Capítulo treinta y dos

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Suspiro.

Sé que tengo que elegir. Tengo que hacer algo. Tarde o temprano. No queda tiempo.

Me quedo pensando. ¿Cómo será? ¿En qué época tendré que estar? ¿Tendré que decir algo? Estoy tan confusa.

Ni siquiera sé en qué época quiero pasar el resto de mi vida. Únicamente sé que quiero que esto acabe de una vez.

Me levanto de la cama y bajo a la cocina. Mi madre está preparando la cena. Me siento en la mesa y me cruzo de brazos.

- Pronto tendré que elegir - murmuro, sobresaltando a mi madre.

Se da la vuelta y me mira fijamente. Deja de cocinar, y acto seguido se sienta en frente mía.

- Lo sé hija. Quiero que sepas que, aunque no lo creas y estés muy enfadada conmigo por todo lo que te he hecho, te quiero. Y te querré elijas la época que elijas.

Asiento con la cabeza, con la mirada gacha. Eso me ha llegado.

                                                                                        ***

Hoy no he bajado a comer. Simplemente no podía encontrarme con la mirada de mi hermano y mi padre y saber que a lo mejor no vuelvo a verlos nunca más. Y, lo que es aún peor, saber que mi madre no les contará la verdad, si no que les dirá que he muerto trágicamente, como nos dijeron a mi padre y a mi.

No puedo. No puedo seguir aquí. No quiero llevar esta vida. ¿Qué me queda aquí? Nada. No me queda absolutamente nada. ¿Y allí? ¿Qué tengo allí? Supongo, que lo tengo todo.

Necesito hacer unas cuantas cosas antes de irme.

                                                                                          ***

Llamo a la puerta de la zapatería del padre de Carla.

- Buenas tardes - saludo, sin intentar mostrar mi desilusión.

- Hola Sofía - contesta él, radiante.

Subo las escaleras hasta llegar a la habitación de mi mejor amiga. Llamo dos veces, hasta que me abre. Paso.

- Hola Carla - digo mientras me siento en el borde de su cama.

- Hola, ¿Pasa algo?

- No... Bueno, la verdad es que sí.

No creo que sea capaz de soportar esto. No creo que pueda. Noto como una lágrima resbala por mi mejilla, y es entonces cuando mi amiga empieza a preocuparse de verdad.

- ¿Qué es lo que pasa Sofía?

- Carla, me voy - respondo, notando cómo las lágrimas me surcan ahora toda la cara - me voy de aquí. No vas a entender por qué me voy, pero lo haré. Quiero que sepas que probablemente te digan muchas cosas, como que estoy muerta, pero, hazme caso, no voy a morir, ¿Vale?

Ahora ella también está llorando. La abrazo con fuerza, para intentar tranquilizarla, aunque solo sirve para que se ponga peor.

- ¿Por qué? - Formula cuando al fin recobra la compostura.

- Carla, créeme cuando te digo, que necesito irme. No hay una razón específica. Simplemente, no soy feliz aquí. Tú eres mi mejor amiga y siempre lo serás, nunca te olvidaré, y quiero que tú nunca me olvides a mí tampoco, por favor.

- No lo haré.

                                                                                          ***

Después de salir de casa de mi amiga por última vez, me dirijo al único sitio que me queda por ir. Aunque empiezo a pensar que ha sido una mala idea venir, pero no hay vuelta atrás. Tendré que repetir el mismo discurso que le he dicho a Carla, aunque, con un poco de suerte, ni siquiera me dejen entrar.

Pero la suerte hoy no está de mi parte.

Estoy discutiendo con el guarda sobre por qué debería dejarme entrar, cuando en ese momento se asoma una sombra por detrás de los arbustos.

- ¿Tobias? - Susurro, esperanzada.

- ¿Qué haces aquí? - Pregunta él, totalmente desconcertado.

- Tenemos que hablar.

Caminamos un rato por los jardines hasta que al fin encontramos la fuente. Nuestra fuente. Nos sentamos, uno al lado del otro, y entonces es cuando comienzo a hablar.

- Mira... He venido... - No me salen las palabras - He venido porque quiero despedirme de ti. 

- ¿Cómo?

- Déjame hablar, por favor - pido - si alguna vez escuchas que he muerto, quiero que sepas que es mentira, ¿Vale? No voy a morir Tobias, solo quiero que lo sepas. Me voy a ir de la ciudad, yo sola, sin nadie más. Ni mi familia, ni mis amigos.

Otra vez. Empiezo a llorar, y sé que, esta vez, no será tan fácil parar. Empiezo a derrramar lágrimas descontroladamente, y noto los fuertes brazos de Tobias alrededor de mi cuerpo, tranquilizándome.

- Tranquila - susurra.

Pero no puedo estar tranquila. Me voy a ir. No quiero irme. Pero sí quiero irme. No sé lo quiero. En realidad sí lo sé, pero me cuesta admitirlo.

Me levanto del banco, le miro fijamente, y, entonces, le beso.

Es un beso largo y ferviente, algo que ambos deseábamos desde hace bastante tiempo, pero que ninguno de los dos era capaz de hacer.

Me separo de él, y le doy un abrazo.

Emprendo el camino de vuelta.

Holaaa!!!

Vale, sé que hace muchisísimo tiempo que no publico nada, pero es que he estado de exámenes y he tenido que hacer muchas cosas y no he tenido tiempo de nada.

Pero quería deciros que la historia ya está llegando a su fin, quedan unos cinco capítulos a lo sumo. 

También quería deciros que prontó publicaré otra historia, y que no tiene ni punto de comparación co ésta. Pero me haría muy feliiz si, cuando la publique, la leyerais.

Bueno, esto es todo, espero que hayáis disfrutado con este capítulo, porque, como ya he dicho, es uno de los últimos. Supongo que ya sabréis cómo va a acabar (más o menos) así que espero que os haya gustado la historia (aunque todavía no ha llegado a su fin eh?)

Bueno, pues ya sí, esto es todo, leed mucho, votad, comentad, y bueno, pues eso, que os quiero mucho a todos.

XxbeaxX

Las dos vidas de esa chicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora