Parte 44

1.7K 114 96
                                    

-¡Espera Terry!- gritó el Inventor a mi espalda.

Pero yo tenía un objetivo: borrar a Neil del mapa.

Atravesé unas cuantas puertas y logré escuchar ¿los sollozos de Neil?

Me quedé perplejo un par de segundos.

Caminé despacio solo para encontrarlo llorando en los brazos de su madre. Casi, pero solo casi, me compadecí.

-¡Mamá! ¡No quiero permanecer más aquí!

-No llores, Neil, nos iremos durante una temporada a nuestra propiedad en Florida – aseguró su madre mientras lo consolaba como si fuera un niño. Razón era tan tarado.

-¡No te preocupes! ¡Estoy segura que allí encontraras a otras chicas mejores que Candy! – completó Elisa

-¿Es verdad? – preguntó entre lágrimas el muy cobarde.

-No sabía, si reír o de una vez por todas caerle a patadas

-Seguro hijo.

-Entonces, vámonos rápido – suplicó el muy plañidero.

-¡No tan rápido Neil! – dije con voz firme mientras daba un par de pasos hacia ellos.

Neil se escondió detrás de su mamá el instante que me vio.

-¡¿Terry?! – dijo Elisa entre sorprendida y emocionada

-Es...es... ¿Terruce Grandchester? – acotó su madre

-Neil, en Nueva York te advertí que no te acercarás a Candy. ¿Pero veo que hiciste caso omiso de mi petición?

-¿De qué se trata todo esto? – preguntó la señora a la defensiva.

-Se trata, señora, de que su hijo, ha estado acosando a ¡mi mujer! – mordí cada palabra con furia.

-¡Terry, espera! - la voz de Candy a mi costado me hizo girar el rostro

Ella me tomó el brazo y en ese momento Stear y Archie llegaron por el otro lado.

-No vale la pena, Terry – aseguró el Inventor a mi otro costado.

Neil aprovechó la distracción para jalonear a su mamá y salir de ahí. Elisa los siguió sin dejar de mirarnos con odio. Pero al toparse con mis ojos llenos de ira se giró aturdida.

Estaba seguro que la furia que sentía, se desprendía como rayos de mi cuerpo. El solo pensamiento que él tuviera otras intenciones con "mi mujer" me enfermaba.

Di un paso dispuesto a no dejarlo marchar. Neil me regresó a ver y apresuró su huida. Candy me detuvo con fuerza.

-Stear tiene razón, Terry. – suplicó Candy a mi costado.

Suspiré hondo antes de reprimir la ira asesina que corría por mis venas. La miré y encontré la paz que necesitaba para que mi mundo volviera a encaminarse.

-No puedo dejarlo marchar – aseguré mordiendo cada palabra.

-Claro que puedes, hazlo por mí por favor – suplicó con su mirada.

-¿Es que no entiendes Candy? Necesito ponerle un alto a ese infeliz.

-Ya lo hiciste.

La miré sin entenderla, ni siquiera había podido darle un solo golpecito al muy canalla.

-Lo hiciste cuando me hiciste tu mujer – completó con una sonrisa.

Tenía razón, ella era mía. Sin pensarlo dos veces, la atraje hacia mí para apretarla con fuerza en mis brazos, olvidándome del mundo entero,  solo importaba que la tuviera nuevamente segura en mis brazos.

Rompiendo la DistanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora