Tan cerca, y tan lejos...

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HELENA

Después de tanto tiempo despierto sin molestia corporal ni dolor en mi cabeza, no tengo en cuenta haber tenido una pesadilla, puesto que en toda la noche he dormido profundamente. Estiro mis brazos y siento el vacío en la posición de la almohada, doy un respingo al evocar a Javier en mi cabeza y, al mismo tiempo que me incorporo veo el sitio donde se supone que descansaría. Si el lugar donde nos alojáramos ahora mismo fuera en mi casa no tendría problema con no verlo, pero es la vivienda de Alice donde nos hallamos y, sumando las heridas en su rostro, no puedo pensar con claridad respecto a su conocimiento sobre estos preciados rincones. Quizá está buscando el baño y todavía no lo encuentra.

—Encontremos a Javier —me siento sobre mi sitio, busco mis zapatos y mi celular. Al desbloquearlo me encuentro con un mensaje del mismo número de la noche anterior. Las ganas de abrirlo ya no me corren en las venas, sé el contenido con el que me puedo hallar y rápidamente lo elimino.

Al abrir la puerta me sorprendo ver a David recostado sobre la pared al lado del marco.

—¿Buscas a alguien? —David, tan relajado y, a la vez fuera de sí, me pregunta sin siquiera mirarme a la cara. Las palabras se niegan a salir de mi boca. Como si me hubiesen pillado detrás de una diablura, sonrío inocentemente— Yuujuuu. ¿Ya despertaste? —canturrea, sarcásticamente.

Lo observo directamente y me llega una lejana imagen del rostro de mi jefe, todo serio, en silencio y rudo, así tal cual se muestra, tiene mucha semejanza con Trevor, sobre todo en sus ojos.

—Eh... Si, busco a alguien —ninguno de mis amigos notó la presencia de Javier el día de ayer y que lo hagan justo a la mañana siguiente traería muchas sospechas, y buenas para mí no creo.

—¿Puedo saber a quién? —cuestiona, despejando las manos de su bolsillo e impulsándose hacia adelante para colocarse delante de mí.

No me gusta a dónde se dirige esto. Siento como si me enfrentara de alguna u otra manera, me intimida hasta en la forma de mirarme, de respirar, muy pesada y tal cual enojado.

—Bus-co a Alice, si... La busco a ella —balbuceo y luego intento asegurarme con meter a la pobre en mis asuntos.

—No pareces tan segura, Helena. Pero si te interesa saber Alice acaba de salir y no tarda en llegar, los demás se acaban de retirar hace unos minutos, por lo que se supone no debería de haber alguien más en esta casa, ¿o si lo debe? —achica un poco los párpados, viéndose escondido entre las sombras de la sospecha.

—O no, no, no... Claro que no debería, solamente quiero hablar con ella.

—¿Y es sobre algo o... alguien? —la última palabra la arrastra, pesándole cada letra—. Además, Alice dijo que ayer te regresaste a casa, mentiste.

Y para mi salvación en este momento aparece Javier doblando por el pasillo y llegando hacia nosotros, a penas identifica a David acelera sus pasos, no muy contento. Me alivia un poco ver su rostro, las heridas están pasando por su proceso de cicatrización, por otro lado, el hematoma de su nariz es un poco preocupante. Y puede que con los días se oscurezca.

—Buenos días, linda —el brazo de Javier rodea mi cintura y sus labios descansaron rápidamente sobre mi frente, dejé de sentirlos al verlo—. ¿Interrumpo?

—Creo que eso yo debería decirlo —añade el chico de al frente con una ceja alzada y brazos cruzados.

Ay no, es mejor que los detenga antes que empiecen.

—Chicos, ¿por qué mejor no vamos a...

—Vamos, eres libre de hacer las preguntas que quieras. Adelante —Javier suelta su agarre y enseña su resplandeciente sonrisa, sin embargo, la ironía se percibe.

© CUANDO TE ENCUENTRE (FINALIZADA, Y EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora