|Venganza II|
Narra OmniscienteSeis días después
Lauren revolvía enfadada su comida, resopló exasperada de aquel sitio. Llevaba apenas cinco días en aquel lugar y ya se sentía desesperada por lo rutinario que se había vuelto su día a día. Pinchó un pedazo de zanahoria y levantó su tenedor a la altura de su rostro mientras sus ojos analizaban aquel trozo de vegetal como si fuese lo más interesante que había visto en toda la semana, hasta que un rostro sonriente se atravesó en su campo de visión.
“¿Qué hay?” Lauren vio como un chico de piel oscura con el cabello largo y trenzado en rastas se sentó frente a ella. “¿Te vas a comer eso?” Discurrió apuntando con su cuchara el plato de la ojiverde.
La pelinegra lo miró con el ceño fruncido y sin disimular echó un vistazo a su alrededor para comprobar que el comedor estaba considerablemente vacío, por lo tanto... había una amplia cantidad de mesas desocupadas.
“Hay más mesas vacías por allá.” Apuntó viendo al chico comer sus huevos revueltos, ni siquiera se inmutó.
“Te cambio mi yogurt por tu bacón.” Ofreció relamiéndose los labios y tomando el pequeño vaso que contenía el producto lácteo. “¿Qué dices?” Zarandeó el envase en su mano.
“¿Eres sordo o hiperactivo?” Aclaró impaciente la ojiverde.
“Es de ciruelas.” Agitó sus cejas de arriba abajo intentando convencerle, el bacón se veía tentador para él.
Lauren bufó y sonrió sin gracia mientras negaba con suspicacia.
“No.” Respondió cogiendo una tira de bacón y mordiéndola con arrogancia para provocar al chico.
Lauren detalló al moreno, reparando en los tatuajes de su cuello y brazos. Entornó sus ojos tratando de detallar alguno; la mayoría eran figuras tribales, sin ningún significado para ella.
Luego se encontró comparándolo con El Gato, aquella apariencia de pandillero solo la hizo gruñir en voz baja. «¡Ese infeliz!» Pensó al recordar como la había persuadido para volver a consumir, odió su debilidad pero su cuerpo y mente le habían jugado en contra ese día. Pensó nuevamente en Camila y en lo desprotegida que estaba ahora, de ninguna manera confiaría en la palabra del Gato y su «No te angusties Lauren».
Por supuesto que estaba angustiada.
“¿Cuál de todas te trajo aquí?” Curioseó destapando con resignación su yogurt, la ojiverde lo miró con una mueca de confusión dejando su análisis comparativo para después. “Me refiero a la droga.” Detalló.
“No es tú problema.” Refunfuñó desviando la mirada a su plato. El moreno hizo silencio durante un par de segundos.
“¿Quieres un consejo?” Consultó.
“No.” Dijo tajante la chica de ojos verdes.
“Te lo daré...” Empezó ignorando la negativa de la pelinegra. “No prolongues tu estadía, quiero decir.” Ladeó su cabeza y sus rastas cayeron a un costado. “Mira, negarte a participar en las reuniones y en las actividades no te sacarán de aquí...” Él estaba inclinado sobre la mesa. “Es bueno conversarlo, es probablemente el único sitio donde no te juzgarán... todos estamos aquí por lo mismo.” Se encogió de hombros antes de levantarse y tomar su plato de comida ya vacío.