Parte 45

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Miré desconfiado la casa a la cual acabábamos de llegar, algo en aquel lugar me resultaba lejanamente familiar.

Levanté una ceja al confirmar que mis suposiciones eran "más" que acertadas.

Por un momento me sentí trasladado a las noches de bohemia de Londres, exactamente a la primera vez que entré a un burdel...

"...Había pasado muchas veces frente al Moonligth, sin animarme a entrar a aquella casa que encerraba tantos misterios para mí, pero aquella tarde al fin me decidí a entrar sin importar las consecuencias.

Mi estómago se revolvió extrañamente cuando crucé el umbral, parecía una taberna cualquiera, pero pronto me dí cuenta que había algo más...

Mujeres enseñaban su atractivo fatal sin ningún pudor, apenas ataviadas con ropas que dejaban al descubierto algo más que su personalidad.

Tragué seco mientras aspiraba con cautela. Un olor viciado poco a poco fue inundando mis pulmones y dejándome sin respiración por unos cuantos segundos, quise darme la vuelta y salir, pero una mujer menuda a la cual no había visto llegar me tomó por sorpresa del brazo para que la siguiera. Intimidado y avergonzado quise zafarme de su agarre, pero ella, mucho más experimentada se paró frente a mí para dejarme ver sus bien desarrollados atributos.

-Pareces un cachorrito asustado – se burló

-Nada de eso – traté de modular la voz para que no se percatara de mi temblor - Estoy buscando a un amigo – mentí

Su peculiar olor me volvió a revolver el estómago con demasiada fuerza, lo único que quería era salir de allí.

No era lo que había imaginado, ni siquiera se le acercaba, esto parecía una parte extraída del infierno. Mujeres llegando a lo más bajo por unas cuantas monedas.

Era cierto que tenía curiosidad, pero tampoco quería hacerlo con alguien que parecía no conocer los beneficios del agua.

-¿Puedo ayudarte a encontrarlo y luego nos podemos divertir? – me insinuó de forma coqueta, mientras un hombre obeso pasaba a su costado dándole una nalgada.

-Creo que...- vacilé – Será en otra ocasión- logré soltarme de su agarré.

Seguro quería llevarme a su lecho, donde sabe Dios cuántos más habrían pasado, sentí un escalofrío recorrerme de solo pensarlo.

Me sentí estúpido cuando estuve fuera y a la vez aliviado. Aquella mujer me daba miedo y asco. El asco superaba al miedo.

Nunca había visto unos pechos de ese tamaño y pese a que la curiosidad me empujaba hubo algo que me detuvo la inexperiencia y el pudor... "

-¿A dónde nos trajiste Archie?

Las palabras de Stear me volvieron a la realidad mientras terminábamos de cruzar el umbral.

Tomé aire lentamente esperando que el olor que generalmente había en estos lugares no me golpeara los pulmones, pero contrariamente a mis suposiciones, el aroma no era tan devastador. El tabaco y el alcohol se mezclaban sutilmente con el incienso.

Apenas se podía ver más allá de nuestras narices, la iluminación era tenue, y una pequeña nube de humo de tabaco dificultaba la visión. Solo las risas, las voces y la música delataban que había más gente en el interior.

Un par de hombres pasaron a nuestro costado y para mi asombro no eran andrajosos como los de mi recuerdo, sino todo lo contrario, estaban muy bien vestidos, parecían adinerados.

Poco a poco los ojos se fueron acostumbrando a la tenue luz y pude distinguir a un par de ¿camareras?; se movían con ligereza llevando una bandeja llena de vasos de cerveza en cada mano, una de ellas me sonrió con descaro y me limité a corresponder aquel gesto.

Rompiendo la DistanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora