El hecho que ninguno pidió tener

2.7K 121 11
                                    



Ya te tuve una vez...

Ya te tuve una vez...

Ya... te... tuve... una vez

No pienso dejar ir a mi hermano por... ¡Por quién maldita sea!

¿Qué rayos acabo de escuchar?

No entiendo, cada día que transcurre este hombre complica mis sentidos dejándome en la nada.

—¿Vas a salir del ascensor? Queremos entrar —escucho hablar a una chica hallada frente a mí.

Pero no reacciono, trato y trato, y nada. No puedo digerir lo que ha hecho y me ha dicho mi jefe.

Increíble

Oigo el sonido de un chasquido de dedos, y que en milésimas se van haciendo consecutivos.

—¡Por favor, todos tenemos trabajo que hacer! ¡Despabila de allí! —alarde con fuerza atrayendo la atención de todos hacia nosotras y al mismo tiempo haciéndome a un lado con su cuerpo para entrar.

Me arrimo concediéndole el espacio que necesita y en ese momento me ausento de mi horrendo trance para poder salir hacia mi oficina. Las piernas no me están alentando a caminar y mi cabeza no recibe la información suficiente que requiere para poder empezar a trabajar.

Mientras voy en dirección a mi despacho el vibrador de mi celular comienza a captar toda mi atención haciendo que pase mis manos sobre mi bolso y busque el aparato.

Una vez lo poseo deslizo el círculo verde de llamada hacia arriba y contesto.

Helena, hay un problema en el trabajo y necesito que vengas ¡Urgente! —avisa Javier en tono preocupante y molesto.

Seguro debe seguir enojado conmigo. Luego hablaré con él.

Aquel aviso me alerta y me aterriza a la realidad de golpe. Mi hombro sostiene el celular apegándolo a mi oreja derecha, a la vez entro al salón y arrojo el bolso en la silla giratoria, me dirijo hasta la ventana y empiezo a tomar aire para aliviar mis nervios.

—¿De qué estás hablando? Estoy a punto de iniciar con mi trabajo, no puedo desaparecer así por así. —murmuro en lo último para resaltar importancia en caso de que noten mi ausencia. Aunque, desearía largarme ahora mismo— Ve al grano y dime qué sucede.

—¡No! —niega exaltado, pero no de la buena manera— Debe ser ahora, te estaré esperando en la entrada principal de la tienda ¡Apresúrate!

Antes de que vaya a colgar lo presiono para que me diga qué estaba ocurriendo.

Y lo menos pensado, sucede.

—... Es sobre Cielo, —el aire se congela en medio de mi tráquea y me quedo estática sobre mi sitio. La sensación de que lo que estaba a punto de escuchar no era bueno me atrapa sin previo aviso— la señora de limpieza la encontró inconsciente en uno de los cubículos del baño para clientes en medio de un charco de sangre y llamó a la jefa para que diera aviso a los oficiales. Nuestra duda es qué hacía en el baño para clientes si nosotros, los empleados, tenemos uno personal. No tiene sentido, pero de eso ya se encargarán los médicos...

—¿Cómo está ella? — interrumpo disgusta de seguir escuchando puro bla bla bla. Ahora me interesa el estado en el que se encuentra la chica que en poco tiempo se ganó mi confianza, cariño y respeto.

Helena, acabo de decirte que la han encontrado inconsciente y ensangrentada, ¿acaso crees que debe estar nadando en medio de un charco viscoso? ¡Por supuesto que está mal y sigue sin despertar! — declara muy alterado de mi, ahora que reflexiono, tonta pregunta.

© CUANDO TE ENCUENTRE (FINALIZADA, Y EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora