Una no deseable visita

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TREVOR (ELM)

Axel

Axel

Axel...

¡Maldita la hora en que te acepté!

Luego de mi receso quiero retornar a mi despacho, pero antes paso al octavo piso para confirmar que todo esté intacto con Axel y su nuevo empleo, sin embargo, nada más lo encuentro organizando sus cosas sumergido en una densa concentración que apuesto a que ni el sonido de la alarma de incendios podría expulsarlo de su burbuja.

¿Tanto tarda en ordenar todos los materiales que ni se ha tomado la hora libre para almorzar?

Retrocedo dos pasos como quien quiere irse, sin embargo, me detengo a dos pasos atrás y sigo observándolo, cual espía asechando a un delincuente.

Resoplo ahuyentando la idea de que deberé estar en esta posición durante el día.

Aunque, una chispita se prende en mi cabeza al recordar que la oficina que tengo en frente lleva una cámara de vigilancia en la esquina del techo al lado de la entrada.

Desde ese punto podría observarlo mejor, en vez de estar adormeciéndome el culo en esta posición.

Retrocedo completamente y volteo para caminar hasta el ascensor y llegar a mi centro laboral.

—Jefe, buenas tardes

Ya dentro de la cabina de acero, una risueña voz me saluda.

Elevo la mirada y la encuentro atrás de mí, abrazando un documento rojo con su mano derecha y en la mano izquierda cargaba su portafolio. Desvío la mirada de la pared espejo, la cual por primera vez estuve con Helena esta mañana y dejé salir a la fiera que llevo encerrada en mí lista para atacar... pero no como quería; y le presento una arqueada sonrisa devolviéndole el saludo.

Ella es Diana, una mujer a quien contraté para que sea mi abogada.

El otro ya no me servía...

—¿Mañana a qué hora estará disponible para continuar con el caso? — preguntó haciéndose una parte de su cabello negro y hondeado hacia atrás.

Su perfume vuela hacia mi rostro y se adentra a mis orificios nasales.

Flores, como los que ella usa.

—En cuanto tenga tiempo la llamo para asegurarle la cita, no será dentro de mucho. — contesto ocultando mis manos dentro de los bolsillos del pantalón.

—De acuerdo, pero tenga en claro que debemos estar solos. No queremos que ese muchacho...

—¡No lo menciones! — dictamino antes de que diga su nombre y me giro sobre mi sitio para encararla. Aquello la atemoriza que casi se le cae la maleta de la mano. — Quedamos en que no hablaríamos de él en este lugar. Ese chico ya no es de mi ayuda y no lo será jamás ¡¿Entendido?!

Él ya no me incumbe desde que se alejó

—D-De acuerdo... — se limita a responder más y se aproxima al cuadro de botones para presionar uno que hiciera que se detuviera el elevador al instante.

Justo en una planta del edificio

Me roza el antebrazo y sin observarme huye del lugar dejándome mal parado, como si tuviera la responsabilidad de romper las reglas.

Una que acordamos no decir para nada.

Por él mismo es que estoy haciendo este caso, porque dejó todo inconcluso para salvar su propio pellejo. Todo por temor.

© CUANDO TE ENCUENTRE (FINALIZADA, Y EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora