PASADO

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Visito varios sitios, me voy exclusivamente a los turísticos y la felicidad me arremolina hasta los huesos. La comida, como dije, es la gloria y sus calles son impecables. El buen trato y respeto es lo primordial, como debe ser, y la guía impresionante, por poco me tratan de un “dios”. 

Mientras me “divierto” no dejo de pensar en Helena una y otra y otra vez. Mis pensamientos giran como cuervos sobre aquello que terminé oyendo afuera de la habitación. No puedo creer que fui engañado, utilizado. 

¿Ahora se entiende que pocos son los que quieren mejorar? ¿Con qué propósito? Si al final te pisotean la espalda sin que estés preparado.

Esto es una puta desgracia, ya estoy exhausto. 

Aprovecho la mañana y sigo sentado en este bus. Observo la hora, falta para las tres de la tarde, tengo suficiente tiempo para aliviar mi mente de tanta desesperación, lo que sea. Hago un llamado a David para saber cómo van las cosas por allá. Posterior a ello, con un poco de tranquilidad al tener en cuenta de que todo marcha “bien y sin sospechas”, decido bajar del bus y voy a un bar no muy lejos de aquí. Sé que el alcohol no es la mejor opción para olvidarme de esa mujercita que cada día me desquicia en muchos sentidos, sin embargo, solo me estoy dejando llevar por mis impulsos de cuando era muchacho. 

El grande y poderoso Elm. Así fui conocido a cada rincón en que me iba por la universidad, una frase muy estúpida, pero cierta a su vez ahora que la puedo entender mejor. Ese chico está tomando el control y lo horrible es que lo estoy dejando. El espacio solo es iluminado por la luz del exterior y pocas personas son las que están sobre una mesa. Claramente es muy temprano para estar bebiendo, que es lo que exactamente se viene a estar haciendo en un bar. 

—¿Puedo ofrecerte alguna bebida en especial? —el afinado voz de una mujer causa que mi cuerpo voltee hacia ella. Me acomodo sobre la misma silla y mis ojos repasan a esta mujer: cabello marrón claro, ojos verdes, piel demasiado blanca que resaltan lo colorado que son sus labios y un cuerpo bien definido según el vestido medianamente corto y atractivo que aprieta con un cinturón delgado en la cintura mostrando su figura. Ufff, chicas así hacían falta en mis épocas de universitario. No le pongo más de veinticinco años de edad. 

—Ya veo, ¿así atraes a tus clientes? —no calculo mis palabras y me importa un pepino si se lo toma a mal. 

—¿Así cómo…? —se inclina apoyando sus antebrazos sobre la isla de madera a tal manera que me muestra la redondez de sus pechos bajo el escote de su vestido. 

Me encuentro atraído bajo su encanto atrevido. Pero me cuesta seguirle el juego. Mi mente se ve interrumpida por el rostro de Helena y el chantaje de hoy.

—Dame lo más fuerte que tengas. 

No, tengo una reunión con Antonio y no puedo ir con los efectos del alcohol. Mi reputación se dañaría. Sin embargo necesito olvidarme de lo ocurrido aunque sea por unas horas. Mi yo interior no soporta seguir retorciéndose con la culpa, con el daño que volví a tener cuando ya estaba por mejorar. Cuesta demasiado, ¿saben?

Debo… debo… 

—Me llamo Tania, ten —me ofrece un vaso lleno de vodka con una mezcla roja que al verlo enciende mi sed. Abro los ojos y cojo el vaso—. Tranquilo hombre, al parecer alguien no tuvo un buen día —de un solo sorbo bebo el líquido y deposito el vaso vacío. 

La observo seriamente y ladeo mis labios en una sonrisa con intenciones muy claras y ya esperadas. Por otro lado, no pienso responderle nada que quiera saber. 

—¿A dónde llevas a los clientes como yo? —me sirve otro trago mas y lo introduzco en mi garganta inmediatamente. 

Oh, oh… Ya estoy sintiendo los efectos. No puedo ver con mucha claridad, necesito esforzarme para hacerlo; y al mismo tiempo, necesito sostenerme de la silla para mantenerme recto. Veo a Tania y la adrenalina de follarmela hasta correrme en esos redondos pechos dominan la poca cordura que me queda. Diablos. No puedo ser fuerte. Ojeo la tercera bebida roja y evito beber más de ella, prefiero desquitarme, desahogarme y saciar mi furia, mi dolor, hacia alguien que hacia mí mismo. Suena egoísta, pero debo mantener limpia mi imagen en la reunión.

© CUANDO TE ENCUENTRE (FINALIZADA, Y EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora