A la mañana siguiente me despierto con la luz entrando a raudales por la ventana de mi habitación. Abro los ojos y salgo de la cama. Me visto con la ropa que utilizo siempre para trabajar, que son unos pantalones largos y una camiseta. Las dos prendas huelen a pan quemado y están rotas y chamuscadas, pero es lo único que tengo. Cuando termino bajo a desayunar.
En la cocina encuentro a mi madre leyendo una carta. Cuando termina me la entrega. Es un sobre blanco con una estampilla roja, y viene del palacio real. Abro la carta con entusiasmo y comienzo a leer:
Estimada familia Von Hausen:
Nos complace informarles de que han sido invitados a la fiesta anual del decimoséptimo cumpleaños de mi hijo, el príncipe Adrián.
Tendrá lugar en el palacio real el día 6 de agosto a las ocho de la tarde.
Esperamos su asistencia.
Atentamente,
Su Majestad.
- ¿ Podemos ir, verdad? – Pregunto con ahínco a mi madre.
- Claro, pero habrá que buscar unos vestidos – me responde con una sonrisa. – Bueno, nos vemos luego que tengo que ir a trabajar.
Nos da un beso a mi hermano y a mi y sale por la puerta.
Me sentía muy feliz. Mañana podría estar en el palacio real, ponerme un vestido precioso, caminar por esos lujosos pasillos, bailar, y sobre todo, volvería a verle a él.
Cuando mi madre se va, recojo con ayuda de mi hermano la casa, y luego me marcho a repartir el pan.
Mientras lo hago, voy pensando en que vestido llevaré mañana. No tengo ninguno elegante, como los que se suelen llevar en esas fiestas. Creo que ni siquiera tengo un vestido. Mi armario no es muy extenso. Tiene la indumentaria que uso para trabajar, la que uso en mi tiempo libre, que es semejante a la del trabajo, mas no está tan sucia. Y luego tengo un camisón que me pongo para dormir. No sé qué hacer.
Por toda la ciudad se habla de la fiesta, hay un ambiente bastante animado. Reparto los pedidos rápidamente, ya que son pocos porque todo el mundo ha dejado de comprar alimentos y se ha ido a conseguir un traje para la fiesta. Antes de regresar a mi casa me dirijo a la zapatería en la que trabajaba el padre de mi mejor amiga, Carla. Una vez allí, entro. Hay bastante gente, seguramente necesitarán calzado para la fiesta. Busco por toda la estancia, y al final del todo, sentada en una mesa detrás de un montón de cajas la encuentro.
La sala tiene un ligero olor a incieso mezclado con esencia de lavanda. A medida que avanzo el suelo de madera cruje a mis pies. Me abro paso entre las personas que están adquiriendo unos zapatos y llego al final de la tienda.
- ¡Carla! – Exclamo con entusiasmo.
- ¡Sofía!- responde ella, corriendo hacia mí.
- ¿Vas a ir a la fiesta que se celebrará mañana?
- Claro, estoy deseando que llegue. He pensado en ponerme el vestido que me obsequiaron por mi cumpleaños. El de color azul. ¿Tu que crees?
Nos quedamos un buen rato hablando sobre qué nos vamos a poner y si tenemos pareja. Carla iba a ir con un amigo del colegio, yo, por mi parte, no iba a ir con nadie, pues no me lo habían pedido.
Después de un buen rato, decido que es hora de marcharme. Me levanto, dispuesta a irme, pero me tengo que volver a sentar. Todas las cajas de zapatos se vuelven borrosas, y parece que se me van a caer encima. La estancia se vuelve cada vez más pequeña…
Y me mareo.
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Las dos vidas de esa chica
RomanceSofía solía llevar una vida normal y corriente, como todo el mundo.Tras la muerte de su madre, se convertirá en una persona un tanto peculiar, y descubrirá el secreto que oculta su familia, y que ha provocado la muerte de su madre. Londres en dos é...