23. Ruby

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-¿en qué maldito momento pensabas decírmelo?- podía escuchar la voz llena de furia del chico llamado Liam al otro lado de la ventana, antes de que se cerrara la puerta completamente logré divisar cómo miraba insólitamente al otro chico a su lado, me imaginaba que eran hermanos por sus ademanes y parecidos. Una enfermera viejita con rizos como la noche me monitoreaba los signos vitales mientras iba anotando cosas en mi expediente médico.
<<¿y si le pido mi expediente médico?>> ponerme a pensar sobre mi estado hacía que me doliera la cabeza terriblemente como si algo quisiera mantenerme al filo de ella y simplemente permitirme hacer las cosas más esenciales: hablar, dormir y comer. A parte de eso no podía entrar a las profundidades de mi cabeza sin encontrar un recuerdo obscuro. Me limitaba por ahora a aceptar y adaptarme para poder avanzar.
Estuve a punto de empezar a hablar con la enfermera pero un par de voces nuevas se unían a la conversación de afuera, las cortinas de la habitación se mantenían cerradas pero el montón de sombras a lado de la entrada a mi habitación crecía considerablemente.
-si ya despertó ¿que hacemos aquí afuera?- voz de chico.
-pregúntenle a Cole. Tal vez ahora si se digne a hablar- Liam se escuchaba enojado, pero instintivamente supe que el no sabía si su enojo era con su hermano llamado Cole o consigo mismo. Mi estómago dio un vuelco pero seguí escuchando a escondidas desde mi cama.
-¿Qué sucede?- voz de una señora.
-el naranja le hizo algo- la voz de Cole me indicaba que se encontraba cansado y preocupado aún cuando no pudiera verlo-algo malo-agregó en un susurro que parecía un quejido.
-¿Qué mierda le hizo? ¿Tú lo sabias? -voz de una chica exasperada.
-No lo sabía, pero el naranja lo insinuó cuando lo sacamos- la voz de Cole se había recuperado medianamente mientras daba las noticias. <<¿hablaban de mi?>> un sentimiento de náuseas comenzó a crecer en mi estómago sin saber porqué.
-¿Qué le hizo?- voz de hombre.
El silencio se propagó por lo que me pareció una eternidad, nadie quería decirlo, como si les doliera. <<no hablan de mi, ¿Por qué se preocuparían por una extraña?>>
-No nos recuerda- el susurro de Liam quedó flotando en el aire apenas audible pero nadie contestó
-creo que dejó algunas memorias...pero no las buenas- Cole trato de ser lo más sereno posible pero no lo logró.
<<¿hablan de mi?>> Liam había dicho que me conocía pero me imaginé que me había visto algunas veces en el campo, era lo lógico, <<deben de hablar de alguien más>>
No era posible que hablaran de mi, yo solamente había estado en Thurmond, no había conocido a nadie ahí, me había limitado a sobrevivir o más bien solamente a existir.
-No es posible- la voz de una viejita.
-lo siento señora-Liam se escuchaba como si fuera a quebrarse en algún momento.
-¡Pero ella está aquí! ¡Está al otro lado de la puerta! -la señora comenzó a gritar dejando en claro su dolor, era como una súplica a quién sabe quien-¡Necesito verla! ¡Ella sabra quienes somos! ¡Es igual a lo que nos pasó a nosotros, aún cuando no la conozcamos...puedo sentir que la amo! ¡Será exactamente igual!- si voz sonaba agónica ante el deseo de ver a alguien.
Habían comenzado a moverse de la puerta para caminar por lo largo de la habitación, pensaba que en algún momento seguirían caminando e irían con la persona en cuestión, pero no sucedió .
<<dejen que la vea>> no conocía a la mujer pero su simple voz provocó un dolor en el pecho.
La enfermera a mi lado me veía pero me costaba identificar los sentimientos dentro de su mirada, ¿lastima? ¿Curiosidad? ¿Tristeza? <<¿Por qué?>>
-Ella sigue sintiendo lo mismo...creo-Sabía que Cole intentaba encontrar las palabras precisas para crear el menor daño posible- pero un instante después se derrumbó, cuando se dio cuenta...todo en ella simplemente desapareció-
<<sí hablaban sobre mi>> me hubiera gustado sentir algún tipo de dolor ante lo que significaba perder mi memoria, pero no llegó ningún estremecimiento por parte mía.
Mi mente se mantenía a salvo sobre la superficie de agua congelada de un lago, mientras no intentara quebrar el hielo e internarme a las profundidades yo no podía sentir dolor alguno.
-Yo también he pasado por esto, pero cuando intentaba recordar, solamente podía percibir vacíos inexplicables en mi mente, eso me hacía enloquecer y me sentía tan incomodo con unos sentimientos que no creía míos pero mi mente se empeñaba a tapar esos hoyos negros y aún era capaz de trabajar y de pensar-Liam tuvo que detenerse para encontrar de nuevo su voz- pero ella...no es capaz, es como si algo se lo impidiera provocándole dolor- me sorprendió la capacidad del chico de definir mi estado.
La puerta se abrió lentamente sorprendiendo a la enfermera, a mi y al parecer a todos los del corredor.
-¡Zu!- escuché gritar preocupado a Liam mientras corría en dirección a un pequeño bulto en el marco de la entrada.
Era una niña con rasgos asiáticos de unos nueve años de edad, vestía una camisa blanca con vivos rosas lo suficientemente arrugada como para deducir que había dormido con ella, una mayas grises y para rematar unos zapatos igual rosas.
-lo siento pequeña pero no puedes estar aquí, ella necesita descansar- la doctora se encaminó a la niña con cuidado y cariño.
-está bien- mi voz salió sin que pudiera impedirlo o por lo menos pensar en ello, pero era verdad lo que decía, por algún motivo no quería que se fuera, quería mantenerla a mi lado y abrazarla. Me obligué a mi misma a evitar pensar demasiado sobre ello, lo único que sabía era que no quería que saliera lastimada, si me veía totalmente quebrada no estaba segura si ella sufriría y estaría triste, pero no quería averiguarlo.
Liam apareció en el marco de la puerta justo detrás de la niña pequeña, no me había percatado que ella temblaba terriblemente y me veía con dolor. El chico detrás tenía la cara roja e hinchada por las lagrimas, y su cara era preocupación pura. Se arrodilló en dirección de la niña y trató de llamar su atención.
-Zu, tenemos que irnos, Ruby necesita descansar- le dijo mientras le acariciaba sus mejillas tiernamente, me sorprendió la delicadeza del chico ante la niña e hizo que mi corazón diera un brinco.
-está bien...Liam- su nombre salió dudosamente de mis labios sin saber qué hacer sobre la situación, él me conocía pero yo no podía recordarlo, de algún modo sabía que eso era terriblemente doloroso, hice una mueca ante el peligro de caer a las profundidades pero después de unos segundos aparte la obscuridad que se cernía sobre mi. Los ojos azules se posaron en mi sorprendido, yo seguía en la cama pero su mirada me hizo estremecer terriblemente.
-¿estás segura?- su cuerpo era como un libro nuevamente, sabía que su preocupación era tanto para la niña como para mi...creo.
-está bien, te lo aseguro- miré de nuevo a la niña mientras ella decidía si quedarse o irse- ¿Puedes quedarte? Creo que me gustaría- mis palabras entrecortadas hicieron decidirse a la niña por lo que dio unos pasos a la cama.
-si necesitan algo estaré afuera-Liam seguía sin entender nada, pero salió lentamente junto con la enfermera que se había quedado callada todo el tiempo simplemente viendo.
De nuevo el silencio se esparció sobre la habitación dejando solo el pitido del monitor. La niña se quedó en silencio sin saber que hacer, yo la invité q que subiera a la cama lo cual lo hizo de un pequeño salto, provocándome una sonrisa tímida.
-¿es verdad? -¿por qué me sorprendió tanto su voz cantarina? ¿Fue el hecho de que ella tuviera la iniciativa de romper el silencio? Aún con mi sorpresa ella siguió con la mirada baja- ¿es cierto que no recuerdas nada?- no sonaba triste ni enojada, simplemente preocupada.
Un sentimiento enterrado bajo el hielo me decía que la conocía desde antes y aunque no quería lastimarla, tampoco podía mentirle, el hielo amenazaba con romperse por lo que suspiré lentamente tratando de tranquilizarme. Era extraño, para poder proteger a la niña debía enterrar mis sentimientos por ella para evitar caer.
-es verdad, lo siento Zu- al escuchar su nombre en mi voz hizo que su mirada se llenara de esperanza mientras levantaba su rostro, pero recordó que Liam la había llamado por su nombre, sus ojos se llenaron de tristeza ante la realidad, al ver esa obscuridad sentí el deseo de arreglar todo esto, de explicárselo-creo que una parte de mi recuerda algunas cosas, pero me da miedo...todo es tan obscuro- el hielo crujió debajo de mi haciéndome temblar, fruncí los las cejas y mis labios al comenzar a adentrarme en la obscuridad, Zu a mi lado abrió los ojos sorprendida sin saber qué hacer-sal, estoy bien, solamente sal- logré gemir con dolor, pude sentir como Zu bajaba de la cama en busca de ayuda pero ya era muy tarde, ya había entrado por completo desapareciendo de la realidad.
Una lluvia de imágenes filosas como navajas golpeó mi mente tan rápido que apenas lograba alcazaba procesar una.
Gasolina.
Pistola.
Cabello rubio
Piel obscura.
Ojos azules.
Encendedor.
Gatillo.
Fuego.
Barro.
Dos cuerpos a mis pies.
Olor a carne quemada.
Ojos sin vida.
Abrí los ojos, estaba demasiado aturdida como para sentir mi cuerpo, solo logré ver los mismos puntos azules sobre mi.
Mi mente se quebró partiéndose en millones de fragmentos. Ya sabía de dónde me conocía el chico y eso me hizo llorar jadeé intentando meter un poco de oxígeno a mis pulmones, mi garganta trataba de abrirse cada vez más dando la sensación que se parte en dos mientras hierve por la necesidad de aire, en medio de todo el dolor solo fui capaz de susurrar.
-yo te maté- sus ojos se descompusieron ante mi pero yo no pude mirarlo más.
-yo te maté-

Mentes poderosas 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora