi labio temblaba al igual que el resto de mi cuerpo.
«Ha muerto.» Mi cabeza repitió.
«Camila ellos han muerto.» La voz del Sr. Soo hizo eco en mi cabeza logrando que mi respiración se volviera anormal.
Lo qué aconteció después parecía haberse borrado de mi memoria, de la nada estaba sentada en el sofá entre los brazos de Kim con Hyun arrodillado frente a mí ofreciéndome una taza de té.
“Tranquila.” Susurró Kim acariciando mi brazo como una madre protectora.
Tomé el té bajo la atenta mirada de los asiáticos, cuando mi mente volvió a la normalidad dejé la taza ya vacía sobre la pequeña mesa junto al sofá, él pelirrojo dio un pequeño estrujón a mi mano y cuando lo miré vi la curiosidad en sus ojos.
Fue entonces cuando la llamada de Lauren volvió a mi memoria.
“Ha muerto.” Murmuré, ambos compartieron una mirada de desconocimiento. “Tom.” Aclaré ante sus expresiones.
Hyun abrió la boca ante la noticia y Kim bajó la mirada entristecida.
“Lo siento Mila.” Suspiró Kim dándome un afectuoso abrazo. “¿Quieres ir hasta el hospital?” Consultó y asentí inmediatamente, miré el reloj que colgaba en la pared, eran las 06:15.