Capítulo cinco

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Me encuentro sentada en la mesa de mi cuarto, con la cabeza apoyada en el dibujo que estoy haciendo. Miro por la ventana y veo que se está haciendo de noche. Cierro el cuaderno para dirijirme a la ducha.

Una de las cosas que más me gustan de mi habitación es que tiene baño propio.

Cuando entro contemplo mi cara, y el resto de mi cuerpo.

Me acerco más a él y me quedo mirando mis ojos color gris, y mi pelo, a la altura del hombro y pelirrojo. Mi piel es muy pálida comparada con la de mi madre, ella tenía la piel cobriza y el pelo oscuro. No me parezco en nada a ella. Por lo menos tengo los ojos de mi padre.

Me meto en la ducha y disfruto del agua caliente que cae. Miro por la ventana y me sorprende lo que veo: Un búho. Está posado en el alféizar de la ventana, mirándome fijamente. Es precioso. Es blanco como la nieve, y sus ojos amarillos están abiertos de par en par. No deja de mirarme. Al final aparto la mirada y termino de ducharme.

Decido ponerme el pijama aunque sean las ocho de la tarde. Abro mi armario y saco una camiseta de manga corta a juego con unos pantalones. Me pongo por encima una sudadera de color azul, porque hace un poco de frío.

Vuelvo al baño y me sitúo frente al espejo mientras me desenredo el pelo tranquilamente. Una vez está seco, abro un armario y saco la plancha del pelo. Me lo plancho cuidadosamente, sin quemarme.

Cuando acabo bajo las escaleras y encuentro a mi abuela haciendo la cena. Nos sentamos juntas en el salón y comemos lo que ha preparado, una sopa bastante caliente.

Una vez terminada la cena subo a mi cuarto, me cepillo los dientes y me lavo la cara, para después meterme en la cama. Me tapo con todas las sábanas hasta quedar calentita. Poco a poco voy cerrando los ojos hasta me quedo dormida.

A la mañana siguiente me despierto con los rayos del sol y con un sonido proveniente de la cocina. Me visto con unos pantalones cortos y una camiseta básica y bajo descalza a darle los buenos días a mi abuela. Desayunamos juntas y me voy. Saco mi bici del garaje y pedaleo a más no poder, con el viento en la cara, y me paro justo en frente de la pastelería.

Entro.

No suele haber mucha gente por la mañana, solo están una familia, una chica leyendo un libro de… no sé, no consigo distinguir el autor, y un chico mirando su móvil. El chico de ayer, al que le tiré el café.

No puedo creer que haya vuelto. Me pongo corriendo el delantal y voy a ver qué quiere.

- Pensaba que no volverías, después de que ayer te tirara el café.

- Sí, bueno, es que es la mejor pastelería que hay, y bueno, eh, las camareras son… muy simpáticas.

Me río ante aquel comentario. Me parece absurdo lo que ha dicho, pero a la vez me alegra que piense eso.

- Bueno y... ¿Qué vas a tomar?

- Un chocolate caliente por favor. - Me mira y sonríe. Tiene una sonrisa muy peculiar, no enseña los dientes, e inclina la boca hacia un lado. Es preciosa.

Lo anoto en la libreta y me voy a prepararlo. Le sirvo el chocolate, y como una tonta me quedo mirándole.

Él me mira y alza una ceja.

-         ¿ Te ocurre algo?- pregunta

-         No, no, es solo que… ¿ A qué instituto vas? - Es la pregunta más absurda que podría haber preguntado. Bien Sofía.

-         A Walworth Academy - contesta con esa sonrisa.

-         Qué bien, yo también estudio allí – No puedo  evitar reprimir una sonrisa. Él también sonríe. En ese momento me llaman y tengo que volver a trabajar. - Bueno... eh... tengo que volver. Hasta luego.

Va al mismo colegio que yo. Eso es genial, pero no es de mi edad, nunca ha estado en mi clase, a lo mejor solo tiene un año más.

El resto de la mañana lo paso de muy buen humor. Me pongo a decorar pasteles y a servir los pedidos que me encargan.

A la hora de comer aparece una chica vestida con una blusa de color rosa y unos vaqueros. Lleva unos tacones bastantes altos, y el pelo recogido en una coleta. Es mi mejor amiga, Lucía.

Corro a darle un abrazo, hace mucho que no la veo, unos dos meses. Comemos juntas, ella me cuenta lo que ha hecho durante el tiempo que ha estado fuera, en Chicago, y yo le cuento lo de Lucas, el chico del café.

Cuando terminamos de comer vuelvo a mi casa, y a mitad de camino empieza a llover. Me resguardo en una parada de autobús y espero a que cese la lluvia.

Llego a mi casa empapada y tiritando de frío. Subo corriendo a mi cuarto, me doy una ducha con agua caliente y bajo al salón, donde mi abuela me ha preparado un café. Estoy hablando un rato con ella, y de repente todo se vuelve borroso, y luego negro.

Me desmayo.

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Holaa!!

Graciias a todos los que leeis esta historia, espero que os esté gustando:)

Si teneis alguna idea para la historia o algo no dudéis en comentar!!

Bueno, quería darle las graciias a mi amiga ftadsr y decirle que la hecho mucho de menos. Espero que todos lean su historia ' el naufragio del amor' porque es geniiial.

Y también espero que leais la historia de anita9t 'entre besos'. Acaba de empezarla pero esta geniial.

Las dos vidas de esa chicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora