Una función más había terminado con el público de pie aplaudiendo con euforia. Los camerinos de aquel teatro no eran distintos de las otras ciudades. Pequeños, con un espejo grande en el pared y varios focos a su alrededor, con un biombo para cambiarse y una silla para sentarse, mi traje se encontraba colgado en la percha para evitar que se arrugara. Me cambié sin prisa, esperando inútilmente que se fueran sin mí. Al poco rato tocaron la puerta para avisarme que dentro de cinco minutos saldríamos todos.Un griterío ensordecedor e intimidante nos envolvió en cuanto salimos del teatro, varios fotógrafos estaban disparando sus cámaras hacia nosotros, y los flashes nos dejaban ciegos por segundos. Varios guardias nos ayudaban a abrirnos paso entre la multitud que presionaba por acercarse a nosotros. Tomé rápidamente el brazo de Susana que como siempre se encontraba cerca de mí para ayudarla a subir al carruaje, mientras saludaba con la otra a la gente que se avivaba con tan solo mover un dedo. Esto era algo distinto, nunca me había sentido tan intimidado por la multitud como ahora.
Ciertamente Los Ángeles era una ciudad grande y por tanto con muchos habitantes, eso era lo que la diferenciaba del resto, la cantidad de gente que había abarrotado las taquillas para comprar un boleto.
La recepción en la casa del alcalde no distaba de las otras recepciones, buena música, buena comida y buena bebida.
Luego de librarme como veinte veces de las constantes presentaciones e invitaciones de gente desconocida, decidí beber una copa para entrar en ambiente junto con James. La conversación con él siempre era la misma, mujeres. Era un seductor sin duda y le gustaba jactarse de sus conquistas en cada ciudad, pero prefería mil veces su conversación, al acoso constante de las mujeres de la recepción.
-La verdad Terry, ¿no sé cómo le haces para no salir con una mujer en cada brazo? Si tan solo con mover un dedo caerían por ti unas cuantas, empezando por algunas actrices que conozco – aseguró con mofa
-Sabes James, ese trabajo sucio te lo dejo a ti. – confirmé en el mismo tono
-Pobre de mi, soy el sacrificado
-Jajaja
Reíamos animadamente, pero James enseguida fue atrapado por una mujer muy lanzada que venía en mi caza y él, como buen amigo, se sacrificó por mí, invitándola a bailar. Pobre, debía sufrir mucho con esto. Estaba riendo para mis adentros, cuando una voz se empezó a dirigir a mi con un tono que solo conocía en la realeza...
-¿No lo puedo creer? El mismísimo hijo, del Duque de Grandchester, es el rey de Francia de Shakespeare, ¿qué diría la reina si se enterara de esto?
-Regresé a ver cautelosamente, nadie, mejor dicho, casi nadie en América sabían del linaje de mi padre.
Ahí, frente a mí estaba una mujer hermosa, con unos rizos rubios que caían en cascada por su rostro. Ojos azules como el cielo, cejas delineadas a la perfección, unos labios de tentación, un escultural cuerpo y una postura digna de una reina, mi mente trataba de recordar aquel rostro que estaba seguro conocía aunque no con los dotes que le había dado la juventud. Poco a poco pude reconocer en sus rasgos aristocráticos a una niña que había conocido en mi niñez
-¿Y que hace la hija del Duque de Barns, en la reunión de un plebeyo?
-Ya ves, mi querido Terruce, el destino ha querido unirnos de nuevo en una reunión tan poco digna de nuestros ilustres apellidos.
-Jajaja, permíteme que discrepe un poco contigo, pero mi apellido no es tan ilustre como el tuyo.
-Por favor, Terry, los Grandchester son tan nobles como los Barns.
ESTÁS LEYENDO
Rompiendo la Distancia
FanficTerry está en Nueva York preparándose para la obra del Rey Lear y Candy, en lugar de ir a Chicago a estudiar enfermería va a Nueva York. Un encuentro temprano dará inicio a un amor incontenible... Basado en los personajes escritos e ilustrados por...