Parte 3

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Habían pasado un par de semanas desde mi primera presentación y ahora tenía que llegar al teatro con gorro y gafas ya que siempre había gente merodeando por los alrededores buscando hablar con los actores y en especial conmigo.

Siempre dejaba mi auto en la parte trasera para no llamar la atención, aunque de vez en cuando me topaba con una que otra admiradora que demoraba mi entrada al teatro solicitándome autógrafos o felicitándome por la actuación e incluso pidiéndome la dirección de mi casa para escribirme, por lo que trataba de llegar antes que todos y algo disfrazado para evitar que me reconocieran.

Al tratar de entrar en mi camerino me encontré con la señora de la limpieza que salía de ahí; que bueno que no llegué antes porque era algo incomodo estar con ella mirándome de pies a cabeza mientras hacía la limpieza, como si tratara de limpiarme a mí también.

-Buenas tardes, joven Grandchester

-Buenas tardes señora Laura – contesté de inmediato

-Me permití cambiar de agua a las flores. Y a poner un poco de orden en su camerino, hoy me he demorado más que otros días – comentó a toda velocidad

¿De qué hablaba? ¿flores?... Seguro se dio un golpe en la cabeza mientras limpiaba. Terminé con un rápido asentimiento de cabeza su singular conversación y procedí a cerrar la puerta. Me sentí a salvo. Al cerrar la puerta percibí un inusual olor a rosas que inundaba el pequeño lugar, voltee despacio y me encontré con 4 arreglos florares de todos los tamaños y colores

-¿Y esto?

¿Por qué había flores en mi camerino? Yo no era una dama y tener flores me hacía sentir incómodo. Recorrí cada arreglo florar con desconfianza y una relativa lentitud. A lo mejor era una broma, ¿pero de quién?, luego pensé que tal vez era alguna ocurrencia del director, ahora entendía a que se refería la señora Laura.

Me acerqué dudoso al ramo que estaba más cerca, era un hermoso arreglo de flores rojas, sin duda esto significaba pasión. Tenía un lazo y una pequeña tarjeta, me incliné con cautela para leer lo que decía sin dañarla, en ese momento, supuse que a lo mejor se equivocaron de camerino, pero no, al leer detenidamente la tarjeta tuve dos reacciones instantáneas: la primera de asombro y la segunda de incredulidad.

La tarjeta estaba dirigida a mí y lo que ahí decía era muy halagador, y también provocativo, sí, eso era lo que significaba esos labios impresos con carmín junto a la firma de una tal Amanda. Una risita de displicencia se dibujo por segundos en mi cara, fruncí los labios sin saber cómo reaccionar.

El siguiente ramo de flores eran rosas blancas y al igual que el anterior, estaba dirigido a mí, su rúbrica era más estudiada y su contenido igual de halagador. La persona que firmaba era Rosalie Fraghasimpson, "aquí si había puesto el apellido" pensé sin saber bien, si las mujeres deberían poner o no su apellido cuando regalaban flores a un caballero, pero si lo pensaba mejor nunca había sabido que las mujeres regalaran flores.

Moví la cabeza varias veces y me encaminé hacia el otro ramo que estaba al otro lado del camerino, este tenía combinado varios tipos de flores y sin duda era el más grande, lo que me sorprendió es que no solo era una tarjeta de felicitación como las anteriores sino también incluía una invitación para cenar, en nada más y nada menos que la casa del alcalde dentro de una semana, era su hija.

-¡Demonios¡ ¿y ahora como me iba a librar de esto?

Estaba a punto de virar el rostro cuando me percaté del último arreglo florar, sin duda era el más pequeño comparado con los otros pero igual de hermoso. Este tenía en el centro dos flores amarillas. La tarjeta me dejó con los ojos abiertos como platos era, ¿cómo lo diría?empalagosa, si eso era, muy empalagosa y era de una tal Delia Mederick, además aseguraba que estaría en la presentación de esta noche sentada en primera fila y con un "vestido rojo muy sugerente".

Rompiendo la DistanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora