Las dos vidas de esa chica

Capítulo veintiocho

Abro los ojos.

Me encuentro en una estancia no muy grande, tumbada en una cama con un dosel de seda.

- ¿Cómo estás? - Es Tobias. Noto su cálida mano sobre la mía.

- Bien... Creo. ¿Por qué estoy aquí?

- Te desmayaste justo cuando abriste la puerta, ¿Lo recuerdas?

- Ah, si.

- Oye Sofía... - dice con un tono de voz un tanto apagado.

- ¿Pasa algo? - Pregunto, preocupada.

- Es que... - Comienza - he hablado con mi madre y me ha dicho que se ha visto obligada a despediros a ti y a tu madre.

- ¿Cómo? - Grito - Será guarra...

- ¡Sofía! - Esclama Tobias alterado.

- ¿Qué quieres que diga? - Estoy al borde de las lágrimas - Tu madre acaba de echar a mi familia de esta casa, ¿Pretendes que se lo agradezca?

- No pero...

- No te preocupes, ya veo lo mucho que te importa.

- No se te ocurra volver a decir eso - me amenaza. Me tiene agarrada del brazo fuertemente, y tiene una mirada asesina.

- No me vuelvas a tocar en tu vida - le recrimino, apartando el brazo. Se ve que en esta época las mujeres no están consideradas de la misma manera que el hombre.

Se aparta de mí y se aleja a grandes zancadas de la habitación.

Decido dormirme, pues no tengo nada más interesante que hacer.

                          ***

Me despierto cuando noto que alguien está zarandeándome.

- Sofía, despierta - es mi madre - tenemos que irnos.

Me ayuda a levantarme de la cama.

Me visto con uno de los vestidos que me dieron cuando llegué aquí, al igual que los zapatos.

Me parece alcinante que nos hayan echado porque la reina supiera que yo estaba con Tobias.

La culpa me corroe por dentro, me siento fatal.

Cuando termino de vestirme, salgo y regreso a la habitación, en la cual se encuentran todas mis pertenencias.

Una vez lo tengo todo recogido y organizado, salgo del cuarto.

Mis padres y mi hermanos están esperándome en el umbral de la puerta, con el equipaje preparado.

Veo a Paul encaminarse hacia mí, con los ojos aguados.

- Siento que tengas que irte, Sofía.

- Yo también Paul - le abrazo, y, sorprendentemente, él me corresponde de la misma manera.

- Adiós.

Me reúno con mi familia, y esta vez no tenemos ningún carruaje que nos lleve de vuelta a casa, si no que hay que ir a pie.

- Lo siento - digo casi en un susurro.

- Dios, Sofía, si no hubieras... - Empieza mi madre.

- ¿Si no hubiera qué? - Espeto - Todos cometemos errores, y tú eres la menos indicada para recriminarme.

- Yo no he hecho nada que haya involucrado a esta familia - mi padre y mi hermano nos miran estupefactos.

- Claro que no, pero parece que se te olvida tu otra familia - contesto poniendo énfasis en esta última palabra.

- Tuve que tomar decisiones - explica - lo hice por el bien de todos.

- ¡Tú no hiciste nada por el bien de nadie mentirosa!

- ¿Se puede saber de qué estáis hablando? - Pregunta mi padre.

- ¡Venga, díselo, cuéntale la verdad! - Grito.

Mi madre se queda callada, mi padre está esperando una respuesta por su parte, aunque dudo bastante que la consiga.

Seguimos caminando, estamos todos callados, se ha formado un silencio bastante incómodo.

- Voy a ver a Carla - digo, sin más, y me desvío del camino.

Una vez allí subo hasta donde se encuentra ella, y me derrumbo.

- Tranquila Sofía - me consuela - todo se arreglará.

- No creo que esto tenga solución - contesto entre sollozos.

Me abraza y siento un leve mareo, que sé que terminará en un gran desmayo.

Lucho con todas mis fuerzas por que la oscuridad no me invada, pues es lo único que deseo ahora, quedarme aquí, aunque no logro conseguirlo.

Holaa!!!

Bueno, pues este es el segundo capítulo del maratón, espero que os esté gustando, comentad qué pensáis sobre el giro que acaba de dar la vida de Sofía. ¿Influirá eso en su decisión sobre qué época escoger?

Bueno, también os quería pedir un favor. Me gustaría mucho saber quiénes son las personas que leen la historia, así que os agradecería mucho si pudierais poner un comentario para ver quiénes sois.

Bueno, muchas graciias por leer, nos vemos luegoo!!

XxbeaxX