Capítulo diecinueve

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-         ¿Estás bien? ¿Sofía? – Exclama Amanda zarandeándome. Es una de las camareras.

-         Sí, sí, solo…

-         Te has desmayado – contesta – has estado inconsciente unos minutos. Me estaba empezando a preocupar.

-         No ha sido nada Amanda, enserio, estoy bien.

-         Vale, de todas maneras, no trabajes más, vete a tu casa y descansa un rato por si acaso.

No se lo discuto. Estoy perfectamente, pero la verdad es que tengo ganas de ir a mi casa. En realidad, preferiría estar ahora mismo en el palacio, con Tobias, pero la vida es injusta. En fin.

Sigue lloviendo así que voy corriendo hasta la parada de autobús y espero a que llegue. Una chica con el pelo corto se sienta a mi lado. Es… No, no puede ser, Es Andrea. Mierda. Hago como si no estuviera, la ignoro, pero ella parece que sí me ha visto.

-         Sofía, quería decirte que…

-         Andrea, no hace falta que digas nada, de verdad, no fue tu culpa, al fin y al cabo a ti también te engañó – digo en el tono más amable posible, pues siento un poco de pena por ella.

-         De eso quería hablarte… Verás, es que yo sabía que Lucas estaba contigo, bueno, que le gustabas – toda la pena que había sentido hacía un momento desaparece de un tirón. ¿¡Cómo!? Estoy perpleja – el caso es que el intentó cortar conmigo varias veces pero yo no le dejaba porque no quería quedarme sola.

¡Será zorra!

-         Vete a la mierda. Todo este tiempo había estado pensando que Lucas era un gilipollas que estaba con una puta pero me equivocaba – en ese momento llega el autobús. Menos mal. Subo sin mirarle si quiera y me siento en los últimos asientos del autobús.

Poco a poco, la ira que siento por Andrea de desvanece, y da paso al arrepentimiento. Le había dicho a Lucas que no volviera a hablarme, y todo porque pensaba que me había estado engañando y en realidad no era así, él quería cortar con ella.

Vale Sofía, la has cagado. Dile a Lucas que lo sientes y que pensabas que te estaba engañando.

No puedo. Me va a mandar a freír espárragos. Pero tengo que intentarlo. Debería haberle dejado explicarse. Qué estúpida soy. Mierda.

Cuando llego a mi casa lo primero que hago es mandarle un mensaje a Lucas.

Lucas, de verdad que lo siento, no sabía que estabas intentando cortar con Andrea, espero que podamos hablar.

 

A los cinco minutos, recibo su respuesta.

Me alegro de que lo hayas entendido. Te veo esta tarde en la puerta de la pastelería.

 

Vale. He arreglado más o menos las cosas con Lucas. Voy a darme una ducha.

Me relajo y no pienso en nada. Cuando salgo ve pongo un vestido con flores y bajo a comer. Mi abuela ha preparado una tortilla. Comemos las dos juntas en la mesa del y después vuelvo a mi habitación.

Me plancho el pelo, me pongo unos zapatos cómodos pero bonitos y salgo a la calle. Esta vez, aunque está chispeando, cojo un paraguas y camino hasta la pastelería.

Me encanta el ambiente húmedo que hay en toda la ciudad. Todos los árboles están llenos de gotas de agua que parecen diamantes. No hace mucho calor, ni tampoco demasiado frío, aunque el cielo esté cubierto de nubes.

Llego a la pastelería, que está cerrada porque son más de las cuatro, y me encuentro a Lucas sentado en un banco esperándome. Me acerco a él y le saludo. Tiene el pelo alborotado, como siempre, y en una mano lleva el casco de la moto.

-         Te debo una disculpa – comienzo – pensé que te gustaba Andrea y que solo me estabas utilizando, pero ha venido a hablar conmigo y me lo ha explicado todo.

-         Me alegro de que lo hayas entendido. Llevaba tiempo intentando cortar con ella pero no me dejaba y cuando apareciste tú, lo tuve claro. Esa noche estaba con ella porque iba a decirle que ya no le quería más, y de repente te vi en el suelo tirada.

Esa noche. Empiezo a pensar en todo lo ocurrido desde entonces, y me doy cuenta que estoy como empecé. Me gusta Lucas, pero a la vez Tobias.

 Y luego me doy cuenta de que en realidad la que le estaba engañando era yo. Yo era a la que le gustaban dos chicos, yo era la que había besado a los dos.

-         Verás Lucas, el caso es que… Creo que la que te he engañado he sido yo.

-         ¿Perdona? – Alza las cejas y me mira con una expresión de desconcierto.

No sé cómo explicarle que me gusta Tobias sin decirle que no lo va a ver en su vida porque es cien años mayor que él. Pero lo intento.

-         Pues, Lucas mira, tú me gustas, pero es que hay otro chico que…

-         ¿Quién? ¿Cómo se llama?

-         No le conoces. Vive… Muy lejos – digo.

-         Pensaba que te gustaba, pero ya veo que, no.

-         Lo siento, de verdad.

Se va sin decir adiós, Ni me mira, simplemente se levanta y va hacia la moto. Se pone el casco y se marcha.

Me quedo sentada un buen rato, contemplando el día, escuchando el ruido de los coches y viendo a las personas pasar cuando de repente todo se vuelve negro.

Las dos vidas de esa chicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora