Yo la condené a ese destino cuando la hice vomitar con imágenes de sus compañeros de Thurmond, cuando no me rehusé a su plan de meterla al campamento, es mas la apoyé creando el plan para entrar, no sabía lo que mi Joyita había pasado en ese infierno, pero yo conocía el campamento y sabía que era demasiado peligroso meterla, todo el tiempo que estuve con ella pretendí que la entendía hasta el punto de creerlo yo mismo, pero cuando me encerraron en el manicomio de rojos comprendí el error que había cometido. Liam me comentó que fue ingresada al campamento el mismo día que me dieron por muerto, es decir que entramos al mismo tiempo al mismo infierno pero por puertas separadas. Pero nuestros pensamientos eran muy distintos, yo pensaba el plan para salir de ahí lo antes posible, mientras que ella pensaba en sacar a todos los niños, aún si le costaba la vida. Mientras ella se culpaba sobre mi "muerte" yo pensaba en la culpabilidad que tendrían Liam y ella. <<¿porqué no la escuché cuando me advirtió sobre Clancy? ¿Se debía a mis deseos egoístas para saber más sobre los rojos? ¿Qué hubiera sucedido si la hubiera llevado a ella en lugar de a Liam?>> el dolor en mi pecho salía poco a poco en cada suspiro que soltaba pesadamente.
Y ahora estaba Justo afuera de su habitación sin atreverme a abrir la puerta para ver a mi joyita, estaba demasiado furioso conmigo mismo hasta el punto de tener miedo a explotar en cuanto la vea. Mi temperatura corporal comenzaba a subir unos pocos grados haciendo que un ligero olor a quemado empezara a emanar de mi ropa, <<¡mierda idiota! ¡Contrólate! ¡No debes de asustar a Ruby!>> solté un suspiro tratando de sacar un poco de tensión de mis hombros mientras abría la puerta.
Pero mis miedos cedieron un poco al ver a Ruby dormida, pero aún seguía sintiendo la tensión en mi cuerpo pues estaba solo con ella, todos habían ido a la conferencia de prensa en el primer piso del hospital, al parecer el mundo quería ver a la chica que había dado el primer paso para mover al mundo y que finalmente fue secuestrada por el presidente.
Yo había sido el primero en encaminarme al elevador, pero mi tonto hermano me ato de manos al decir que era primordial la salud de Joyita, tenia que aclarar las cosas entre nosotros...<<mierda, soy la persona menos indicada para esto, ni siquiera puedo elegir como llamarle>>
Comencé a dar media vuelta para salir Justo por donde había entrado pero un gemido me detuvo en seco y quede en la peor posición pues nuestras miradas quedaban frente a frente<<mierda>>. Se me quedó viendo detenidamente, pero no podía descifrar sus pensamientos, parecía tenerme miedo y al mismo tiempo que tenía ganas de llorar, no podía encontrar palabras, mi mente se paralizó al parecer igual que la suya y finalmente un recuerdo vino a mi.
-no estás tan guapa como crees Ruby-no pude contener la media sonrisa y el cosquilleo en el estómago ante los recuerdos, sentía mi cuerpo de plomo y tenso hasta el punto de quiebre, pero los gestos de Ruby me obligaron a recomponerme. Sonrió ante mis palabras pero un segundo después su cara se ensombreció por algo en su mente- lo siento Ruby, está bien, ya me voy-
-¿porqué me llamas Ruby?- No levantó la mirada para evitar verme pero no fue capaz de ocultar su inmensa perplejidad ante mis palabras- sé que así me llamo...pero...- no pudo terminar la frase, ella realmente no sabía qué palabras usar. Sentí un dolor en el pecho al ver tan afectada a mi compañera de entrenamiento la cual me había pateado el trasero unas cuantas veces. Todos sabíamos que para que mi Joyita terminara de esa manera tendría que haber pasado por lo más profundo del infierno, los dos entramos por puertas diferentes, yo salí de ahí mientras que ella se quedó atrapada en la obscuridad de la tortura.
-¿prefieres Joyita? - tuve que tragar el nudo que mi garganta había formado para poder medio articular esas palabras, su cuerpo se estremeció ante la última palabra, yo podía ver como intentaba buscar un significado o una historia ante esa pequeña palabra, pero no lo logró. Lagrimas desapercibidas brotaron y resbalaron por sus mejillas, provocándome una especie de catarsis, no lo soporté más, mis lagrimas rodaron silenciosamente por mi cara mientras intentaba controlarme, pero era imposible-lo siento- susurré en cuanto pude hacerlo y de nuevo me dirigí a la puerta pero su voz me interrumpió.
-si, no sé porqué, pero sí lo prefiero...- aún no podía verme a los ojos, pero por lo menos ya no lloraba...tanto- ¿podemos irnos de aquí? - me preguntó después de una pausa incómoda sorprendiéndome.
-es un hospital joyita, creo que estas aquí por una razón- mi cuerpo se tensó al pensar si podría negarme a alguna petición suya, si ella no se sentía bien aquí sería muy difícil negarme a sacarla de aquí, no en su estado actual.
-eso lo sé- suspiro confundida y nerviosa, aún no se atrevía a verme pero aún así siguió hablando- solo quiero salir de la habitación, siento que me ahogo...solamente puedo oler...-palideció considerablemente y pensé que vomitaría de un momento a otro- necesito salir-su voz se quebró en cuanto sus lagrimas volvieron asomarse al tiempo que intentaba incorporarse en la cama.
-¡no, no, no! - le espete cuando di un par de pasos en su dirección, para poder detenerla, no me detuve a pensar en las consecuencias o siquiera en saber lo que hacía, no hasta que sentí su cuerpo tensarse bajo mis manos que la retenían cuidadosamente. Quité mis manos rápidamente antes de que ella tuviera la oportunidad de reaccionar- en este momento estás muy mal, voy por una silla para poder ayudarte- por primera vez levanto sus ojos para que nuestras miradas se cruzasen, me veía como si no pudiera comprender algo, como si estuviera decepcionada o confusa ante mis palabras.
-quiero hacerlo por mi misma- su susurro fue más determinado de lo que ella pensaba, se sorprendió y sus mejillas se llenaron de rubor-creí que lo entenderías- gimió mientras bajaba la mirada, <<oh...mi joyita>>
-entiendo que algunas veces es necesario demostrar que eres fuerte...- me obligué a detenerme, mi voz tenia la intención de sonar tranquila y hasta un poco despreocupada, pero en lugar de eso salió un gemido tembloroso que nos sorprendió a ambos <<mierda>> carraspee un par de veces para poder seguir-pero...aquí no hay nadie que te vea a excepción de mi, y a mi no me tienes que demostrar nada, supe lo fuerte que eras desde que me quitaste la bolsa de la cara cuando me salvaste- mi cuerpo estaba exhausto y tieso a lado de ella.
-¿yo te salvé? - no intento ocultar la sorpresa en su voz mientras me volteaba a ver.
-joyita, aunque no lo sabes, nos has salvado a todos de una u otra manera- y por mi parte no traté de ocultar la media sonrisa que mis labios formaron.
-¿cómo puede ser eso cierto?- preguntó incrédula ante mis palabras.
-puedes preguntarme todo lo que quieras, nos volvimos muy unidos mientras te pateaba el trasero mientras entrenábamos- ella se removió incómoda en la cama sin poder creer lo que decía-voy por la silla, te prohíbo levantarte de la cama- le dije serio mientras me encaminaba a la puerta.
Cuando regrese con la silla de ruedas después de pelear con la enfermera para que nos diera permiso de que saliera, ella seguía sentada en la cama con la mirada perdida en un punto lejano en la pared. La ayude a levantarse de la cama para acomodarse en la silla y comenzamos el recorrido en silencio mientras yo empujaba la silla por detrás, yo intentaba evitar ver sus heridas pues me provocaban náuseas.
-¿porqué tengo ese recuerdo tuyo? Puedo verte y sentirte en este momento...pero igual puedo verte y sentirte mientras tu gritabas de dolor...si ese recuerdo es medianamente verdadero...lo siento, no deberías de estar aquí si en verdad yo te hice eso, lo lamento tanto no me perdonaré nunca el que te haya hecho daño solo para salvarm...- intentaba contenerme hasta el punto de que sacara todo dentro de sí, pero no lo soporte. No soporte verla temblar mientras sollozaba con el cuerpo tenso hasta quebrarse.
-no es verdad, lo que recuerdas no es real, lo recuerdas con tanto realismo porque pensabas que estaba muerto antes de que empezara todo esto, pero estoy vivo joyita- en algún momento dejamos de avanzar, apretaba la silla con fuerza intentando calmarme, mientras salía palabra por palabra de mi boca.
-pero eso es imposible, recuerdo el olor de tu piel quemándose...se quedó impregnado a mi alma como un castigo para poder recordar lo que hice- su gemido se volvió suplicante y agónico conforme avanzaba, harto de todo me coloqué frente a ella incándome para que nuestros rostros quedaran frente a frente, podía ver su dolor en sus gestos, la tristeza de haber matado a una persona querida estaba impregnada en su cuerpo tembloroso, me acerqué a ella y la abracé cuidando a no lastimarla, mi mano derecha sostuvo su cabeza por la nuca mientras que la izquierda le masajeaba la espalda cariñosamente, sus músculos se volvieron de piedra durante los primeros minutos, pero no me aleje.
-¿pero que es lo que sientes ahora? ¿No puedes sentir mi calor, mi olor?- mi estrés había llegado al punto de tomar medidas desesperadas, lo único que podría hacerla ver que sus recuerdos eran una farsa, era el presente.
Sentí como se relajaba poco a poco bajo mis brazos mientras aspiraba profundamente en mi cuello y exhalaba una y otra vez como si quisiera grabarse el olor.
Sentir su cuerpo bajo mis brazos me hizo percatarme lo pequeña que era, y me hizo quebrar, todo el arrepentimiento que había guardado en mis entrañas, toda la tristeza y el dolor demandaban salir en una catarsis sin poder retenerla. Mi joyita en cuanto se dio cuenta se alejó para poder ver.
-era mi responsabilidad, tú eras mi responsabilidad y no me moleste en preguntarte si estabas bien o si estabas mal, simplemente me apoyé en ti sin siquiera percatarme que te estaba dañando...lo sient- quise seguir pero el carraspeo de su garganta me detuvo.
-no sé qué piensan ustedes de mi pero no soy responsabilidad de nadie, soy yo quien tiene que preocuparse por mi, puede que se sientan culpables...pero- se detuvo para poder encontrar las palabras adecuadas para lo que quería decir- pero yo no lo veo así, porque no recuerdo nada, quisiera poder responderles debidamente pero no sé cómo, así que después de que recupere mis memorias me gustaría poder responderte- su mirada era ansiosa y se notaba que estaba apenada pero aún así no desvió sus ojos. Sonreí ante la situación, suspiré desasiéndome de cualquier pesar en mi cuerpo y me coloqué nuevamente en detrás de la silla empujándola.
-¿qué quieres saber?-
-¿qué color soy?-
-Tú eres una naranja-
-¿so...soy naranja? y...¿y no me tienes miedo?-
-no, porque yo soy un rojo-
-¡no es cierto! Me dijiste que me dirías todo, pero no mientas eres demasiado grande-
-lo sé y también demasiado guapo para serlo, ¿pero qué se le puede hacer?-
-si soy una naranja me deberías de tener miedo, soy una abominación-
-no mi joyita, los dos quedamos en que somos unos monstruos no una abominación, los dos odiamos nuestros poderes, pero tratamos de hacer con ellos algo bueno...creo-
-¿cómo llegué a este punto? -
-creo mi joyita que eso será una larga historia, así que tendremos que hacerlo despacio...pero si tienes que saber algo-
-¿qué debo de saber?-
-Qué por más doloroso que sea...nunca estarás sola-
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Mentes poderosas 4
FanfictionEsta historia es un final alternativo de los tres libros escritos por Alexandra Bracken, los personajes y la historia de la cual se basa este fanfic pertenecen a la autora. Espero que lo disfruten tanto como yo disfrute escribiéndolo.