Parte 23

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-¡Auhg!, ten cuidado que me duele – reclamé adolorido

-Si no te movieras tanto podría curarte más rápido – me regañó

-¿Estás segura que tienes el título de enfermera calificada?

-Ahora que lo mencionas...- pude descubrir una sonrisa maquiavélica dibujarse en sus labios

-¡Auuuhg! ¡Candy! ¡Eso lo hiciste apropósito! – volví a reclamar ligeramente irritado entrecerrando los ojos

-Si sigues moviéndote, te seguirá doliendo – me advirtió nuevamente.

-Es que me duele, ahhhyyy, ¡eso me ardió!

-Lo siento – se disculpó con la mirada.

Mis ojos se posaron en ella irritados, mientras los suyos volvían hacia el lugar donde me curaba con interés.

Estaba tan cerca de mí, que podía ver como sus facciones cambiaban mientras me curaba, de rato en rato arrugaba la nariz preocupada, y mordía sus labios, su pecho subía y bajaba rítmicamente, el olor a alcohol se mezclaba con su suave perfume, entonces me sentí transportado al sueño que me estaba atormentando...

"...La esperaba como siempre frente al hospital, su demora me estaba inquietando, pero al verla salir todo se me olvidó.  Su sonrisa se extendió con un extraño brillo, y sus ojos se posaron en el auto azul que acababa de parquearse frente al hospital, ella se dirigió presurosa al auto mientras mi corazón se detenía de isofacto.

La puerta se abría y de ahí salía un hombre casi tan alto como yo con un ramo de azucenas, ella no me miraba, porque sus ojos estaban fijos en el hombre del ramo al que yo no podía mirar el rostro.

-Anthony, sabía que volverías por mí- sus palabras me desgarraron por dentro.

Sus brazos envolvieron su cuello mientras sentía que mi mundo se terminaba en ese instante.

Me desperté en medio de la noche con el más terrible de los miedos y con la respiración agitada.

La angustia y la zozobra se habían adueñado de mi a media madrugada a pesar que solo era un sueño, mi corazón estaba encogido con temor de que mi pesadilla se volviera realidad..."

El ruido de las tijeras al tocar la mesa de curaciones me devolvió a la realidad con la misma angustia que había aflorado en mi sueño.

Tragué con dificultad, y automáticamente mis ojos se cerraron tratando de alejar esa sensación de sentirme reemplazado por un rival fantasma.

Ciertamente descubrir al "admirador" de Candy había vuelto la tranquilidad a mi vida, estaba en cierto modo aliviado y porque no admitirlo agradecido de saber que era el imbécil de Leegan el que había estado mandando las flores secretamente.

Me pregunté ¿que tenía en la cabeza en lugar de cerebro?

Seguramente piedras, para creer que ella se fijaría en él, después de todo lo que le había hecho; aunque, debía admitir que tenía buen gusto por fijarse en mi Ángel Blanco.

Claro, soñar no cuesta nada, pero pobre Leegan, estaba volando muy alto si pensaba que podría conquistarla así no más.

Nuevamente volví a sentir aquel odio irracional de hace unos minutos cuando lo agarré a golpes para sacarlo de mi camino y de la vida de Candy...

-¿Terry? – mi nombre en los labios de Candy me hizo estremecer

-¿Sí?

-¿Me vas a contar que fue lo que pasó? – preguntó con prudencia

Rompiendo la DistanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora