|Mis Padres|
Narra Camila"¡Listo!" Exclamó el doctor Faith tras dejar el tratamiento de Chris, hizo una seña en dirección del señor Jauregui que asintió al gesto del oncólogo.
"Estaré aquí en un par de minutos." Notificó Mike con una amable sonrisa.
Asentí en su orientación y se marchó junto al doctor, miré a Chris tumbado en su camilla, su brazo izquierdo estaba sobre su rostro tapando sus ojos, tenía los labios apretujados en una línea recta.
"¿Todo bien Bo?" Pregunté sentándome a un lado de él. Asintió removiendo un poco su brazo.
"Quizás sea bueno tener cerca la bolsa para vomitar." Advirtió con una mueca mientras se apoyaba sobre sus codos para levantar ligeramente su cuerpo.
"¿Del uno al diez que tan intensas son las ganas de vomitar?" Examinó la enfermera.
Chris ladeó la cabeza, y susurró un débil «Siete», la rubia asintió algo sorprendida.
"De acuerdo" Afirmó una vez más metiendo su mano en los bolsillos laterales de su pantalón de uniforme y sacó un caramelo que depositó en la mano de Chris. "No lo muerdas, no lo tragues... deja que se deshaga en tu boca ¿Vale?" El pequeño Bo asintió. "Te ayudará con las náuseas, también pu..."
"¡Hey!" Lauren entró a la habitación junto a Taylor interrumpiendo a la enfermera que rápidamente se enderezó y sonrió. "Alli... ¿Todo en orden?" Tanteó preocupada mirando a la rubia.
"Solo unas náuseas... nada grave Lolo." Respondió la enfermera, mis cejas se enaltecieron ante el «Lolo.»
"¿Algún medicamento para reducirlas?" Buscó Taylor, la mujer asintió.
"Está medicado para combatir estos efectos, pero debido a la intensidad del acondicionamiento es normal que vuelvan a presentarse." Sus ojos enfocaron a Lauren. "No os preocupéis, el Dr. Faith indicará una nueva dosis, tenéis que ser paciente." Pidió.
"Vale, gracias Alli." Expresó Lauren y la chica sonrió con amplitud como si grabara un comercial de dentífricos.
"Relájate." Susurró Taylor a mi lado, fruncí el ceño en su dirección y ella soltó una risita entretenida. "Celos." Gesticuló letra por letra, esa sonrisa guasona no se borraba de su rostro.
Negué con mi cabeza, Taylor asintió lentamente casi en cámara lenta.
Fue en ese tonto juego con la hermana de mi novia que decidí detallar a la rubia; era al menos unos diez centímetros más alta que yo, ojos azules... bastante penetrantes. Su cabello era largo, liso y rubio el cual resaltaba el bronceado de su piel, su rostro estaba cubierto de pequeñas pecas que se propagaban desde su nariz hasta ambos pómulos. Bajé un poco más mi visión; sus pechos no eran grandes pero definitivamente eran más visibles que los míos «puchero.»
En el mundo existen varios grupos de personas;
Uno: Los que programan su despertador antes del amanecer y salen a correr mientras el sol surge poco a poco, vuelven a casa se duchan y se marchan a hacer su día a día con un increíble buen humor, en sus ratos libres van al gimnasio o practican algún deporte. Grupo al cual estoy segura que la rubia enfermera pertenece.
Dos: También están aquellas personas que comen sanamente, balancean sus alimentos y escuchan a su nutricionista, practican alguna disciplina físico-mental como el yoga, pilates o tai chí.
Y por último el tercer grupo de personas: aquí están aquellos que aman la chatarra, rellenan sus hamburguesas con crisps, añaden "extras" a todas sus comidas, gaseosas, postres... nunca en la vida han ido a correr o a ejercitarse voluntariamente, los fines de semanas duermen hasta tarde, no conocen la palabra dieta y siempre tienen hambre. Yo, Camila Cabello... lidero a este último grupo.