Parte 2

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Me desperté con ganas de vencer al mundo entero. Sentía que una fuerza interior iba creciendo dentro de mí, avanzando por mis venas y  destrozando la corteza de mis miedos, haciéndome sentir  inmune a todo.

Me eché un vistazo al espejo antes de salir, arreglé mi  melena con los dedos y ví que tenía una sonrisa de oreja a oreja. Patético.

Sin  darme cuenta me encontré silbando mientras caminaba rumbo a los  ensayos. Nunca había sido muy educado que digamos, pero ahora tenía  ganas de saludar a todo el mundo. Me estaba sintiendo un poco idiota.

Decidí  concentrarme en el ensayo, no podía pasarme pensando todo el día en  ella, en mi pecosa, que bien se sentía saber que era "mi pecosa", sonreí  nuevamente mientras me acercaba al escenario para encontrarme con mi  compañera de reparto Susana Malrow, que siempre tenía una sonrisa  dibujada en el rostro.

-Hola Terry – me saludó con una sonrisa.

-Hola Susana – le contesté inclinando ligeramente la cabeza

-Hoy estas muy contento - era una afirmación

Me limité a levantar una ceja, no sabía que responderle, me daba la  impresión que siempre estaba pendiente de mi, pero no había ninguna  razón.

Quise seguir avanzando al escenario pero ella me volvió a interrumpir.

-Sabes,  estuve pensando que en esta escena – dijo apuntando al libreto  –Podíamos acercarnos un poco más, realzaríamos a la escena.

No entendí como el acercarnos más podía realzar una escena. "Mujeres" repetí resignado en mi fuero interno.

-¿Estás de acuerdo? – me miró ansiosa.

Quise responderle que me daba igual, pero al ver sus ojos con cierto  aire de suplica me limité a asentir una sola vez en forma afirmativa.

En  ese momento el director nos llamó para ocupar nuestros lugares y empecé  a darle vida al Rey de Francia, sabía de memoria mis líneas, casi no  necesitaba el libreto, pero me molestaba de sobre manera cuando los  otros actores se equivocaban en sus líneas y teníamos que repetir  nuevamente la escena, pero lo que más me molestaba, era cuando Susana me  quedaba viendo alucinada por unos instantes antes de empezar con sus líneas, era  como si su mente se quedara en blanco, pero de pronto empezaba a recitar  sus líneas, como si nada hubiera pasado, eso era lo que más me  exasperaba. Decidí ignorar sus lapsus, a lo mejor mi mirada la  perturbaba, me reí en mi fuero interno por las locuras que se me  ocurrían. Ya necesitaba un descanso.

No pasó  mucho tiempo cuando el director dio una hora para el almuerzo. Me  encaminé a la salida a paso normal. Ahora que los ensayos habían  terminado me invadió la nostalgia.

¿Qué estaría haciendo mi  pecosa?

Ahora, esta nostalgia venía acompañada de un toque de  felicidad porque la había vuelto a encontrar y no dejaría que nada ni  nadie se interpusiera entre nosotros.

Mis pensamientos fueron  interrumpidos justo el instante que salía del teatro.

-¡Terry, espera! – gritó Susana.

-¿Qué pasa? – me detuve.

A lo mejor el director había decidido continuar con los ensayos.

-No pasa nada, solo me preguntaba si...

-¿Si? - le presioné porque no quería perder el tiempo con ella.

-¿Si ibas a ir a algún lugar especial a comer? – preguntó con cierto brillo en su mirada.

En  ese momento se me ocurrió una gran idea. Podía ir a ver a Candy. El  hospital no estaba muy lejos y si tenía suerte podría comer con ella,  porque de seguro en el hospital deberían comer en algún momento,  ¿verdad?

Rompiendo la DistanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora