Parte 11

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Me di una última mirada al espejo comprobando que el smoking estuviera impecable al igual que la corbata y por supuesto mi melena.

Estaba nervioso, era la primera vez que aparecería en público con Candy.  Sentía emoción y  temor al mismo tiempo.

Emoción por que la llevaría orgulloso del brazo y temor porque era la primera vez que ventilaría nuestro amor en público.

No me gustaba que la gente se metiera en mi vida privada y mucho menos si eso involucraba a Candy, pero ya era hora de develar nuestra relación, quería que de una vez por todas terminaran los comentarios erróneos con respecto a Susana, era hora de darle su lugar a Candy frente a los demás. Y el estreno de la obra "Cleopatra" donde actuaba mi madre en el papel principal, era una buena ocasión para hacerlo.

-¿Albert estás seguro que no quieres acompañarnos? – le pregunté por enésima vez en esta hora, para ver si lo persuadía de ir con nosotros al estreno de la obra.

-No Terry, prefiero descansar – su voz sonaba cansada, enferma diría yo

-Me puedo quedar – aseguré con vehemencia, pensando en cómo le diría a Candy que no iríamos, aunque estaba seguro que ella lo entendería.

-No, no es necesario, Candy debe estar esperándote, yo estaré bien. Además pienso acostarme para ver si me siento mejor y ¿qué vas hacer aquí?, mirarme como duermo. Jajajaja

-Jajajaja, déjame pensar...contemplar tus dulces sueños o mirar a Tarzán pecosa...mmmm que difícil decisión

-Jajajaja – reímos juntos.

-¿No has recordado nada más? – pregunté preocupado luego de un momento, mientras me cerraba la leva.

-No, solo el accidente en el tren, el ruido de la explosión es lo que me atormenta en la cabeza – dijo como para el mismo

Albert había despertado hace dos noches con éste recuerdo vívido, era lo único que había podido recordar. Él viajando en el tren atestado de gente, de pronto Puppe huyendo de sus brazos hasta saltar del tren y él corriendo tras la mofeta hasta alcanzarlo mientras el tren se alejaba, a los pocos segundos un ruido ensordecedor que lo golpeaba sumiéndole en las tinieblas. Estaba seguro que pronto el resto de su memoria aparecería de la nada y esto me inquietaba.

-No hagas esperar a Candy, porque te puede ir muy mal, conociéndola – bromeó

-Jajaja, tienes razón, es capaz de darme a zapatazo limpio, por impuntual.

-Jajaja, vete ya, no te preocupes por mí.

-¿Seguro?

-Claro, hombre. Mejor vete rápido, porque si no vas a tener a Candy tocando la puerta de un momento a otro.

Salí preocupado por dejar a Albert, pero en el camino fue cambiando la angustia por los nervios. Debe ser por eso que manejé más rápido de lo normal, estaba desesperado por verla vestida de gala.

Ya me imaginaba a la mona pecas vestida de seda.

Empecé a reírme a mandíbula batiente de mis ocurrencias, si Candy se enterara, era capaz de borrarme la sonrisa a bolsazos o a pellizcones, mejor me guardaba mis comentarios para mi solito, no quería que se enojara conmigo en una noche tan especial.

Llegué al hospital mucho antes de la hora acordada con Candy, me sudaban un poco las manos en el volante,  opté por bajarme del carro para esperarla en la puerta lateral, corría un viento suave que de cuando en cuando movía mi pelo que ahora llegaba más abajo de los hombros.

Rompiendo la DistanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora