Capítulo veinte

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Toc, toc, toc.

-         ¡Adelante! – exclamo.

Una figura abre la puerta y mi madre asoma la cabeza por ella.

-         Hija, tenemos que hacer la cena – dice mi madre con un tono de dejadez en su voz.

Me levanto directamente de la cama y me pongo las zapatillas. Voy hacia la puerta, pero mi madre me detiene.

-         Tienes que ponerte el uniforme – contesta, señalando al armario.

Me dirijo a él y lo abro. Saco el vestido y el delantal y me lo pongo. A continuación me sitúo frente al espejo y contemplo mi rostro. Recojo mi pelirrojo cabello en una coleta y salgo por la puerta acompañada de mi madre.

-         ¿Qué tenemos que cocinar? – le pregunto mientras bajamos por las escaleras.

-         No lo sé, ahora nos lo dirá el chef – dice, poniendo acento francés en la última palabra.

Yo me río por lo bajo ante su pronunciación. Ella me mira y sonríe. Puede que ya no esté tan enfadada con mi madre como lo estaba días antes. De todas maneras, es mi madre, y la quiero. Le sonrío.

Llegamos a la cocina y un hombre con aspecto de tener unos cincuenta años – que probablemente es el chef – nos indica que la cena que vamos a preparar hoy será un exquisito pollo con patatas.

Comienzo agarrando un cuchillo y pelando una a una doce patatas de tamaño medio. A continuación las corto en rodajas y las coloco en una bandeja alrededor del pollo.

-         ¿Nosotros también vamos a cenar este manjar? – pregunto dirigiéndome al chef especialmente.

-         No, esto es para la familia real -  niega sin dejar de preparar una salsa – los cocineros nos preparamos nuestra propia comida, pero no cenamos con ellos.

-         Entiendo.

Como ya he acabado me dedico a preparar el postre. Unas trufas con trozos de coco por encima. Me cuesta mucho cortar la fruta en pedazos tan pequeños, pero después de unos cuantos cortes en las manos lo consigo. Sonrío triunfante ante esta hazaña.

-         Bueno, ya he acabado – comento quitándome los trozos de coco de las palmas de las manos.

-         Ahora serviremos la cena.

El chef lleva la bandeja de pollo, mientras que mi madre y yo llevamos el postre y las bebidas.

La cocina da paso a una sala enorme con suelos y paredes de mármol. En el centro hay una mesa enorme en la que están sentados el rey, la reina y Tobias. Sonrío al verle.

Sitúo las trufas a un lado del pollo y le miro de reojo. Él parece perplejo. No deja de mirarme, cosa que me pone un poco nerviosa y hace que por poco tropiece, pero consigo enderezarme.

Salgo de la sala sin decir ni una palabra. Encuentro a mi madre cocinando una tortilla francesa y le ayudo a prepararla. Es bastante grande. Cuando la acabamos la partimos por la mitad y nos sentamos en una mesa a comérnosla.

Cuando acabo subo a mi cuarto. Me deshago del incómodo uniforme y me dirijo al baño. Es enorme. Tiene una bañera enorme y un lavabo de madera. Es precioso. Abro el grifo y me doy cuenta de que hay unas sales de baño en una estantería. Las alcanzo y las esparzo por toda la bañera.

Me meto y aguanto la respiración para a continuación sumergirme en el agua. Cuando salgo me quedo ahí, relajada, durante unos instantes hasta que el repiqueteo de la puerta suena.

Salgo apresuradamente y envuelvo mi cuerpo en una preciosa toalla con bordados dorados. Salgo descalza y abro la puerta.

Para mi sorpresa, es mi hermano. Me ha interrumpido en mi placentero momento de tranquilidad máxima.

-         ¿Necesitas algo? – pregunto algo molesta.

-         ¿Has visto la caja que traje conmigo? – pongo los ojos en blanco.

-         No, no la he visto, y no se por qué la tendría que tener yo. Ahora, si no te importa, voy a volver a mi relajante baño de burbujas – le cierro la puerta en la cara.

Me meto de nuevo en la bañera, pero a los pocos instantes llaman a la puerta de nuevo.

Como parece que mi hermano no me va a dejar en toda la noche, salgo definitivamente y me pongo el suave camisón de seda. Calzo las zapatillas y abro la puerta.

-         ¿Qué quieres ahora?

-         Solo venía a saludarte, pero si quieres vuelvo luego… - dice con un tono de inseguridad en su voz.

Mierda. No. No puede ser. Vale. A ver. Tobias había venido a mi habitación a saludarme. A mí. Vale. Bien.

Actúa normal Sofía, actúa normal.

 

-         Pasa – abro la puerta del todo y dejo que pase – perdón, es que pensaba que eras mi hermano y…

-         No pasa nada – contesta con esa sonrisa tan bonita. Se sienta en una de las butacas que hay al lado de la ventana - ¿Desde cuándo trabajas aquí?

-         Eh, bueno, pues… A mi madre le ofrecieron un trabajo como cocinera y bueno, pues yo le ayudo, y así no tengo que repartir las barras de pan.

-         Me alegro de que trabajes aquí. Así podemos pasar más tiempo juntos – me iba a desmayar de la felicidad que sentía en ese momento.

-         No creo que sea buena idea – replico – no le agrado demasiado a tu madre.

-         ¿Y qué más da? – contradice – así es más emocionante.

Me río ante aquel comentario. El se ríe conmigo, y, sin darme cuenta, se levanta y me da un beso.

-         Buenas noches – dice, y se aleja por la puerta.

Me quedo perpleja. Una sonrisa se cruza por mi rostro, y a continuación, en un susurro, contesto:

-         Buenas noches.

Me meto en la cama y cubro todo mi cuerpo con el edredón. Una sensación de mareo me invade, pero me duermo antes de desmayarme por completo.

Holaa!!

Espero que os haya gustado este capítulo!

Quería deciros que mi amiga @anita9t y yo estamos escribiendo una historia. Se llama "Solo una distracción" y me gustaría mucho si dedicarais un ratito de vuestro tiempo a leerla. El usuario es @abbyandfitch.

Bueno muchas graciias a todos los que votan y comentan, y también a los que simplemente leen. Espero que os esté gustando la historia!!

Hasta mañanaa!!

xoxoxoxo

                  

Las dos vidas de esa chicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora