Capítulo siete

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Abro los ojos y encuentro a mi abuela mirándome fijamente. Sus ojos color avellana me intimidan bastante. En su cara se forma una amplia sonrisa, de orgullo, me parece.

-         Creo que ya es hora de que sepas toda la historia – me dice con tranquilidad. No sé de que está hablando, y no quiero saberlo, pero aun así, respondo:

-         Vale.

Se levanta del sillón en el que estaba sentada y se dirige a la cocina. Observo el salón. Las paredes de piedra, que hacen que la estancia parezca más fría, la chimenea, con las llamas rojas, los sillones antiguos, a saber de qué época, y la mesita de café, donde está depositada una taza de chocolate caliente vacía.

Veo que mi abuela aparece por el umbral del salón. La miro fijamente, a la espera de que me cuente esa historia. Se sienta en el sillón que hay en frente mía, y comienza a hablar.

-         Verás, Sofía – empieza- Esta historia se remonta siglos atrás, pero yo solo te contaré una parte de ella. La familia por parte de tu madre, sufrió años atrás algo así como una maldición. El caso es que no es del todo una maldición. Un miembro de la familia fue elegido para que controlara el pasado y el presente, por así decirlo. Entonces esta persona va yendo entre estas dos épocas, y cuando está decidida, elige una de ellas. A mí me pasó, y a la hora de elegir, elegí el presente, por eso estoy ahora aquí contigo. Tu madre, por el contrario, eligió el pasado, por motivos que desconozco. Tuvimos que fingir su muerte, porque no podíamos explicar que se había ido al pasado, a pasar ahí el resto de su vida. Y ahora te toca a ti. Desde que tu madre murió, bueno, se fue, habrás estado teniendo esos mareos. Eso significa que te has trasladado al pasado o al presente. Seguramente pensarás que estoy loca por contarte esto, que viajas en el tiempo, pero con el paso de los días irás recordando, y entonces sabrás que lo que te estoy contando es verdad. Ahora mismo no sé que estarás pensando, pero te voy a decir una cosa: A la hora de elegir, escoge con sabiduría, porque no tendrás la opción de volver atrás.

¿Cómo me iba a creer eso? ¿Que viajaba en el tiempo? Eso es imposible. Pero una parte de mi decía: Bueno, esto sería una explicación de los mareos, de la muerte repentina de mi madre, de por qué mi abuela no hablaba de ella y todo lo demás. Pero la otra, decía todo lo contrario. Tu abuela está loca. ¿Cómo vas a viajar en el tiempo? Es una tontería. Los desmayos serán por alguna razón lógica, igual que la muerte de tu madre.

No sabía lo que pensar. Sentía los ojos llorosos, tenía un nudo en la garganta, y me esforzaba en controlarlo. Me sentía furiosa. Con mi madre por haberse marchado, con mi abuela por no habérmelo dicho antes y con el resto del mundo por ser una mierda. Intento no ponerme a llorar como una loca. Miro por la ventana. Todavía sigue lloviendo. Serán las siete de la tarde. Ahora siento que este no es mi mundo, me siento vacía, y sobre todo, me siento sola. Me doy cuenta de que estoy llorando, y estoy al borde de un ataque de histeria. No soy capaz de hablar, pero al final consigo articular la pregunta que me ronda por la cabeza.

-         ¿Papá sabe todo esto?

-         No, tu padre no lo sabe, el piensa que tu madre murió así sin más. – No lo puedo soportar más. Empiezo a llorar, y no puedo parar. El ataque de histeria que intentaba evitar sale, ya no me puedo controlar. Me cuesta mucho respirar, sigo llorando, y ya no sé si estoy gritando o qué me pasa.

Es la primera vez que agradezco que me esté mareando.

Las dos vidas de esa chicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora