|Ángel|
Narra OmniscienteLondres, Inglaterra.
Seis años después.
“Me gusta.” Lauren decretó mirando al agente inmobiliario, el hombre sonrió satisfecho.
Camila se mordió el labio inferior transitando el lugar con una limitada mirada; el lugar le parecía demasiado superficial, incluso le recordaba a la escuela pública de Manchester.
“Me alegra que le guste, es una casa fantástica.” Parloteó el hombre de traje gris. “Como dije al principio, es una construcción nueva y como sabréis es una de las mejores zonas de Londres.” Recordó para la chica de ojos verdes, quien se veía realmente interesada.
“¿Cuál es su valor?” Indagó echando un vistazo a la habitación principal.
“25.000£ y os aseguro que vale cada libra.” Sonrió mostrando sus dientes.
Camila jadeo con una mano en el pecho, sobre su corazón.
“¡Diablos!” Exclamó la morena con un bufido. “¿Ed Sheeran y Adele serán nuestros vecinos o qué?” Cuestionó aturdida ganándose un codazo disimulado por parte de Lauren. “Porque créame... la única manera que valga cada libra es que, cuando salga por las mañanas a recoger el periódico me encuentre a Ed Sheeran recogiendo su correo y agite su mano en mi dirección con un «buenos días vecina».” Dijo ignorando la advertencia de Lauren.
“Bueno, Grace Chatto vive al inicio de la calle.” Presumió él con una sonrisa de autosuficiencia que no persuadió a la morena.
“¿Me permite unos minutos para conversar con mi esposa?” Solicitó Lauren antes de que Camila rechazara por completo tener la casa entre sus opciones.
El hombre sonrió con educación y tras recordarle a Lauren cuan maravilloso era el lugar se retiró, esperanzado de que la mujer de ojos verdes consiguiera convencer a la menor.
“No.” Expresó Camila apenas la puerta se cerró dejándoles a solas. “Dios sabe cuánto amo a Grace, pero no.” Rechazó examinando el lugar.
Lauren guió sus pasos detrás de los de Camila y con un puchero le dijo:
“¿Qué hay de malo con ella?” Curioseó tomando la mano de su esposa.
Camila soltó una risita burlona.
“¿Aparte de las veinticinco mil libras?” Torció la cabeza y una expresión de repaso asomó en su rostro, la suma sin duda estaba muy alejada del presupuesto.“Es demasiado grande para nosotras Lo ¿Qué se supone que haremos con diez habitaciones?”
“Se me ocurren un par de cosas.” Murmuró acercando a la más joven a su cuerpo y al instante le rodeó la cintura con ambas manos apretando ligeramente, pero lo suficiente fuerte para que la morena tomara sus intenciones.
“Lauren.” Tarareó Camila con rectitud, pero siguiendo su juego, entrelazó sus dedos detrás del cuello de la ojiverde. “Eso no es todo.” Advirtió dejando un beso en la comisura de sus labios y retomando el tema. “¿Viste la fachada?” Preguntó, desde que vio la estructura, sabía que no había manera de que quisiera vivir allí. “Luce como las casas que salen en las películas de terror.” Estableció con la nariz fruncida.
Lauren no pudo evitar reír por la comparación, pero reconocía que Camila tenía razón.
“Bueno.” Dio una evidente exhalación. “¿Al menos podemos tenerla en la lista de «posibles»?” Consultó, su labio inferior sobresaliendo en un puchero.