Parte 7

2.4K 124 98
                                    


El sol estaba abriéndose paso entre las pocas nubes existentes en el cielo, presagiando un día soleado, apenas corría una tenue brisa fresca llevándose los vestigios fríos del amanecer.

¿Por qué tenía que viajar en un día así?

Hubiera preferido mil veces que fuera un día nublado, uno de esos días en los que uno piensa que en otro lugar hace un clima mejor, pero no, hasta el clima se había propuesto hacerme ver que iba extrañar todo lo de esta ciudad.

La estación del tren se encontraba inusualmente abarrotada de gente, para ser un día entre semana.

Bajé del carruaje con la maleta en la mano, un gorro en la cabeza y gafas cubriéndome el rostro. Desde hace algún tiempo que el gorro y las gafas se habían convertido en un implemento de primera necesidad a la hora de salir a la calle.

A lo lejos pude distinguir varias caras conocidas, todos ellos actores de la compañía Standford y la gente aglomerada, seguro eran sus familiares.

Llegué solo a la estación, pero siempre había sido así, nunca nadie me había ido a despedir, es más, nunca me había despedido de nadie, a no ser aquella vez cuando dejé el colegio en Londres y me despedí de Candy por medio de esa carta que dejé en mi habitación para que se la entregaran, eso era lo más cercano a una despedida que había tenido, pero esta vez había tenido tiempo y las ganas para despedirme de los míos con anticipación. Qué bien se sentía llamarlos así, a mi madre, a Albert y principalmente a mi pecosa.

Al llegar al andén de salida, distintas emociones se apoderaron de mi, por un lado estaba emocionado por la gira, iba a conocer varias ciudades y esto me haría madurar como persona y actor. Adquiriría experiencia, que luego me ayudaría en mi carrera, también sentía un poco de temor ante lo desconocido. Qué bueno que esto, sólo lo sabía yo, pero lo que más me inquietaba era el tormento de dejar a Candy por tanto tiempo.

Estaba dirigiéndome a pasos relativamente lentos al tren luego de escuchar el primer silbato anunciando su partida, entonces pude distinguir una voz muy conocida llamarme desde la lejanía. Al girar pude divisar a Albert que se acercaba entre la multitud levantando la mano para que lo mirara. Rápidamente di media vuelta mientras tropezaba con Karen que intentaba subir al vagón, la esquivé ágilmente y me dirigí al encuentro de mi amigo.

Me sorprendí al llegar a él y constatar que no estaba solo, sino con la causante de mis más grandes alegrías.

-¡Sorpresa! – dijo Candy con una de sus enormes sonrisas, pero que casi no le llegaba a los ojos.

-Fue idea de Candy – se excusó Albert con una amplia sonrisa – Dijo que me obligaría a comer todo lo que cocinara hasta tu regreso sino la traía aquí para despedirte. Jajaja

-Jajaja – reí con entusiasmo

-Albert – reclamó Candy

-Con esas amenazas ni para que negarse, jajaja – repliqué

-Jajaja – rió Albert abiertamente

-Terry – ahora me reclamó a mi

Sentí varios ojos clavados en nosotros, seguramente eran nuestras risas las que llamaron la atención.

-Queríamos despedirnos de ti, antes que te marcharas – aseguró Candy

-Me alegra que vinieran – confirmé con una amplia sonrisa, estaba feliz de verlos ahí

-¿En serio? – preguntó Candy

-Claro, no hay nada que me haga más feliz que ver a mi Tarzán Pecosa, transformada de mona en enfermera.

Rompiendo la DistanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora