Parte 38

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Hojeé el periódico, leyendo solo los titulares, ninguna noticia conseguía llamar mi atención. Ni siquiera los relatos de la guerra lograban que mis ojos se detuvieran para leer con calma.

El golpeteo en la puerta del camerino me hizo levantar la vista.

-Adelante –  esperé a que la puerta se abriera.

-Hola cariño.

Aquel dulce trato me hizo esbozar una sonrisa ligera.

-Hola mamá – saludé con alegría sincera.

Ella se aproximó para besarme la mejilla.

-¿Qué haces aquí? – pregunté ante su inusual visita

-¿Acaso no puedo venir a ver a mi hijo?

-Claro que si mamá, solo que nunca te presentas en el teatro.

-Es que hace días no vas por la casa. Pensé que tal vez, algo te había pasado.

-Lo siento mamá, he estado muy ocupado.

-No tienes que disculparte conmigo, sino con Candy. Ella ha estado esperando cada noche tu visita y he visto lo desilusionada que se ha ido a la cama al ver que no llegas.

Mi corazón se encogió de dolor. Pero no lo demostraría, por algo era un gran actor. ¿Verdad?

-He tenido varios compromisos imposibles de eludir. Las sesiones de fotos para la gira. Las entrevistas, las...- mi mente luchaba por encontrar más excusas que escondieran el verdadero motivo de mi ausencia.

-Antes siempre encontrabas un tiempo – fue muy sutil su reclamo.

-Antes no tenía tantos compromisos. Tú sabes mejor que nadie como es esto de ser el actor principal.

-Lo sé, solo digo, que tu siempre has tenido muy claras tus prioridades.

Me quedé sin saber que responder. Mi madre tenía mucha razón. No es que mis prioridades hubieran cambiado, simplemente me sentía desplazado y eso me dolía más que todo lo anterior.

-¿Tuvieron alguna discusión? – preguntó de pronto

-¿Con quién? – sabía a quién se refería pero quería ganar tiempo para que mi cerebro reaccionara. Mi madre era muy suspicaz.

-Con Candy, por supuesto. - puso los ojos en blanco

-No ¿por qué? ¿Ella te dijo algo?

-No, es solo que tu actitud no es normal.

-No me pasa nada.

-Si es así, entonces, ¿qué te parece si me acompañas a casa? – sus ojos analizaban mi reacción.

-Me encantaría, pero tengo una reunión con Robert dentro de poco.

-Te espero, entonces.

-No sé cuánto me demore, mamá.

-No importa, te esperaré. Además acabo de encontrarme con la esposa de Robert, así que, no creo que se demore.

Maldición, dije para mis adentros. Ella no era alguien fácil de convencer. Sin duda tener a Eleonor de parte de Candy era un gran problema.

Dicho y hecho, la reunión apenas duró quince minutos. Resignado y con el corazón desbocado acompañé a mi madre a su casa.

Cuando divisé la entrada principal, sentí que me sudaban las manos. Había evitado verla desde aquella tarde, pero ahora la tendría nuevamente frente a mí. Y no sabía cómo iba a reaccionar. Es más, no sabía si podría resistir verla sumida en sus pensamientos.

Rompiendo la DistanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora