Parte 17

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El sonido estrepitoso de un coche me despertó abruptamente de mi plácido sueño; eran casi las seis con veinte minutos en el reloj que posaba en la mesita de noche junto a mi cama; me estiré largamente para quitarme la pereza.

El piso me hizo temblar en cuanto lo toqué con los pies.

Fui directo al baño y al parecer Albert seguía en los brazos de Morfeo por que no lo vi por ningún lado. Abrí la llave y el frío del agua me hizo estremecer, pero igual me lavé la cara, consiguiendo despertarme completamente.

El agua alcanzó a mojar varios mechones de mi pelo que se encontraban cerca de la cara y varias gotas lograron esquivar mi pijama para ir a parar en mi cuello, haciéndome tiritar de frío, me sequé rápidamente con la toalla que estaba junto a mi mano.

Al levantar la vista me encontré reflejado en el espejo que colgaba encima del lavabo y comprobé que mi melena estaba toda enmarañada, sonreí ante la imagen desaliñada que me presentaba el espejo, parecía un espantapájaros.

¿Cómo se vería Candy en la mañana?

Reí con gusto al imaginarla con sus rizos, ya de por si rebeldes, seguro su imagen se vería peor que la mía, ya me imaginaba los dos frente al espejo y riéndonos al vernos así.

¿Cuándo llegaría ese tiempo?   ¿Cuándo? me pregunté.

Me vestí sin apuro y al buscar mi chaqueta encontré el afiche promocional de la obra, mi mente voló al día anterior cuando por desgracia había vuelto a ver a la insólita y desquiciada de Bárbara...

"...Ahí estaba esa mujer terriblemente bella y aterradoramente cabeza hueca, mirando a todos con su aire de superioridad como si el resto del mundo tuviera que rendirse a sus pies, ilusa, estaba muy equivocada si pensaba que yo estaba en ese grupo de tarados.

¿Pero que hacía en mi ensayo, y en el teatro?

Estaba seguro que había sobornado al guardia para que la dejara pasar.

-Terry, ¿conoces a esas personas? - la voz de Robert sonaba algo molesta.

Lo primero que me vino a la cabeza fue negarme, pero eso no era propio de un caballero como yo. El tono molesto de su voz, me dejó muy claro que me hacía directamente responsable de las inusuales espectadoras.

-Conozco a una de ellas, pero yo no la INVITÉ, es más, deberías preguntar al guardia cuanto le pagaron para dejarlas entrar. Pensé que estaba prohibido, esa clase de sobornos. – me hice el indignado.

Giré de inmediato, mientras con el rabillo del ojo veía como la cara de Robert cambiaba de la sorpresa a la ira. Estaba seguro que iría directo a investigar tal intromisión. No me quedé para escuchar sus reclamos, me dirigí a buscar un vaso de agua.

-Terry – la voz de Susana pronunciando mi nombre en la lejanía me produjo un escalofrío.

La miré, sin decir palabra, era la primera vez desde su declaración amorosa que se dirigía a mí, sin utilizar el escenario y las palabras del libreto.

-Mira, ya está listo el afiche. – estaba visiblemente emocionada y traía en la mano un papel enrollado.

Se acercó y lo desenrollo con delicadeza, ahí estábamos los dos, tan juntos que me incomodaba, nuestros nombres eran los que daban vida a los personajes de Romeo y Julieta, me sentí orgulloso que mi nombre fuera el que encabezara ese afiche.

-Toma - me dio el afiche en las manos – Éste es el tuyo. – sus ojos brillaban con una intensidad que me mortificaba.

-Gracias – le sonreí con prudencia.

Rompiendo la DistanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora