Capítulo dieciséis

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Ayer fue probablemente la mejor noche de mi vida. Pero ayer ya pasó. Y hoy volvemos a la normalidad. Hoy volvemos a despertarnos al alba, a trabajar repartiendo el pan y a llevar las ropas sucias. Lo último que quiero es levantarme de la cama y empezar el día, pero es lo que tengo que hacer. Así que me levanto y me pongo el uniforme, luego bajo a la cocina con mi hermano donde mi madre ha preparado como siempre sus gachas que están asquerosas. Mi hermano y yo desayunamos mientras vemos como mi madre se marcha y luego salgo yo también.

Como no tengo uno de esos coches de caballos que tiene la realeza para que le lleve a todos lados, tengo que ir andando. Me dirijo a la panadería para que me den la lista de casas a las que tengo que repartir las barras de pan. Cuando llego tengo que esperar un rato hasta que las hornadas de pan estén listas, y mientras leo la lista de sitios a los que iré, aunque sin prestarle mucha atención, pues ya la leeré luego por el camino. Pero me detengo ante un sitio en particular. El palacio real. Mierda. No, mierda no, qué bien. Tengo ganas de ver a Tobias pero… Lucas, no, Tobias, no, no sé… Qué lío.

Me dispongo a repartir las barras de pan por toda la ciudad, y por fin llego a mi último destino. El palacio. Esta vez no está el antipático mayordomo que me dejó pasar la última vez. Hoy la puerta está abierta.

Entro y voy recorriendo los jardines llenos de flores y de plantas variadas. Me detengo al divisar lo que creo que es la fuente donde estuve con el príncipe. A lo mejor Tobias está ahí, sentado donde la otra noche. Con cuidado de que nadie me vea, me meto entre los arbustos y llego a la fuente. Para mi desgracia, no hay nadie. Me siento y me quedo escuchando el cantar de los pájaros, es precioso el sonido que hacen.

Me levanto, pues ya he pasado un buen rato ahí sentada y tengo que repartir el pan a tiempo si quiero ir luego a casa de Carla, en la que ella me contará que su noche fue perfecta, y yo le contaré que mi noche fue perfecta, porque así fue.

Llego a la puerta del palacio, llamo y al momento me abre una criada. Le entrego el pan, pero me dice que está demasiado ocupada y que si me importaría dejarlo en la cocina. Voy a la cocina y deposito las barras de pan en la encimera, junto con otros suministros.

Me voy a ir, pero de repente escucho una voz que hace que me detenga en seco.

-         Sí, claro, ahora mismo lo hago – es él, Tobias. Mierda. ¿Qué hago ahora? Me escondo detrás de la encimera para que no me vea.

Va a la cocina, y después de beber un poco de agua se queda mirando por la ventana. No se va. Mierda. Si baja un poco la mirada me verá. Estoy empezando a pensar que ha sido una muy mala idea esconderme ahí detrás.

Se queda ahí quieto, mirando por la ventana, sin ninguna expresión en su rostro, y de repente, sin apartar la vista de la ventana dice:

-         ¿Sabes que te estoy viendo, no? La verdad, es mejor esconderse debajo de la mesa si no quieres que te vean.

Que vergüenza. Lentamente salgo de detrás del armario y me pongo en pie. Él me mira de arriba abajo y esboza una pequeña sonrisita.

-         Estaba repartiendo el pan, y bueno, pues… - me excuso.

-         Sigues igual de guapa que anoche - ¡OH DIOS MIO! Me quedo de piedra. Voy con unos pantalones desgastados y una camiseta viejísima  y el me dice que estoy guapa. Creo que voy a desmayarme. Solo consigo sonreír.

-         Eh, bueno… me tengo que ir, es que…

-         Sí, sí, claro, lo entiendo – me interrumpe.

Después de eso salgo por la puerta y me voy. Estoy contenta. Me podría haber quedado allí, con él. No, no podría. Lucas es un príncipe y… ¡No! ¡Lucas no! ¡Tobias! Mierda.

Decido dejar de pensar en todo esto y el único pensamiento que tengo es que tengo que llegar a casa de Carla sin sufrir ningún desmayo.

Afortunadamente, lo consigo. Llego a la zapatería, donde está su padre trabajando animadamente limpiando unos zapatos. Me dice que suba arriba, que está Carla.

Subo las escaleras y llamo a la puerta. Carla vive justo encima de la tienda de zapatos de su padre, lo que es muy cómodo, pues no tiene que estar yendo y viniendo de la tienda.

Llamo a la puerta de su cuarto y me indica que pase. Por la cara que pone, no se esperaba que fuera yo, pero se alegra, no se la ve muy animada.

-         ¿Qué te pasa? – pregunto.

-         Jake no me ha dicho nada acerca del baile – Jake era con quien había ido, le gustaba desde que era pequeña, pero al parecer él no se daba cuenta.

-         Cuéntamelo todo – le digo, intentando consolarla.

-         Pues es que anoche estábamos bailando tranquilamente, y me dijo que estaba enamorado de mí y nos besamos y bailamos y la noche fue perfecta pero me dijo que me escribiría, y bueno, aquí estoy.

-         Carla, sabes que él es muy tímido para estas cosas, dale un poco de tiempo.

-         Tienes razón. Bueno, y, ¿Tú qué tal con el príncipe?

-         Bien, bueno, bailamos y eso.

-         Sí, bailamos y eso. Cuéntame exactamente cada minuto que pasaste con él. ¿Qué pasó?

-         Pues me llevó a una fuente y – Le cuento toda la historia, de que me había llevado a la fuente, que me había vuelto a besar, todo. Omito la parte en la que me desmayo. También le cuento lo que me ha pasado hoy.

Se ríe bastante al escuchar la historia del escondite. Acabamos las dos riéndonos bastante y contándonos muchas cosas sobre esa noche.

Después de estar bastante rato hablando, tengo que ir a casa, mi madre ya habrá llegado y se estará preguntando dónde estoy.

-    Hasta mañana, Carla.

-  Adiós Sofía.

Cuando llego a mi casa mi madre está sentada en la mesa de la cocina junto a mi padre y mi hermano. Están todos callados. Cuando abro, todos se giran para mirarme. Me siento en la mesa junto a ellos.

-  Tengo una noticia que contaros – Es lo último que escucho decir a mi madre.

Holaa!!

Sé que ayer dije que subiría otro capítulo, y lo siento mucho por no haberlo subido, pero hoy si subiré otro.

Antes de nada. Necesito saber qué pensais de Lucas y de Tobias. Por favor decirme qué os parece cada uno.

Bueno hasta luego!!

Las dos vidas de esa chicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora