Parte 36

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ADVERTENCIA: Este capítulo contiene escenas no aptas para menores de edad.

Estiré un poco la mano para alcanzar la mano de  Candy mientras caminábamos por las atestadas calles de Nueva York. Entre  el gentío nadie se daría cuenta que llevábamos las manos juntas. Y necesitaba sentirla cerca.

Cuando rocé su mano,  sentí como ella se estremecía y un ligero temblor la inundaba, volteé a  ver y sus ojos brillaban mientras un ligero tono rosa cubría sus  mejillas. Era tan linda.

Con un ligero jalón me  metió a un almacén que habían estrenado hace contados días. Era el sitio  del momento por la variedad de cosas que en este se encontraban. La  miré sin saber que hacíamos ahí.

-Necesitamos un candelabro – me informó.

-¿Para qué?

-Pues, para cuando se vaya la luz.

-¿Y lo quieres comprar justo ahora?

-Si.

La miré desconfiado, desde que la fui a buscar en la clínica había estado actuando algo extraña.

Primero  me abrazó tan fuerte que casi me cortó la respiración. Luego me  arrinconó en un árbol y me dio un beso. En realidad fui yo el que hizo  eso, pero estaba seguro que ella lo quería, en sus ojos había una chispa  que no podía explicar. Y esto había encendido mis instintos más  primitivos.

Quería llevarla a un lugar donde  solo estuviéramos los dos, pero para mi asombro, dijo que quería ir a  nuestra casa.

Pero de pronto me  metió a este bendito almacén, y no había quien la sacara. Se puso a ver  unas alfombras, luego unas toallas. Acaso, no se percataba que me  consumía el deseo. Creo que lo estaba haciendo a propósito.

Suspiré  resignado, mientras esperaba pacientemente a que recorriera todo el  almacén. Me entretuve mirando unas cajas de herramientas un buen rato,  giré para buscarla pero ella no estaba a mi lado, vagué con la vista  tratando de localizarla, divisé unos rizos rubios entre la gente, pero  cuando pude localizar su rostro me di cuenta que no eran los de mi  Pecosa, sino era ¿Bárbara? Tragué seco, desvié un poco la vista y a unos  cuantos pasos estaba Candy.

-Oh, oh. - pensé para mis adentros.

Ninguna de las dos parecía darse cuenta de la presencia de la otra.

Quería  que Candy se alejara de ahí. Pero estaba muy entretenida mirando unos  adornos. Bárbara levantó la mirada y reconoció a Candy, la  miró, al principio con disimulo pero luego la estudió detenidamente con  la mirada. Candy levantó los ojos y las dos intercambiaron una mirada  que no pude descifrar.

Bajé la cabeza sin saber que hacer. Tenía que ir por Candy. Me di la vuelta para ir por ella, pero ya estaba a mi lado.

-Listo, ahora ya podemos irnos. – anunció con una sonrisa traviesa.

-¿Estás segura que no se te olvida nada?- pregunté con ironía.

Abrió los ojos como si acabara de recordar algo.

- Si me olvidaba de...- quería darme contra el cemento por  abrir la boca. - Esto – me besó en la mejilla de repente.

Me  quedé sin pensamientos. ¿Qué se proponía? ¿Torturarme? Lo estaba  consiguiendo. O tal vez darle celos a Bárbara. Probablemente eso. Seguí a  Candy hasta la caja, disimuladamente regresé a ver, pero no vi a  Bárbara por ningún lado.

Cuando llegamos a la casa. Quise besarla, pero no me dejó.

-Solo un beso – le supliqué.

-Alguien nos puede ver.

Rompiendo la DistanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora